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lunes, 5 de abril de 2021
HORACIO CABRERA FUE SECRETARIO DE GALLEGOS
Una de las tantas veces que visité la casa de Horacio Cabrera Sifontes en las afueras de la ciudad. O mejor, la Quinta “Tibisay”, nombre de su primera hija, me regaló uno de sus once libros publicados, los cuales se refieren específicamente a Guayana, menos uno titulado La Rubiera, desarrollado en el estado Guárico.
Ese libro de regalo, de ambiente pastoril, con una amistosa dedicatoria, evoca las tierras de La epopeya patriótica con las complejidades propias de ese medio, y donde le tocó ser protagonista.
Me contó en esa ocasión, que todas sus obras son narraciones documentadas, pedazos mismos de su vida que seguramente tomó muy en serio la Academia de la Historia al admitirlo como miembro correspondiente, pues ahí no hay nada de ficción como siempre ocurre en las novelas.
Me contó, tomando una bebida de fruta con amargo de Angostura preparada por Doña Rosa, sobre su último exilio e incorporación a la vida democrática inaugurada por el gobierno de Isaías Medina Angarita.
Correspondiendo a una vieja y cordial amistad, su primera visita al llegar a Venezuela fue para don Rómulo Gallegos de quien había sido secretario y para quien había escrito en California la primera adaptación cinematográfica de su novela Doña Bárbara.
En esos días producía Gallegos la película “ Juan de la Calle” y ya su empresa “Estudios Ávila” se encontraba en precarias condiciones en la que se puso de relieve la actividad política reanudada en la calle Fue cuando con la muy sana sinceridad con que celebraba su llegada, le dijo que su puesto estaba en el partido Acción Democrática.
Me comentó don Horacio que entonces se sentía compelido a continuar en cierto modo la lucha política social, por la que había sufrido cárcel y expulsiones.
Había estudiado Ingeniería de Sonido en California y estaba a punto de claudicar porque no veía para él perspectiva inmediata en ese campo aunque no le había ido tan mal con la película Joropo que rodó en Nueva York.
Su regreso a Venezuela fue realmente emotivo y luego de visitar a Gallegos se dispuso visiblemente emocionado hacer lo igual con sus compañeros de La Rotunda y del exilio, pero observó en ellos contradicciones ideológicas y ciertos dejos personalistas y de caudillos nada gratos par su modo de pensar. De manera que cuando volvió a ver a don Rómulo, le dijo: “Esto, amigo Rómulo, es una "sampablera", yo no sirvo para insultar y a la vez ser amigo como parece en política. Yo me voy al campo a producir que es también una manera de hacer Patria”. Y el hombre prefirió otros caminos, los de crear bienes de fortuna que al final terminaron en Guayana como bien reflejan sus relatos. (AF).
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