El servicio de Endemias Rurales presento
en 1989 al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social un programa para enfrentar
el gravísimo problema de la malaria en este Estado Bolívar, toda vez que 31 mil casos de paludismo y 14
muertos había dejado la malaria en el Estado Bolívar en 1988. La cifra sin precedente en el estado fue
atribuido por las autoridades sanitarias al boom del oro que atrajo hacía la
selva más de 50 mil personas.
El doctor
Víctor Torres (en la foto), comisionado de Salud, dijo después de una reunión
con el doctor Baldassare Ruggieri, jefe del servicio de endemias, que el programa estaba basado en la
estratificación de la malaria y que con la instrumentación de este plan, si se
suministran los recursos necesarios oportunamente, podrá disminuirse la
morbilidad substancialmente y, sobre todo, se evitarían las muertes.
Este plan está
confiado en gran parte en la participación de la comunidad y los organismos que
implementan planes de desarrollo en el área.
Bolívar,
dividido desde el punto de vista malárico en dos áreas epidemiológicas,
registró el año pasado 31.000 casos de paludismo: 3.400 en el área endémica de
Caicara, La Urbana y Santa Rosalía, al este de estado; el municipio de La
Paragua, en El Centro y Icabaru. El resto 27.600 casos fue detectado en los
municipios El Dorado y Tumeremo, donde surgieron focos de trasmisión malarica
como consecuencia de la invasión de más
de 30.000 personas dispersas en 8.000 kilómetros
cuadrados en busca de oro y diamante.
El doctor
Víctor Torres dijo que de los 31.000 casos de paludismo confirmados, 35%
corresponde a Plasmodium falciparum y 65% Plasmodium vivax. Las infecciones por
Plasmodium falciparum producen una letalidad de 10% cuando no son tratadas. Sin
embargo en el Estado Bolívar, a pesar de los 8.800 casos solo se produjeron 16
muertes.
Los brotes
epidémicos se originan principalmente por la movilización social, la cual
representa un alto número de personas susceptibles en áreas de alta
vulnerabilidad para la trasmisión malarica, aunado al desequilibrio ecológico,
entre el vector, el parásito y el hombre. Así mismo, la precaria inmunidad de
los recién llegados, quien una vez infectados desarrollan cuadros graves. Esto
es lo sucedido en las áreas selváticas de los municipios El Dorado y Tumeremo.
Las
medidas preventivas han surtido efecto en el control de la malaria en el país.
La invasión social de los municipios mencionados no acepta la medida preventiva
clásica, puesto que los insecticidas residuales no pueden ser aplicados debido
a la inexistencia de superficies rociables en las viviendas del área, es decir
que estas viviendas carecen de paredes en las que pueda aplicarse el insecticida. Por lo tanto, el objetivo
principal en esta área ha sido la de evitar la mortalidad y reducir la
morbilidad a través de la detección y tratamientos de estos casos infectados.
Resultados favorables se han observado en relación a la mortalidad. Con
respecto a la morbilidad, la dinámica propia de este grupo social (minero)
dificulta mucho la correcta ejecución del programa.
Las zonas mas
afectadas están ubicadas fundamentalmente en áreas de selva, entre las cuales
se cuenta el Dorado, Tumeremo, Icabaru, La Paragua , El Callao, Las Majadas y El Manteco.
Actualmente se
siguen ejecutando las medidas tradicionales de lucha antimalarica. Se practican
rociamientos con insecticidas dentro de las viviendas, nebulizaciones
espaciales, reparto de medicamentos, cura clínica amodiaquina y cura radical a
los enfermos diagnosticados con paludismo. Por otro lado se intensifica el
programa de educación sanitaria referente a la protección individual: uso de
mosquiteros, repelentes contra insectos y toma de medicamentos en forma
preventiva.
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