El
prócer de la independencia americana, el angostureño general Tomás de Heres,
quien no toleraba a los italianos, seguramente porque su principal opositor
político lo fue siempre el rico comerciante veronés Juan Bautista Dalla Costa,
tuvo que soportarlos, sin embargo, después de su muerte. ¿Casualidad, ironía
del destino o fraude simplemente? ¡Vaya usted a saberlo! Lo muy cierto es que
mientras gobernó la provincia de Guayana, Dalla Costa, tildado de hombre
liberal y progresista, le hizo la más feroz y encarnizada oposición. De aquí
que el asesinato de Heres, acaecido el 9 de abril de 1842, se lo cargaran a la
agrupación política adversa donde militaban guayaneses distinguidos y
comerciantes de origen italiano como el propio Dalla Costa, sus hijos y el
periodista Cristiano Vicentini.
Pero después de su muerte, según se
evidenció el 5 de diciembre de 1981, Tomás de Heres tuvo que continuar
soportando a los italianos de Angostura. Esta vez fue de un modo curiosamente
increíble. La lápida marmórea que cubría su tumba, con un solemne epitafio, fue
sustraída y aprovechada por un lapidario de apellido Acosta, quien la grabó por
el reverso y la ofreció para la tumba de dos italianos que fueron esposos de
una guayanesa cuyo destino parecía ser el de vivir viuda toda la vida.
¿Quién era esa viuda? Se llamaba
Felícita Martínez, casada en primeras nupcias con José Goveia, fallecido en
septiembre de 1905. Luego se casó con Santos Gallotti, fallecido en 1925. Ambos
italianos fueron a parar a la misma tumba para la cual Felícita dispuso de la
gran placa marmórea sustraída a la tumba de Heres y grabada por el reverso, la
cual le costó 266,94 pesos. La lápida estuvo desde 1905 hasta 1965 sobre
aquella tumba ubicada casi en el centro del Cementerio Municipal. Decimos hasta
1965 porque en ese año, concretamente en noviembre, la tumba fue reabierta para
inhumar allí los restos de Enrique García Martínez, sobrino de la viuda
Felícita, quien antes también había sido enterrada allí.
La lápida fue finalmente rescatada por
el poeta Rafael Pineda para exhibirla en el Museo de Ciudad Bolívar en le casa
del Correo del Orinoco, donde se encuentra.
Se supone que la lápida fue aprovechada
y vendida por el lapidario Acosta cuando los restos del prócer Tomás de Heres
fueron exhumado del Cementerio Centurión para ser inhumados en la Catedral junto con los del Capitán de Navío José Tomás Machado.
Efectivamente,
los restos de Heres que se hallaban en bóveda prestada, fueron exhumados e
inhumados en la Catedral, igualmente los del prócer José Tomas
Machado, quien había fallecido el 30 de enero de 1862.
El 16 de noviembre de 1942, a los cien años del atentado, los restos del general Tomas de Heres volvieron a exhumarse y
esta vez para rendirle los honores
del Panteón Nacional.
El testimonio del lugar donde se
encontraban los restos, lo dio el albañil
Pedro Calderón, quien en 1895 le puso a la Catedral el piso de mosaico. También fueron exhumados los restos del
capitán de navíos José Tomas Machado.
Se hallaban dichos restos inhumados en fosas hechas de adobes y mezcla mulata
(cal, arena y tierra) piso de ladrillo.
Actuaron en
la ceremonia de exhumación, el juez Francisco D' Enjoy Rávago, el Presidente del Estado coronel Carlos Meyer y
los familiares del prócer Clara Rodil de
Machado, Gabriel Rodil de Ortiz, Rosalía Ortiz de Jara y Mercedes Rodil
de Astor, así como el Deán de la Catedral Dámaso Cardozo. Comisionados para el
traslado a Caracas el 24 de noviembre: José Gabriel Machado y J.M. Carrera.
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