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jueves, 11 de septiembre de 2025
EL CASABE DE GUAYANA TIENE FAMA
En la República de Honduras es familiar de¬cirle “yuca" a una noticia desagradable, pero en Guayana y muchas otras partes de Venezue¬la, yuca es una buena noticia en esta hora de la escasez alimentaria que nos pone a reflexionar en serio sobre la tesis Malthusiartja.
Nos referimos como noticia buena a la yuca dulce, porque la amarga se está poniendo amarga de verdad.
La yuca, bueno es recordarlo, es muy ameri¬cana y alimenticia en sus dos variedades cono¬cidas, aunque en Europa la utilicen como plan¬ta de ornamento, según tenemos entendido. Crece este tubérculo en suelos francos areno¬sos supliéndole a nuestros indios y campesinos las calorías que no es posible hacerles llegar por otros medios.
í Cuando decimos yuca, decimos mandioca, | con lo cual se elabora el “casabe" o "cazabe” g desde los más remotos tiempos americanos y
I que junto coa la arepa forma el alimento base
3 de la mayoría de los venezolanos, pese a la uni- I versalidad del pan de trigo que algún día ten- S drá que dejarle definitivamente la plaza libre a 1 estas dos harinas autóctonas a las que última- 1 mente ha querido agregarse la soya.
¿Cuál venezolano no ha comido este producto 9 resaltante de la yuca amarga que es el cazabe^
Precisamente, queremos hablar-d^Vcazabe, que en un tiempo fue el ali mentó popular, el alimento de los humildes y cuyo rango en la ac- y tualidad ha venido a conquistar la arepa. Hay a. razones para aseverar que el cazabe, per-hr a menosen esta-ciudad, es un artículo de lujo, es- de pecialmente si es el denominado “cintillo", que io se elabora en Guasipati, en El Miamo o Upata,
‘ üs porque ya el “palermero" que se hacía en Sole-
’ e dad,# reputado como el mejor de Venezuela, no } r existe. Respondía su inmejorable calidad a una ’ fórmula auténtica de familia que se extinguió a con el último de sus miembros. Por esa razón . J- no disfrutamos ese manjar que nos venía en-
j e vuelto en hojas secas de plátano y al más alto
, i- precio de la vecina población orinoquefta. Aho- en su sucesor se ha convertido el cazabe de
20 tortas cada uno y una cifra igual a Ciudad ; Guayana para el consumo interno. Otros tantos i se llevan a Caracas y otras ciudades del Centro . los camioneros que llegan aquí con cebolla, ajo, papas y otros productos. El flete de cazabe al 'i regreso es la mejor contrapartida comercial de i los transportistas de alimentos.
Y es que el cazabe guayanés como su queso tiene fama en cualquier restaurante del país, especialmente si viene de Guasipati adentro. “ Allí se produce el mejor cazabe, de primera, .■ con un buen sol y almidón, porque allá general- ~
mente el tiempo y la .tierra son ideales.
La raíz de la yuca amarga debe madurar - bien bajo tierra y a ia hora de prender los buda- res tiene que haber buen sol para que esta torta a de harina de mandioca sobre las trojas no se malogre reduciendo su calidad a un cazabe de .
segunda, o de tercera, que es a lo sumo el que ahora pueden comprar los pobres.
Los guayaneses están convencidos de que el » cazabe elaborado con muchos artificios mecá¬nicos como los de la cigüeña, la prensa y otros ■ artefactos inventados por la tecnología moder- í na, no es tan bueno como el elaborado con los tradicionales equipos dél rayo, el cebucán y el ■ manare, cestas indígenas estas dos últimas que han sido desplazadas de ia industria del cazabe y convertidas en artesanía indígena artística para la exhibición y la curiosidad del turista.
Decíamos que el cazabe esyn alimento de lu- " jo a pesar de que ahora la yuca amarga se cul- ¿ tiva en gran escala. Lo que ocurre es que esta * raíz feculenta se emplea con mayores benefi- .
cios en la fabricación de otros derivados de aplicación más productiva en la industria quí¬mica y animal. De aquí que el cazabe, que diez años atrás costara 30 bolívares el "tercio", cuesta hoy entre 80 y 100 bolívares. Esto ha¬blando del cazabe de primera, porque hay otros inferiores que se venden baratos.
Una buena torta de cazabe cuesta cinco bolí¬vares, mientras que con el mismo dinero se pueden lograr sesenta arepas hechas en casa con sólo sobar la harina, darle forma y meter¬las en el horno. Ha sido más fácil industrializar
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