Su directora Marlene Wulff, nos informaba el 2 de junio de 1990, que estaban trabajando con las uñas porque un presupuesto de por sí precario, 76 mil bolívares al año, que aportaba la Gobernación del estado, fue rebajado a 54 mil bolívares, unos 4 mil por mes.
Afortunadamente el poco personal que trabajaba allí lo pagaban varias instituciones públicas, pero lo sensato sería que un museo de tanta importancia tuviese un presupuesto sólido y totalmente manejado por la dirección conforme a sus requerimientos. Pero, en la práctica no es así, el museo se mantiene a fuerza de limosnas mientras que por otras vías, incluyendo la de la corrupción, el Gobierno despilfarra millones y millones.
Para ampliar los espacios del museo se contaba con una estructura anexa que se hallaba paralizada en su terminación y la Sociedad Amigos del Museo que presidía, el poeta Rafael Pineda, hacía gestiones con la CVG para ver si al fin con unos 700 mil bolívares se concluía la obra.
También se esperaba de la Dirección de Obras Públicas del estado cumpliese con el ofrecimiento de corregir algunos problemas del inmueble como la humedad y el resquebrajamiento del friso y el piso.
En el museo además de las obras de arte visual se encuentra la prensa, donde se editó el Correo del Orinoco, en un ambiente que reproduce la historia de Angostura.
La idea del museo surgió en 1968 motorizada por el crítico de arte bolivarense Rafael Pineda y materializada en 1973 por la Sociedad de Amigos de Guayana. En aquella oportunidad Pineda preparó con miras a recolectar fondos un espectáculo denominado “Ciudad Bolívar del 800” en la Casa de San Isidro, donde vivió el Libertador y se reprodujo la llegada de Humboldt y Bonpland a Ciudad Bolívar, caracterizada por el extinto médico César Bello de Escriván. Con lo recogido se compraron las primeras 40 obras. Así comenzó y actualmente cuenta con 900 obras.
Consta de seis salas más el corredor y jardín, donde se distribuyen en orden cronológico las obras de acuerdo con la historia del arte venezolano. Tres de las salas están dedicadas exclusivamente a gráficas, cerámicas y dibujos que junto con secciones de pintura y escultura demuestran lo que ha ocurrido en la plástica venezolana desde fines del siglo pasado hasta hoy.
La idea de dotar a esta ciudad de un museo con una panorámica coherente y sistemática de la historia plástica venezolana, se debió en buen parte a la generosidad de muchos artistas y coleccionistas que donaron sus obras y otros que las vendieron a precios simbólicos.
Pero como la actividad del museo no era solamente contemplativa, periódicamente se realizaban exposiciones, se dictaban conferencias, se ofrecían conciertos y se presentaban obras. Una de sus últimas exposiciones fue “Sifontes y el Orinoco”, un discurso ilustrado de la obra del bachiller Ernesto Sifontes, observador hidrográfico del Orinoco
En 1991, el museo fue objeto de refacción y ampliación de sus espacios y se mantuvo activo hasta un poco más allá de 2004 que falleció su creador Rafael Pineda. En 2011, luego de la intervención del Museo Soto por el Ejecutivo del Estado, fue intervenido el Museo de Ciudad Bolívar, refaccionado el inmueble tres años después y convertido en el “Museo Angostura” dedicado al extinto presidente Hugo Chávez.
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