Guayana
tiene las especies de serpientes más interesantes de Venezuela y de la América
del Sur y aquí en esta región se encuentra la cuaima-piña, que es la serpiente
venenosa más grande. En el mundo se
conocen 600 especies de serpientes venenosas y al año mueren de 40 a 50 mil personas por sus
mordeduras.
En el caso específico de Venezuela,
existen 643 especies, de las cuales sólo 25 son venenosas, la mayoría de ellas
se encuentran en la selva guayanesa. En
el país mueren de 300 a
400 personas al año, no obstante los recursos modernos.
En una conferencia dictada el 13 de
marzo de 1974, en el Museo de Ciudad Bolívar, el doctor Abdem Ramón
Lancini, director del Museo de Ciencias
de Caracas sorprendió a los circunstantes cuando dijo que la serpiente venenosa se convertirá a la larga
en un aliado del hombre en la lucha contra las enfermedades.
El veneno de las serpientes ponzoñosas
que sirve como materia prima para la fabricación de suero antiofídico, también
se está utilizando en otros campos para combatir enfermedades, así como para
coagulación de la sangre y para investigar procesos bioquímicos complejos.
Se están investigando algunos venenos
de serpientes que tienen propiedades coagulantes. Por ejemplo, enfermedades como la hemofilia
(excesiva fluidez de sangre), se combate en algunos casos con veneno extraído
de la mapanare, que es una serpiente que se encuentra en todo el país y de la
cual hay muchas especies en Guayana.
Algunas poblaciones naturales han
disminuido en Venezuela a causa de plaguicidas utilizados en la agricultura y
asimismo otros animales que contribuyen en alguna u otra medida al equilibrio
biológico.
En los Llanos, por ejemplo, el uso y
abuso de los plaguicidas en plantaciones de arroz han traído como consecuencia
la exterminación de serpientes y contribuido al incremento de otros animales
resistentes a tales plaguicidas como las ratas.
El doctor Eduardo Jahn M. en su cátedra de medicina
tropical de la Escuela de Medicina del Núcleo Bolívar de la Universidad de
Oriente, días antes había dictado una conferencia sobre los ofidios ponzoñosos,
y dicho que tales reptiles no se la llevan todo consigo pues también son
víctimas de sus semejantes ofidiófagos como igualmente de las aves serpentarias
que los devoran como plato exquisito, y del hombre mismo que tiene en ellos un
enemigo mortal desde los mismos tiempos de Adán y Eva arrojados del Paraíso por
su mala intención.
Pero si bien los ofidios ponzoñosos
aguardan al hombre cuando invade su hábitat, también el hombre por saberlo,
anda alerta, aunque muchas veces se descuida. Se descuida hasta el punto de que
en Venezuela se cuentan hasta diez mil afectados en un año, sin incluir los
casos que no llegan al médico por que los tratan los chamanes o se quedan
hundidos para siempre en el sopor deletéreo.
Como se ve, la mortalidad es alta. De
esa cifra, el 10 por ciento degenera en accidentes graves, pero sólo la cuarta
parte de ese diez por ciento muere. Pueden darse casos de insuficiencia renal,
sangrado, coagulación severa o paro respiratorio. Los casos benignos dependen
del tipo de ofidio.
La dosis letal tiene que ver con el
tipo de ofidio. En el caso de la serpiente cascabel, por ejemplo, bastaría 35
miligramos para matar a una persona y 12 en el caso de la coral.
La persona mordida por una serpiente
ponzoñosa es salvable si es tratada debidamente. Ahora bien, corre riesgo con
ciertos remedios caseros o específicos como el Pessoa, producto brasileño, nada
científico, a base de vegetales.
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