Damelis Castillo, quería que Jesús Colina, cuando ingresó a la Escuela de Música que dirigía, aprendiera a ejecutar el saxo para que fuera solista algún día de la Orquesta Sinfónica Juvenil, pero Colina no se encontraba con ese instrumento de viento porque lo sentía como una ingente Pipa muy estrambótica, prefería el solfeo para cantarle a las piedras monumentales del Barrio El Zanjón donde ha vivido toda la vida, más ahora que como Jorge Luis Borges se está quedando ciego, y sin Pavel, por allá cerca de Cabo de Horno, para que le sirva de Lazarillo.
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