martes, 29 de julio de 2014

El diamante de Karún



En el Alto Paragua, principal afluente del Caroní que alimenta la Presa de Gurí, estalló en 1990 la “bulla” diamantífera de Karún.
         Miles de mineros se volcaron al sitio por tierra, río y aire y lo que hasta entonces había sido zona boscosa virgen, fue convertida en espacio ultrajado, revuelto y turbulento, sacudido por la sierra derribando árboles milenarios, erosionado por la poderosa moto-bomba y contaminado por  los desechos.
         Cuando llegaron efectivo de la Guardia Nacional a desalojar a los invasores, ya el mal había tomado cuerpo y resultaba una empresa difícil. No obstante la represión, los mineros seguían allí atrapados por la fiebre del diamante, sufrible más que la fiebre de la pobreza agravada por la escasez, el desempleo y la inflación.
A la fiebre del diamante para entonces se agregaba la fiebre del oro  en las cabeceras del Orinoco provocada por la garimpeiros. Cuando la expedición franco-venezolana comandada por el oficial Franz Rísquez Iribarren descubrió en 1951 las cabeceras del Orinoco, jamás imaginó que el lecho de aquellas aguas de los ríos Ugueto y Venezuela estuviese minado de oro. Esto vino a saberse por obra y aventura de los garimpeiros o mineros brasileros que sabe Dios desde cuando venían usufructuando el lugar con toda una bien implementación logística de la cual deberían aprender nuestros guardianes de la frontera, pues parece que siempre llegan tarde a la zona de desastre.
         Mientras millones de bolívares en oro se llevaba los garimpeiros de los nacientes de nuestro Río Padre, el 12 de abril el Ministro de Energía y Minas, Celestino Armas, declaraba a través de Venpres que “la fuga de oro ha disminuido bastante desde 1986, sobre todo, porque el Banco Central de Venezuela le compra el mineral a los mineros de Guayana a precios internacionales. El año anterior el instituto emisor había comprado 19 de las 23 toneladas de oro producidas durante el período.
Donde hay grandes concentraciones de mineros generalmente hay prostitución, juego, drogas, robos y atracos. Pero el gran dolor de cabeza  parecen ser estos últimos. El año anterior (1989) se perpetraron quince atracos a mineros y compradores de oro y diamantes por un valor acumulado superior a los 100 millones de bolívares.
         Entre los casos más sonados destacaron el perpetrado contra el comerciante belga Gil Devos, a quien una banda de nueve hombres despojaron de 49 mil 984,4 quilates métricos de diamantes, 21 mil dólares y 650 mil bolívares para un total global de 44 millones de bolívares. Afortunadamente la PTJ recupero casi todo el botín.
         El atraco perpetrado contra el brasilero Juan Nagreiro Neto, en las minas La Salvación, con despojo de 4 mil quilates de diamantes por valor de 10 millones de bolívares.
         El consumado contra el brasilero Sady Da Silva Motta, minutos después de haber descendido de un avión de Aerotuy (el mismo secuestrado al día siguiente) procedente de las minas de Icabarú. Lo despojaron de  2 millones de bolívares.
         Otro brasilero, Bal Deo, fue perjudicado con el robo de un kilo y medio de oro en Arijuny de la Gran Sabana. Igualmente agraviado por robo y atraco a mano armada fueron el año anterior los comerciantes de oro y diamantes Moisés Franco, Pedro Nel Lora, Hamilton Javier Almeida, Antonio María Correa, Juan Viznel Álvarez, Pedro Rodrigo Da Silva (asesinado), Efraín Ascanio (asesinado) y Jorge Barrios, el más reciente (27/12/89), asesinado.
         En octubre de 2011, 14 sujetos armados irrumpieron por la parte de atrás de la empresa CVG Minerven planta Perú y robaron 6 kilos de oro, más una prensa valorada en más de dos millones de bolívares fuertes.


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