A fines de octubre de 1982, investigadores se preguntaban si el Ministerio del Ambiente y Recursos Renovables habían hecho estudios ecológicos previos con relación al anunciado proyecto “Eje de Navegabilidad Apure-Orinoco”.
Este proyecto estimado entonces en 40 mil millones de bolívares buscaba hacer navegable estos dos grandes ríos y utilizarlo como fuente de energía.
En el Orinoco se construirían tres presas para asegurar que durante todo el año se permita la navegación casi hasta San Fernando de Apure. Los organismos encargados de llevar a cabo el proyecto, son: el Marnr, Mindur, y Petróleos de Venezuela, lo implementaban conjuntamente con los planes de industrialización de la Faja Petrolífera del Orinoco. En 1982 se hallaban en la etapa de planificación a fin de arrancar el año siguiente.
Pero, ¿Cuál sería el impacto de esa gigantesca obra desde el punto de vista ecológico y social? ¿Se hacían acaso estudios ecológicos previos para prevenir repercusiones negativas a posterior? Se preguntaba el biólogo de la CVG Daniel Novoa y los profesores de la UDO J. N. Perfetti y Eduardo Jahn (los tres en la foto).
Daniel Novoa, jefe del Departamento Pesquero de la CVG, envió una comunicación al ingeniero Germán Uzcátegui, viceministro del Marnr, sobre el asunto, recordándole que proyectos como el que se anunciaba para el Orinoco y Apure, se ejecutaron en los ríos Nilo, Nigel Zambesí, Nope, Kainji, Alambra y otros con incalculables daños al sistema ecológico.
Sería bueno tomar en cuenta esa experiencia par que a largo plazo no tengamos que lamentarnos, nos comentó Novoa.
Desde la Urbana hasta Barrancas del Orinoco, cinco mil hombres cabeza de familias viven de la pesca artesanal. Represar el río regularizaría su caudal eliminando el ciclo anual inundación estiaje y cortando el proceso de fertilización de las zonas aledañas al mismo tiempo. La pesca desaparecería en forma tal ya que la mayoría de los peces efectúan largas migraciones, río arriba, hacia las áreas de desove durante el “pico” de inundación cuando hay más espacio y alimentos para las crías. Las represas serían un obstáculo infranqueable. La agricultura del estiaje también desaparecería y con ello su gran potencial, al igual que la inundación de las lagunas marginales, asiento de la producción pesquera más grande de todo el sistema Orinoco.
El director del Centro de Geociencias del Núcleo Bolívar de la UDO, compartía la inquietud del jefe del departamento pesquero de la CVG, pero dejando en claro que el progreso no se puede detener. Si las obras son buenas para la navegabilidad y el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico deben hacerse, pero sobre la base de un estudio integral en el que esté comprendido el aspecto ecológico. Estudiar y ver cómo debe restituírsele al río, en este caso, la pesquería y la agricultura, lo que se alteraría por la modificación del medio. El doctor Eduardo Jahn Montaubán, médico y antropólogo, veía el proyecto “Eje de Navegabilidad Apure-Orinoco” como aparentemente imposible debido a su altísimo costo y a los trastornos que causaría a la ictiofauna y agricultura ribereña. Estaba de acuerdo con el biólogo Novoa en reclamar un foro abierto sobre el tema, pues sería una desgracia que la pesquería y agricultura del Orinoco que ha dado alimentos durante siete mil años a sus pobladores se vaya a acabar a largo plazo por imprevisiones. Coincide con el profesor Perfetti en el sentido de trazar los parámetros que alteren el medio y responder a la pregunta si pueden subsanarse. De no poderse remediar habría que pensar en el dragado para la navegación continua del río y buscar más energía hidroeléctrica en otros ríos como el Caura.
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