miércoles, 28 de junio de 2017

La Banda del Estado Bolívar en 1916


El 19 de diciembre de 1916, el Presidente del Estado, general Marcelino Torres García, decretó la creación de la Banda Gómez del Estado y designó a José Francisco Calloca como director. 
Calloca era un músico y compositor italiano que vino en una compañía  de ópera contratada para actuar en el Teatro Bolívar.  Ejecutaba el clarinete, el fagot y el piano.  Se identificó con el ambiente y decidió quedase aprovechando que  la colonia italiana era muy importante a comienzos del siglo veinte.
El músico  al poco tiempo se convirtió en un agente de comercio importador y mayorista.  Importaba materiales artísticos, perfumes, pajillas y hasta automóviles.  Con la ayuda del Estado montó una Academia de Música y con los egresados fundó la Banda Gómez del Estado decretada por el Presidente y los equipó con uniformes e instrumentos importados por él mismo desde su patria Italia. 
De la casa italiana Adolfo Lapiani importó para la novedad de la Banda del Estado dos juegos de 44 uniformes de gala y de media gala.  Los primeros de excelente paño negro, tipo dolmen, de dos hileras de botones plateados y brandeburgos blancos y azules, más su correspondiente kepis de forma alta, semejantes al usado por ciertos cuerpos  de la infantería italiana, con plumero blanco y azul, cucarda en los colores venezolanos y una lira plateada, y los segundos de dril y kaki  con sus distintivos e insignias.
La Banda Gómez debutó con todas las de la ley, tocando en todas las ceremonias solemnes del Ejecutivo y ofreciendo esplendidas retretas ya en la Plaza Miranda como en la Plaza Bolívar, Plaza Arismendi y los fines de semana en el Paseo Falcón o La Alameda.
En la Banda destaca Domingo Maradei, padre de Monseñor Constantino Maradei Donato,  Además de barbero, pulpero, era junto con Antonio Caruso el primer clarinetista, de la banda Gómez primero y que la Banda Dalla Costa después.
Los directores de la Banda del Estado han estado, por lo general, sujetos a los cambios de Gobernadores.  Así, cuando el general Silverio González, fue designado Presidente del Estado en marzo de 1924, hizo que Calloca se dedicara a tiempo completo a su mejor lucrativo oficio de agente de comercio y dejara la dirección de la banda en manos de su alumno más destacado,  José Francisco Miranda (Fitzi), quien fungía de subdirector.
Telmo Almada, recién llegado de Zaraza en 1921, ejecutaba el trombón y el cornetín en la Banda y era al mismo tiempo director de la Orquesta Venezuela con la cual estreno su famosa pieza “Canciones de Himeneo” en el Paseo Falcón el 21 de octubre de 1930.  Fitzí Miranda, para no quedarse atrás, estrenó al año siguiente el pasodoble ¨Late 28¨ dedicado al primer avión comercial llegado a Ciudad Bolívar.  Ese mismo año firma contrato con la  Southen Music Publisching Co. de Nueva York para grabar su joropo ¨La Sapoara¨.
En octubre de 1930, el Presidente Silverio González es transferido al Estado Anzoátegui e invita al profesor José Francisco Miranda para que dirija la Banda de aquella entidad.  Fitzi acepta, especialmente porque el nuevo gobernante, José J. Gabaldón  ha traído consigo a su paisano Laudelino Mejías (el famoso autor de Conticinio) para que lo sustituya.  Eleva de 9 a 40 los ejecutantes Telmo Almada es nombrado subdirector.


El 8 de junio de 1932 fallece Manuel Jara Colmenares  y  toca a su paisano Laudelino Mejías acompañar con la Banda su entierro. Entonces interpreta sus valses El Guayanés y el Primer Ramo. Así quedan las cosas hasta 1933 que asume la presidencia del Estado el doctor Antonio Alamo y sustituye a Laudelino Mejías por  G. Franco.  Como Silverio González también ha sido sustituido en Anzoátegui, Fitzí Miranda vuelve a Ciudad Bolívar y funda una orquesta particular con el nombre de  Dalla Costa, que luego adosa a la Banda del Estado después de la muerte del Dictador. (AF)

lunes, 26 de junio de 2017

Rosendo Magallanes Guerra



Sus ascendientes provenían de los inmensos llanos del Guárico y de las montañas del Yocoima y como el gran marino del estrecho que lleva su nombre, navegó por el mundo de su fantasía creadora. Y guerreó durante cuarenta años hasta caer vencido y ahogado por el humo de las ramas que nos trajeron hace miles de años los arucas del sur.  Ellos, tal vez, le trajeron y no lo sabía, el arte que llevó hasta Suiza su alumno predilecto, el Chino  Ramón Eleazar López
       Lo conocí en  1969 bajo el ala sagrada de la poeta Mimina Rodríguez Lezama, nativa como su madre en la tierra del Yocoima. Entonces daba trazos sobre el lienzo con la sabiduría de un arquitecto venido del cielo, pero que sabía de las miserias, de las deformidades, de esqueletos retorcidos que muchas veces vimos retratados con fuerza en sus grabados.
       Con uno de ellos, creo se llamaba “Mecánicos L” (en la foto) ganó el premio mayor del Salón Estadal de Artes Plásticas, auspiciado por la Universidad de Oriente, la Casa de la Cultura y el Inciba. El jurado integrado por el Lic. Félix Guzmán, profesor Arsenio Pasarini y doctor José Sánchez Negrón fueron certeros y contundentes en el fallo.  Tenía 23 años y quería seguir los pasos del pintor de moda en esos años, el Maestro Jesús Soto, hasta dejar ver su equivocación y retornar a su camino expresionista y un tanto surrealista.
       Era silencioso como un sabio y atlético como un caballo de fuerza.  Por la vía del diseño y la fotografía llegó al periodismo e ilustró y redactó con el vigor avasallante del artista.  Siempre quiso estar arriba como un potro desandando  y explorando caminos que se perdían en el infinito de sus aspiraciones.  Tenía poder de convencimiento sin discutir mucho.  Era la vitalidad de su silencio entrecortado por su voz de bajo lo que le aseguraba el predominio en los más variados y complejos aspectos de la vida, incluyendo el del amor que le permitió prolongarse 33 veces.
       Alternaba sus creaciones plásticas con la fotografía, la docencia y el periodismo, en puestos de dirección.  En El Bolivarense, El Expreso y finalmente  El Progreso, diario tabloide donde  quedó la huella del periodista, del diagramador, del redactor y del director que  en vida fue el colega.
Carlos Mejías, después que dejó su participación docente y administrativa  en el IUTIRLA,  tuvo la suerte de encontrar en Rosendo Magallanes Guerra, su alter ego. Y es que el flamante editor de la Calle Vidal desde su juventud cultivó el proyecto de un periódico que en El Callao  se llamó  “La Voz del Yuruary, y en Ciudad Bolívar “La Denuncia”, pues bien, este semanario donde Rosendo Magallanes estampó su impronta, se convirtió en laboratorio de El Progreso, diario de profusa circulación en todo el ámbito regional en el  que hasta el momento de su muerte sirvió en calidad de director auxiliar aún con la salud paulatinamente cediendo a los embates del tiempo que nunca pudo alargar más allá de su desiderátum.  Perdió el equilibrio en el peldaño 63 de este tiempo y cayó, como dijera Neruda, como piedra en la tumba, sin perder la compostura a pesar del dolor que lo atenazaba.
       Bien recordamos su página en Facebook “SOY UN VIEJO PERIODISTA, CON CASI 40 AÑOS DE ACTIVIDAD PROFESIONAL ADEMAS, ME DEDICO A LAS LABORES DE ARQUITECTURA Y COMO ARTISTA PLÁSTICO, EN EL CAMPO DE LA PINTURA, ESCULTURA Y CERÁMICA. APARTE DE FOTÓGRAFO PROFESIONAL".(AF)


       

miércoles, 21 de junio de 2017

De Bártoli y Pompeyo

Pompeyo Márquez y enrique Aristeguieta cuando eran camardas

DE BÁRTOLI Y POMPEYO
A Humberto Bártoli lo llamaban sus allegados "El Hombre de la penicilina" y tal cogno­mento tiene su razón de ser. Fue él ciertamente el médico que primero intro­dujo y aplicó en esta re­gión la penicilina, a 16 años de haber sido descu­bierta por el científico in­glés Alexander Flemming. Y por la bendita penicilina, casualmente, el médico bo­livarense perdió su cargo en el campamento de la Iron Mnes Co. de Palúa.
El superintendente de la compañía pretendía que la poderosa sustancia bacte­riológica que traían cruda en frascos de 100 mil uni­dades desde Estados Uni­dos, fuese utilizada úni­camente en pacientes nor­teamericanos.   Entonces, se armó la de Tro­ya.  Bártoli formó un be­rrinche al Musiú, descolgó la bata de médico, se en­cuelló el estetoscopio, tomó el maletín y se mar­chó a Tumeremo llamado a combatir un serio brote epidémico de viruela. An­tes debió practicar de emergencia una operación quirúrgica, la primera en la Zona del Hierro, de un acceso apendicular al obre­ro Angel Medina. Total que fueron diez años en Tumeremo llegando a ser director del hospital del municipio.
En la década de los 50, Roscio que abarcaba Gua­sipati, El Callao, Tumeremo, El Dorado y Santa Elena, era un distrito de importancia minera y agro­pecuaria. Las minas de Oro de El Callao estaban con­cesionadas a la New Gold­field y allí, valiéndose que el gerente tenía su mismo apellido, logró enchufarse Pompeyo Márquez utili­zando uno de sus múltiples seudónimos de comunista perseguido: Ezequiel Már­quez.
Pero duró poco tiempo, pues tan pronto como en­tró, le montó un sindicato a la New Goldfiel. Dicen que fue el primero creado en el estado Bolívar, aun­que hay quienes aseveran que fue el Sindicato del Hierro mientras otros ase­guran que fue el de la Ha­rina en Ciudad Bolívar. Lo cierto es que Pompeyo pasó 15 meses en El Callao ya como secretario del hospital de la empresa, como contabilista de Rassi o em­pleado en los negocios de Alejandro González, pri­mer prefecto de la demo­cracia en 1958.
En El Callao, Pompeyo Márquez produjo sus pri­meros artículos periodís­ticos denunciando la rela­ción feudal que existió allí en tiempo de la Goldfiel. Hasta él fue imposible que llegara la inteligencia pes­quisante de la Seguridad Nacional, específicamente los sabuesos  Canache, Go­mecito, Roncito y Mano de goma. No era fácil porque Pom­peyo tenía el mismo apelli­do del Gerente de la Com­pañía y luego porque ex­hibía una pinta de musiú, no obstante ser bolivaren­se.  ¿Bolivarense?
Pompeyo explica lo de su gentilicio bolivarense que suele reclamar Soledad de Anzoátegui: "Lo que pasa es que antes el Orinoco no separaba sino que unía y había quien tenía casa a ambos lados por cuestiones de seguridad y comodidad, especialmente cuando el río crecía o se tenía que viajar al centro o pasar ganado. Es posible que yo haya nacido en Ciudad Bolívar como lo expresó mi mamá cuando fui a sacar la Libreta Militar y que mi papá me haya presentado en Soledad, lo que yo vine a saber circunstancialmente en 1958 cuando al visitar la capital del distrito Independencia de Anzoatiguense, el Prefecto me dijo que había encontrado accidentalmente esa partida. (28 de abril de 1922) Yo la tengo, la conservo, pero el resto de mi documentación personal  me mantiene como nacido en Ciudad Bolívar”.(AF)



martes, 13 de junio de 2017

La Bandera del Estado Bolívar


El 12 de octubre de 2000, además de conmemorarse el Día de la Raza, fue fecha propicia para izar por primera vez la Bandera del Estado Bolívar, diseñada por el maestro de la pintura, Jesús Soto y la cual había sido  presentada en 1995 al entonces gobernador Andrés Velásquez.  El Consejo Legislativo Regional, atendiendo la solicitud del Gobernador Antonio Rojas Suárez, retomó la discusión del proyecto de reforma de la Ley respectiva que la incluía y lo aprobó.  Luego en sesión especial en la  Plaza Bolívar, el Presidente de la Cámara hizo formal entrega al Gobernador para el Ejecútese de la Reforma Parcial de la Ley de Escudo, Sello, Himno y Símbolos del Estado Bolívar.  Acto que se cumplió al tiempo que al compás del Himno del estado se izaba la Bandera.
         La Bandera (168x110 cms.) de color dorado como la misma riqueza del suelo bolivarense, se compone de una circunferencia verde (69 cms.), en el centro, símbolo de su abundante vegetación y superpuestas a todo lo largo y centro de la Bandera, tres franjas azules horizontales de diez centímetros de ancho y separadas ente si por otros diez centímetros, símbolo de los ríos que surcan la región de Guayana. En el centro de la franja del medio, ocho estrellas blancas de cinco puntas cada una, colocadas en forma horizontal: siete representativas de la siete provincias que juntas declararon la Independencia de Venezuela, y la octava decretada por el Jefe Supremo Simón Bolívar el 20 de noviembre de 1817 para honrar a la Provincia de Guayana donde se estabilizaron los Poderes republicanos que hicieron posible la emancipación de Venezuela y Colombia.
         Con la Bandera quedó completada, la trilogía simbólica que tradicionalmente identifican a las entidades federales de la República.
Primero fue el Escudo, adoptado por la Asamblea Constituyente del Estado  soberano de Guayana en 1864 como resultado de la nueva Constitución impuesta por el triunfo de la Guerra Federal.  Luego, el Himno del Estado, el cual data del 5 de julio de 1911, por disposición del entonces Presidente del Estado, Arístides Tellería.  El Himno fue adoptado luego de un certamen ganado por el poeta J. M. Agosto Méndez y el maestro de la música Manuel Jara Colmenares..
         El Escudo del Estado Bolívar, posterior a la Colonia y a raíz de la Federación, tiene en la parte superior, fondo azul y formando arco, siete estrellas albas, las cuales simbolizan las siete provincias que se confederaron en 1811 para declarar la Independencia Nacional.
En la parte inferior, un río de oro en representación del Orinoco; sobresaliendo de las aguas una gran roca, figurando la Piedra del Medio. Sobre la roca sentada una India que apoya el brazo izquierdo en un ánfora que vierte agua en el río.
         Hacia la derecha del campo, y saliendo por detrás en posición oblicua, un caduceo como blasón del comercio; y a la izquierdo en la misma posición, un pico, símbolo de la minería. Coronando el Escudo y en el fondo plata, un triángulo radiante con un ojo en el centro que representa la mirada protectora de la Provincia.
         Dos ramas de oliva, emblema de la Paz, orla el Escudo desde la parte inferior donde se juntan, hasta encontrarse cada uno de los símbolos del Comercio y de la Industria Minera. El punto de unión de las ramas se oliva, ostenta un lazo de cinta alba en la cual se leen las siguientes inscripciones: en el centro 5 de julio de 1811, Independencia; a la derecha: 15 de febrero de 1819, Congreso de Angostura y a la izquierda: 16 de diciembre de 1863, fecha de que Guayana se incorporó a la República Federal.

Nota al margen,-  El Ingeniero mecánico Douglas Beltrán afirmó que en 1995 consignó ante el Despacho del gobernador Andrés Velásquez, el diseño de una bandera similar y supone el Maestro Jesús Soto se recreó en ella para cumplir con el encargo del gobernador de concebir una Bandera para el Estado Bolívar. (AF)