El
pueblo Panare, del distrito Cedeño de este estado, está condenado a la
disolución. Actualmente se deshace entre los vicios del alcoholismo, la
prostitución, la desorganización
psicosocial y el desarraigo, dijeron en una conferencia dictada el 26 de mayo
de 1984, auspiciada por el Centro de Medicina Experimental de la UDO, los
antropólogos Henry Corradini y María Eugenia Villalón (en la foto).
Los conferencistas señalaron que la
responsabilidad histórica de esta situación recae principalmente sobre las
autoridades gubernamentales y las misiones, ambos ejercitándose como agentes de
cambios improvisados desde hace más de una década.
Corradini y Villalón que tienen tres
decenios dedicados al estudio de la cultura indígenas en el Estado Bolívar, muy
especialmente de la Panare, informaron a una concurrencia de profesores de la
medicina en su mayoría, que hace menos de veinte años este pueblo de la cuenca
del Caura y el Cuchirvero era una sociedad armoniosa, fuerte y coherente y
ahora aparece sumido en una honda crisis moral y social.
La interesante y preocupante
conferencia fue ilustrada con diapositivas. María Eugenia Villalón, antropóloga
de la Dirección de Cultura del Estado, explicó que la sociedad Panare
tradicional fue el producto de un auténtico desarrollo autogestionado por
espacio no de siglos sino de milenios. Fue una sociedad sin crisis de
viviendas, de transporte o de servicios, sin vicios, sin prostitución, sin
niños abandonados y desnutridos. Una sociedad sin delincuencia, cárcel o
policías. Fue la sociedad que anhelamos nosotros. Vivía en armonía con el medio
ambiente y resolvía los problemas básicos de sus miembros mediante una
organización de dimensiones humanas.
El cuadro de la sociedad Panare
permaneció por largo tiempo inalterado a pesar de que ella y la criolla de
encontraron hace aproximadamente 120 años. Sin embargo, ambos supieron convivir
armoniosamente en términos de unas relaciones equilibradas y mutuamente
consentidas. Pero hace 15 años, aproximadamente, este equilibrio comenzó a
debilitarse hasta que quedó destruida a causa de tres factores principales: la
invasión territorial desmedida e incontrolable; la acción indigenista
incoherente y negligentemente genocida por los gobiernos de turno; y el choque
sanitario producido por la introducción de enfermedades contagiosas
desconocidas en el medio ambiente.
La antropóloga señaló que cuando la
invasión del valle del Guaniamo por los buscadores de diamante en la década del
70, algunos huyeron hasta el Amazonas y de los que quedaron muchos fueron
seriamente diezmados.
La antropóloga Villalón, quien también
es economista, está convencida de que el Estado ha fracasado rotundamente en
concebir y ejecutar una política indigenista nacional que de sentido y cuerpo a
entes burocráticos como la Comisión Indigenista.
Los resultados están a la vista para
vergüenza y alarma de la conciencia civilista y democrática de Venezuela, de un
lado este vacío político ideológico traducido en una acción indigenista signada
por la incoherencia y la más absoluta ignorancia de la ciencia antropológica, y
por el otro, el facilismo con que el estado ha descargado su responsabilidad en
agentes religiosos tan ignorantes e incoherentes como los primeros. Estos
hechos han facilitado la adopción ante el problema de una postura esencialmente
materialista, la cual se mantiene incólume a pesar de 15 años de continuos
fracasos.
María
Eugenia Villalón falleció el 16 de mayo de 2013 falleció. Se doctoró en su especialidad y fue una
excelente lingüista y profesora emérita de la Universidad Central de Venezuela.
Nacida en Cuba, se radicó en Venezuela a mediados de la década de los años 70,
donde vivió por cerca de 40 años. Ejerció funciones en la Universidad Nacional
Experimental de Guayana, en Ciudad Bolívar, y fue una celosa defensora de los
derechos de los pueblos indígenas.
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