¿Dónde,
en qué ocasión y por cuál motivo el reportero gráfico tomó esta foto? ¿Dónde? Seguramente en la terraza de un hotel
de la ciudad con vista al río ¿Ocasión?
Posiblemente en la ocasión del
brindis que el doctor Ramón Castro ofreció para celebrar su victoria en las
elecciones de la Cámara de Comercio, elecciones conflictivas apaciguadas por
ese taumaturgo de la palabra que fue don Natalio Valery Agostini. ¿Motivo? Más que motivo, pudo ser una humorada
caricaturesca lo que movió al reportero para halagar la guasa guayanesa
siempre llena de símiles
picarescos.
No deja de ser
motivo de curiosidad el gesto vocativo de Ramón Castro ante algo que le
dijo la doctora Estela Cabrera. ¿Qué
pudo decirle para tamaña expresión? Pudo
ser algo relacionado con la política, pues ambos, tanto el farmacéutico como la
gineco-obstetra incursionaron en la
política. El uno llegó a ser concejal y
la otra Presidenta de la Asamblea Legislativa.
O tal vez materia relacionada con
servicios clínicos, farmacéuticos o comerciales, pues el uno fue dueño de una
Farmacia, la “Farmacia Castro” en el Paseo Orinoco y de una agencia de
automóviles y, la otra, dueña y fundadora de la Clínica José Gregorio Hernández
en la Avenida 17 de diciembre. Bueno, no
es fácil acertar con sólo los ojos fijos en una fotografía caída así al azar en
nuestras manos y posiblemente tomada por Víctor Bayola, a quienes sus colegas
llamaban “El lente lento” para contraponerlo a Nino Marchese que se autopromocionaba
como “El lente mágico”
Posiblemente lo único de interés objetivo sea la
expresión facial de Ramón Castro que deja de campanear su escocés de 18 años
para reaccionar de esa manera a lo que le dice su interlocutora que de verdad a
pesar de su nombre no deja estela ni otro tipo de rastro cuando le habla.
Si pidiéramos a estos personajes amigos
que reprodujeran hoy esta escena del pasado ¿cómo creen ustedes que sería? Siguen las interrogantes. Bueno, hay que ver lo que son decenios
de distancia.
A lo largo de tantos años muchas
cosas pueden ocurrir, cosas de trascendencias me refiero porque hay cosas
baladíes que vale poco mencionar. Algo
importante para la ciudad y para él mismo fue que Ramón Castro incursionara casi intempestivamente
en el periodismo adquiriendo la propiedad de El Luchador, antiguo periódico fundado
en julio de 1905 por don Agustín Suegart, un general de sangre europea
partidario del liberalismo que admiró Cipriano Castro; sin embargo, este
Presidente de la República
no tuvo consideración con él a la hora de clausurar de un plumazo “El
Anunciador”, un diario vespertino que tuvo la audacia de publicar un editorial
en el que ponía en entredicho el comportamiento local del liberalismo amarillo.
De la clausura de este periódico emergió “El Luchador”
con el mismo formato y tan escarmentado que siempre tuvo al lado de los
gobiernos de turno, claro, mientras éstos fueran autocráticos como el de “El
Cabito”.
El Luchador se vino a soltar el moño, aunque con
timidez precautelativa después del 23 de
enero de 1958 cuando en Venezuela comenzó a operar otro sistema de gobierno,
democrático, pluralista, respetuoso de la libertad de expresión y de
información, al menos hasta el año 2000.
Tras la muerte
de Jorge Suegart, hijo mayor que administraba con mucho acierto la editorial “La Empresa ” los hermanos quedaron
como desorientados por la herencia. Castro aprovechó la coyuntura, hizo una
oferta que fue aceptada y El Luchador continuó
en la calle, pero transformado. Pasó de
diario tamaño estándar vespertino a
diario tabloide matutino, menos conservador, más dinámico y atento a las
nuevas tecnologías y perspectivas de la informática. (AF)
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