El 19 de Marzo de 2000, murió Manuel Yánez, autor de la
canción que lo hizo famoso: ”Flor viajera” Confieso que no llegué a asumir la
calidad total del vals "Flor Viajera" cuando por vez primera lo
escuché en la Sala Municipal de Cultura en la voz juvenil de Diosa Vallenilla,
acompañada del guitarrista José Luis Lara, sino en la mañana de un domingo en
el Museo Soto. Sorpresivamente pues no estaba en el programa, interpretado por
Raúl y Miguel Delgado Esteves, José Antonio y Telésforo Naranjo, integrantes de
“El cuarteto”, grupo musical caraqueño de "nuevas sonoridades dentro de la
música popular venezolana". Entonces los circunstantes, incluyendo a los
músicos, se pusieron de pies para aplaudir a Manuel Yánez, su autor, quien no
pudo contener la emoción resuelta en 1ágrimas. Aquel lánguido vals del cuadrado
Manuel Yánez de la calle Los Culiés, nos pone a pasear por el malecón extasiado
.en una flor espléndida sobre un mogote arrastrado por la inmensa corriente del
rio, una flor de virtual pureza, inmarcesible, que la impotencia humana ante la
grandeza del' río hace inalcanzable. Y la flor se aleja y se aleja y se oculta
irremisiblemente, pero deja la esperanza de que alguna vez regrese Amalivac a
cumplir la propuesta aborigen de la corriente inversa "y pueda ver mi
flor” La interpretación fue sólo instrumental, lo que nos hace pensar que si
hubiese estado también vocalizada, pues la letra es sensiblemente poética, el
momento habrías dejado marca emocional indeleble en los circunstantes. El
Cuarteto vino a confirmar lo ocurrido en el Teatro Teresa Carroño en agosto
cuando Francisco Pacheco, voz principal de "Un Sólo Pueblo" la interpretó
en homenaje al grupo "Serenata. Guayanesa" con motivo de su vigésimo
quinto aniversario. Según César Pérez Rossi, fue la canción más aplaudida como
también lo ha sido en todos los festivales donde ha participado, alzándose, por
supuesto, con el primer premio. Pronto fue incluida en varios CD como en otros
donde ya existen canciones de Manuel Yánez SI de los Culíes en Barca de oro y
alzando vuelo en alas de Casta paloma salió Alejandro Vargas, de allí, también,
con aliento de trascendencia, Manuel Yánez, a pesar de que nunca ejecutó
instrumento de cuerdas ni de viento. Manuel sólo sabía cantar y tararear cuando
de súbito y en el momento menos esperado, comenzó a fluir la prodigiosa vena de
este artista musical, mi antiguo vecino de la talle Las Mercedes, cuyo apellido
se vincula con aquellos célebres Yánez perseguidos durante la Colonia por
sumarse al movimiento del 19 de abril de 1810 y 1811, pero lo asombroso es que
Manuel Yánez no se había descubierto como poeta y músico compositor. Tres
infartos: uno al corazón, otro al pulmón y renal el tercero fueron necesarios
para que asumiera su atávico rol de artista. Desde entonces, me confesó un día
en compañía de su gran amigo Mario Vargas, el hijo del trovador Alejandro
Vargas, desde entonces vivía acosado por dulces sonidos telúricos hasta el
punto de haber concebido toda una geografía musical de Guayana donde solo faltó
por incluir los tepuyes porque, aparte de los pueblos, ya el Orinoco tenía su
flor. Increíble que en el lapso de sólo cinco años, Manuel Yánez haya compuesto
350 piezas de salsa, pasodobles y hasta una sinfonía sobre el mítico personaje
Amalivac o AmaIivacá, la cual fue adoptada por el Instituto Cu1tural del
Orinoco para motivar proyectos. (AF)
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