En la ciudad de Santo Tomás de
Angostura, a quince días del mes de febrero año del Señor de mil ochocientos diez y nueve, nono de la Independencia de Venezuela, a las diez y media de la mañana, se
reunieron en virtud de citación del
jefe supremo de la República, Simón Bolívar, en el Palacio del gobierno
para la instalación del Soberano Congreso Nacional, convocado por el mismo Jefe Supremo en veintidós de octubre
del año próximo pasado, señores
Diputados, cuyos nombres siguen: Nombrados por la parte libre de Venezuela
En la provincia de Caracas: Doctor Juan Germán Roscio Doctor Luis Tomás Peraza Licenciado José España Señor Onofre Basalo Señor Francisco Antonio Zea.
En la provincia de Barcelona:Coronel
Francisco Parejo Coronel P. Eduardo Hurtado
Licenciado Diego Bautista Urbaneja
Licenciado Ramón García Cádiz Señor
Diego Antonio Alcalá.
En la provincia de Cumaná: General en Jefe Santiago Mariño General de Brigada Tomás Montilla Doctor Juan Martínez Coronel Diego
Vallenilla.
En la provincia de Barinas: Doctor Ramón Ignacio Méndez
Coronel Miguel Guerrero General de División Rafael Urdaneta Doctor Antonio María Briceño.
En la provincia de Guayana: Señor Eusebio Afanador Señor Juan Vicente Cardoso Intendente de Ejército Fernando Peñalver General
de Brigada Pedro León Torres.
En la provincia de Margarita: Licenciado
Gaspar Marcano Doctor Manuel Palacio Licenciado
Domingo Alzuru Señor José de Jesús Guevara.
Y sin embargo de que faltaban cuatro diputados para
completar los treinta de que debe constar el Congreso, se procedió a su instalación en virtud del reglamento convocatorio, que sólo exige para ella la
presencia de las dos terceras partes de los representantes, verificándose con
la solemnidad y formalidades
siguientes:
Tres cañonazos anunciaron a las
once la venida del Jefe Supremo acompañado
de su Estado Mayor General, del Gobernador de la plaza y Comandante General de la provincia, y de todos los
jefes y oficiales que se hallan en esta capital. Los señores Diputados salieron a
recibirlo fuera de las puertas del palacio, y conduciéndolo a la sala destinada a
sus sesiones, le dieron el asiento preeminente
bajo el solio nacional. El concurso de ciudadanos extranjeros de distinción era
extraordinario.
El Jefe Supremo abrió la sesión por la lectura de un
largo discurso, cuyo objeto principal era exponer los fundamentos de un
proyecto de Constitución que presentaba al Congreso, y hacer ver que
era la más adaptable al país. Habló muy de paso de su administración en las
circunstancias difíciles de la República, ofreciendo que los secretarios del
Despacho darían cuenta de sus respectivos departamentos con los documentos
necesarios para tomar un exacto conocimiento del estado real y
positivo de la República .y. sólo insistió en recomendar al
Congreso la confirmación de la libertad concedida sin restricción alguna a
los esclavos, la del establecimiento de la Orden de los Libertadores, y de la Ley de Repartimiento de
Bienes nacionales entre los defensores de la patria, como que eran estas las
únicas s de sus heroicos servicios. Encargó también muy particularmente al Congreso fijase principalmente su
atención en fundar la deuda y proveer a su más pronta extinción, exigiéndolo
así la gratitud, la justicia y el honor.
Terminado su discurso, añadió:
"El Congreso de Venezuela está instalado y en el reside desde este momento la soberanía nacional: mi espada
(empuñándola) y las de mis ínclitos compañeros de armas están siempre prontas
sostener su augusta
autoridad. ¡Viva el Congreso
de Venezuela!". A esta voz, repetidas muchas veces por el concurso,
se siguió una salva de artillería.
El Jefe Supremo invitó entonces al Congreso a que
procediese a la elección de
un Presidente interino para entregarle el mando.
Resultando electo el diputado Francisco Antonio Zea,
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