Jesús Soto (en la foto con el Presidente Caldera y el Presidente Lanusse, de Argentina), quien vino en julio de 1981 a inspeccionar los trabajos de climatización y ampliación del Museo de Arte Moderno en compañía del Ministro de Estado para la Cultura, Luís Pastori y del gerente de la División de Desarrollo Humano de la CVG, Eduardo Castañeda, dijo que en sus obras de la década del cincuenta están presentes los elementos del arte programado o estructuralista que estaban seriamente investigando en Europa.
Manifestó que por eso es muy importante la retrospectiva de su obra que iba a exponer el 15 de diciembre en el Palacio de Velásquez, en Madrid, una sala espaciosa muy bella, inaugurada por el Ministro de la Cultura y donde entonces se exhibía una retrospectiva del gran escultor Henry Moore.
La retrospectiva que preparaba para Madrid la consideraba más grande que la expuesta en Nueva York, pues pensaba incorporar trabajos de los últimos diez años además las obras de la década del 50 en el Museo Soto porque allí él plantea toda una cantidad de problemas que vienen a solucionarse más tarde en el arte llamado cinético o en el arte que estaba tomando mucho interés en Europa que es el arte programado o estructuralista.
Soto creía que su obra parte del arte programado y que la misma evolucionaba dentro de ese concepto. A medida que investigaba iba descubriendo cosas dentro de un mundo completamente desconocido. Ese año de 1981 estaba dando un paso importante al poner al descubierto con el color que el espacio es un ente ambiguo, que no puede medirse y que nos está ofreciendo a cada instante facetas diferentes.
Creía, como en efecto se comprobó, que estaba realizando con el color una demostración de la ambigüedad del espacio. El problema era que a él no gustaba estar explicando su trabajo. Consideraba que lo importante para un artista era presentar su arte al público ya resuelto. “Yo creo que el conocimiento y los problemas del trabajo de un artista deben quedar en el taller porque para el público lo más interesante es sentirlo”.
Soto venía (1978) de exponer su obra más reciente en el Musée National d’Art Moderne Centre George Pompidou, París y comenzado la serie de ambivalencias y armonías ambiguas, que continuará durante la siguiente década. En estas obras, el uso de cuadrados monocromos flotando sobre el espacio explota la intensidad lumínica del color para producir la ilusión de movimiento.
En 1983 el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, a cargo de Sofía Imber, presentó retrospectiva con 136 obras. Dos años después instaló una esfera virtual en la sede de la Banca japonesa Lara en Caracas. 1988 Instala tres obras monumentales en Caracas y una en París. Realiza una obra para el Parque Olímpico de Seúl con ocasión de los Juegos Olímpicos.
Jesús Rafael Soto presentó más de 180 muestras individuales en ciudades como Ámsterdam, Berlín, Bruselas, Buenos Aires, Madrid, París, Nueva York y Tokio, entre otras. Realizó monumentales instalaciones en Bélgica, Francia, Suiza y Venezuela, y, con motivo de los Juegos Olímpicos, en el Parque Olímpico de Seúl (Corea del Sur, 1988). Participó en la Primera Muestra Internacional de Arte Abstracto en la Galería Cuatro Muros (Caracas, 1952), y en varias oportunidades en la Bienal de Venecia (1958-1962–1964–1966) y en la Bienal de San Pablo (1957–1959–1963). Contó con retrospectivas en El Museo de Bellas Artes de Caracas (1971), El Solomon R. Guggenheim Museum (Nueva York, 1974), El Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (1983) y El Museo de Arte Moderno de Bogotá (2001).
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