Antonio
Esteves (en la foto), Director del Instituto de Fonología Musical del Centro
Simón Bolívar, anunció en el mes de agosto de 1973, haber creado
específicamente para ser aplicada a las ocho Salas del Museo de Arte Moderno
Jesús Soto de Ciudad Bolívar, una música electroacústica que él denominó “Cromovibrografía
Múltiple”.
Esteves cuando viajó a Londres en
1961 y luego a París en 1963, frecuentaba a Jesús Soto,
quien en cierta forma influyó para cambiar su estilo y experimentar con
la música electrónica.
Efectivamente, el Museo de Arte Moderno
fue inaugurado ese año el 25 de agosto y una de sus novedades interesantes
aparte de la colección que allí se exhibió, fue la obra permanente de Estevez
que puso a valer el Museo como el único conocido hasta entonces con ese tipo de
música electroacústica, similar a la que el propio compositor adaptó a la
estructura metálica del Pabellón de Venezuela en Montreal en 1968.
Previamente a la inauguración del
Museo, el musicólogo venezolano estuvo durante una semana en Ciudad Bolívar
trabajando en la instalación del sonido en cada una de las salas de exhibición
del Museo. Entonces dijo haber captado
la belleza y vibraciones de los trabajos expuestos en el Museo y sobre esa
base, aplicado un tipo de música integrado a la manifestación artística.
La obra, totalmente plástica y musical,
se la imaginaba el musicólogo como un satélite artístico vibrando en el
aire. Cada una de las ocho salas, de
acuerdo con las obras artísticas que exhibía tenía adaptada una música muy
particular, es decir, consustanciada o identificada con las obras expuestas.
Individualmente cada sala tenía su propia personalidad. En síntesis, se propuso el autor lograr en lo
posible que todo vibrara dejando el margen
subjetivo del artista auditor y contemplador que capte las emanaciones
espirituales que se desprenden del hecho integral.
Pero
la obra más representativa del Maestro Estevez es indudablemente La Cantata Criolla,
“Florentino el que cantó con el Diablo”, logrando que la cultura llanera
llegara a todas partes del mundo, transmitiendo las emociones propias de su
esencia, tal como posteriormente se lo expresa el poeta Arvelo Torrealba en una
carta: “…su Cantata se nos revela
sosegadora e inquietante, llana y profunda, universal y criolla, popular y
erudita, real y fantasmagórica”. La estructura formal de la cantata, que
incorpora voces y música instrumental, fue la forma perfecta para componer esta
obra. “la descripción musical de la tierra plana está realizada con notas
largas en un marco de pocas y recias notas cortas y como fondo; un persistente
ritmo de cabalgadura y a veces, tonadas de ordeño. Los sonidos del agua y del
viento, producidos por instrumentos, completan la descripción. De seguidas, un
ritmo acelerado de joropo acompaña el contrapunteo de lo dos solistas: un tenor
(Florentino) y un bajo (el diablo), quienes cantan los versos del romance de
AAT. Para los grandes momentos el compositor utilizó fragmentos de música
religiosa; en la invitación a cantar hecha por el diablo a Florentino, se oye
el “dies irae” ( día de ira: canto del oficio de difuntos; en la huida del
Diablo al sentirse derrotado, el “Ave Maris Stella" (salve estrella los
mares).
Antonio Estévez murió en Caracas el 26 de noviembre de 1988 y
con él, el sonido que Soto le había pedido para su Museo. Pero sobrevive el Instituto de Fonología
Musical fundado por él al igual que el Orfeón de la UCV fundado en 1943 y su
obra más representativa la Cantata Criolla que le valió el Premio Nacional de
Música en 1950.
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