1988
Cada nuevo barrio surgiendo y llenando la zona de ensanche es indicio de que Ciudad Bolívar crece y nadie aquí sabe si esto es bueno o malo. Lo cierto es que cuando no surja más un barrio se podrá decir que la ciudad se ha detenido o que la planificación urbana es tal que se adelanta a cualquier posibilidad marginal. Pero como en este estado es difícil planificar para el futuro, tendremos siempre una ciudad eminentemente urbana con un entorno de miseria.
Los barrios son el resultado de las ramas humanas desprendidas del tronco familiar que buscan arraigarse por sus propios medios y esfuerzos en otra parte, pero como los medios casi nunca son suficientes para adquirir viviendas en sitios urbanizados, invaden espacios en las afueras y con materiales fáciles levantan barracas a la espera de un tiempo mejor que les permita mejorar el ambiente.
Se dice que el gobierno debería orientar las invasiones de los “sin techo” para que el crecimiento de la ciudad no sea anárquico ni distorsione la planificación del crecimiento urbano que periódicamente se hace conforme al Plan Rector, pero esto no ha sido posible hasta ahora. El Plan Rector orienta el crecimiento por un lado en razón de las ventajas de la planificación de los servicios y la ciudad en la práctica avanza por otro. De manera que esta situación incontrolada se impone casi siempre a las directrices del plan regulador el cual debe ser periódicamente revisado para los efectos de adaptación por los organismos competentes.
Entre tanto, la presión social adquiere muchas veces grados de preocupación y los medios de comunicación lógicamente se hacen eco de la situación.
Quienes más consecuentemente la aprovechan son las estaciones radiodifusoras, especialmente, porque la medición de sintonía cubre las zonas deprimidas en un ochenta por ciento y, según la concepción actual, el éxito de una radioemisora se basa en su mayor número de radioescuchas por lo que es evidente su empeño en lograr sintonía ofreciendo lo que más favorezca una audición completa. Por ejemplo, música a tono con ese nivel cultural, denuncia sobre problemas y demandas del barrio, complacencias, concursos fáciles que permiten sortear entre las acertadas cestas de alimentos, relojes, radios, televisores, utensilios de cocina, vajillas y hasta dinero en efectivo.
Entre música, noticias y concursos usted puede tomarle el pulso a los barrios de la ciudad si no le choca el tono altisonante y jacarandoso del locutor y llegar siempre a la misma conclusión, de que los organismos oficiales hacen poco porque no pueden hacer más o son irremediablemente negligentes.
“Los Aceititos siguen padeciendo por la falta de agua. Aire es lo que corre por las tuberías. El precioso líquido no llega por tuberías ni por camiones cisternas. Por eso la denuncia, para que se termine ese problema. Agua es lo que claman en Los Aceititos”, expresa desenfadadamente la voz del locutor a cualquier hora del día desde los propios estudios de la emisora o desde la unidad móvil desplazándose de un lugar a otro de la periferia.
Si queremos tener un cuadro aproximado del entorno de la ciudad sin necesidad de arriesgar el automóvil por las barriadas, le recomendamos ponerse en sintonía: “Montones de basura es lo que vemos en “El Perú”. El barrio ha sido olvidado por el gobierno. El populoso sector tiene muchos problemas. Cuando no es el agua es la luz y los camiones del aseo que no recogen la basura. Señores del gobierno, El Perú sigue esperando la reactivación. Cuándo será que El Perú dejará de ser la cenicienta. Cuándo, caramba, preguntan sus habitantes”.
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