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miércoles, 26 de octubre de 2022
MIS PRIMERO PECUNIOS Y LA NARIZ DE BERGERAC
Todo cuanto soy y tengo se lo debo, fundamentalmente, al periodismo laborado con ardor vocacional. Sí, al periodismo ejercido en los medios de comunicación impresos independientes. Pero debo decir que mis primeros pecunios recibidos no fueron como periodista sino como amigo de una linda isleña llamada Natividad. Natividad porque nació el mismo día que el Niño Jesús. Ella estaba enamorada de un marino llamado Jesús Manuel que en cada puerto donde fondeaba el barco donde navegaba bajaba a tierra para consignar en el Correo la carta de amor que siempre aguardaba la isleña. Escribía con bellas palabras este marino que Natividad no se sentía capaz de responderle del mismo modo. De manera que buscó al amigo para que la ayudara. Algo parecido, pero al revés, a las carta de amor de Cyrano de Bergerac para la bella Roxana Aquel poeta francés del siglo diecisiete, que por tener la nariz descomunal no se atrevía a confesar su amor sino que buscó a su amigo Christian para que los hiciese por él.
Seguramente que el autor de Pinocho, al que la nariz delataba cuando no decía la verdad, se inspiro en este personaje que hasta una ciudad en Francia lleva su nombre.
El complejo nasal es universal, pero no todos lo sufren, incluyendo a Francisco Antonio Zea, Presidente del Congreso de Angostura, quien era narizón y que jamás toleró aquel joven Alberto Palazzi, quien de un chinazo malogró la nariz de del busto que está en el Paseo Orinoco. En aquella época no existía la especialidad pues, quizá, el prócer se habría hecho la rinoplastia como aconsejaba muy posteriormente Tagliacozzi quien restablecía y reparaba “todas aquellas partes que la naturaleza nos ha dado pero que la fortuna se ha llevado, no tanto para deleitar a los ojos, sino para animar al espíritu y ayudar a la mente del afligido”. (AF)
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