El 4 de diciembre de 1996 dejó de existir el médico Nullo Bertani Doppioni, quien cumplió una destacada actuación profesional en el campo de la medicina veterinaria en Venezuela, particularmente en Guayana, desde su llegada, hacía entonces más de medio siglo.
Bertani nació en Medesano, Provincia de Parma, Italia, en 1920 y se graduó en la Universidad más antigua del mundo, con sede en su ciudad natal. Fue directivo del Colegio de Veterinarios y Jefe de Ganadería del Ministerio de Agricultura y Cría en Bolívar por más de 40 años, tiempo durante el cual combatió toda clase de epizootias como la brucelosis, la fiebre aftosa, la rabia paralítica y en los años ochenta un fuerte foco de botulismo.
Precisamente, por el botulismo que amenazaba la población ganadera del estado Bolívar y por cuya causa perecieron más de 40 mil vientres, el doctor Bertani, tuvo duros enfrentamientos. Pues mientras él sostenía que el llamado “Síndrome parapléjico” no era más que botulismo, los veterinarios del Ministerio sostenían que la enfermedad se debía a la carencia de minerales. Decía Bertani que era un pronunciamiento errado e inadmisible y que quienes lo sostenían temían perder sus cargos si reconocían como botulismo la enfermedad.
“Estamos enfrentando una grave toxi-infección botulínica que aniquila a decenas de fincas dejando en la pobreza a hacendados que por generaciones han vivido de la ganadería”. Decía Bertani que en 1983 se encontró con este problema en la finca La Vergareña, donde empezaron a morir los animales en gran cantidad, todos hembras, que en su deseo de buscar fósforo, se comían la carcasa del ganado muerto que es donde reside el botulismo. Al final prevaleció su diagnóstico.
El botulismo también se da en los humanos y los primeros casos fueron descritos en 1822, no con ese nombre sino como “enfermedad de Kemer” en alusión a quien lo dio a conocer científicamente con el nombre “veneno de salchicha”. Realmente se trataba de una toxina producida por una bacteria que se encuentra en zonas contaminadas tales como suelos y aguas no tratadas. Es una bacteria anaerobia cuyas esporas son capaces de sobrevivir en los alimentos contaminados que han sido sometidos a procesos de elaboración incorrectos y/o almacenamientos inadecuados.
La toxina botulínica es una de las sustancias más tóxicas conocidas, de manera que es posible que con tan solo probar el alimento contaminado, se produzcan graves intoxicaciones que pueden conducir incluso a la muerte.
Existen varios tipos de toxina botulínica, que se designan con letras que van de la A hasta la F, según su afinidad por el tejido nervioso, siendo la toxina de tipo A la que posee mayor afinidad.
La bacteria botulínica necesita para su desarrollo medios poco ácidos o alcalinos. Entre los alimentos más expuestos al botulismo están las carnes o pescados crudos conservados mediante procesos de salado o ahumado deficientes, o algunas verduras poco ácidas o que pueden perder su acidez natural por la acción de otros microorganismos.
También se ha descrito botulismo en trabajadores de laboratorio por inhalación de la toxina en forma de aerosol, los toxicómanos también están expuestos a diversas formas de botulismo: por vía intravenosa o por la inhalación nasal de droga contaminada que da lugar a sinusitis crónicas
En la intoxicación alimentaria se ingiere la toxina preformada que es absorbida por endocitosis a través del tracto gastrointestinal. En el lactante las esporas ingeridas germinan en el intestino, ya que no existe flora inhibidora, y producen la toxina que es luego absorbida. Luego de ser absorbida desde el tracto gastrointestinal o desde la herida, la toxina es llevada por vía linfática o sanguínea hasta sus sitios de acción.
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