En la ciudad ha ido
desapareciendo la creencia de que los eclipses son llamados del cielo para
reprimir y castigar faltas cometidas por quienes se sienten culpables de haber
contrariado las enseñanzas cristianas.
Por eso cuando se anunció que el 12 de noviembre de
1966 se registraría un eclipse de Sol,
los supersticiosos se inquietaron por creerlo una señal de catástrofe, Más
cuando vieron que algunos se suicidaron y otros tomaron sus previsiones. Las
mujeres embarazadas temerosas de interrumpir el proceso de gestación, se
colocaron prendas rojas, ataron llaves
en su cuerpo y permanecieron en sus casas, mientras los campesinos colocaron
moños rojos en sus siembras y en los árboles frutales.
Ciudad Bolívar ese día amaneció aparentemente sin Sol, pero
con una mañana relativamente clara, serena, fría, un cielo plomizo y
parcialmente nublado hacia el occidente en horas tempranas.
Numeroso público esparcido en las equinas de la ciudad, en
las azoteas de la casas altas y en las lomas de los cerro El Vigía, La Esperanza y El Zamuro,
oteaba el cielo hacia el Oriente en busca del disco solar, pero nunca se vio,
como algunos aquí creían: la luna interfiriendo el Sol en la forma como
grafican los eclipses. Solamente se veía
el sol casi fijo en el cielo como una gran estrella que había perdido su vigor
y gran luminosidad.
Aquí no hubo desastres, si acaso el desbordamiento del Caño
Mánamo en el Delta que arrasó cosechas y sembradíos y suicidios extraños
atribuidos al eclipse: Un hombre que se lanzó
al Orinoco con una pesada cadena en el cuello; un preso que hurtó un revólver,
se fugó y luego se desarrajó un tiro en la sien; un anciano que mató a su
esposa de 28 machetazos, un sexagenario que se ahorcó en la
Plaza Páez , una joven que realizaba un
curso de telefonista que se vino expresamente de Caracas a envenenarse y otro
que se ahorcó frente a la
Casa San Isidro..
Efectivamente, Santos Martínez, de 31 años, agricultor, detenido en la Alcaldía de Tumeremo, se
fugó luego de violentar un escritorio y extraer de él un revólver. Posteriormente, en el sitio denominado
“Caratica” se desarrajó un tiro en la sien.
Otro suicidio correspondió al señor Virgilio Siso, de 63
años, casado, domiciliado en la Urbanización Vista
Hermosa. Apareció guindando del árbol
ornamental más alto de la plaza.
También apareció ahorcado Mario Félix Sánchez frente a la
Casa San Isidro donde vivió Simon Bolívar.
Josefina Valdés, de 18 años,
realizaba un curso de telefonista en Caracas, regresó a esta su ciudad
natal sin saberlo sus padres y en una casa amiga de El Cambao consumó su muerte
ingiriendo raticida.
Una señora española, Mercedes Ballesteros Mayo, asesinada de
28 machetazos que le descargó su esposo,
un comerciante ferretero que consumía psicofármacos contra el insomnio. El
hombre se había casado seis veces en el lapso de dieciocho años. Sus ex esposas, casi todas extranjeras,
concertaron con él trato matrimonial por
el sistema de correspondencias que orientan y estimulan algunas revistas.
Desde
la chalana “Virgen del Carmen”, un
sexagenario de nombre Jacobo Flores se lanzó al Orinoco con una pesada cadena
enrollada en el cuello, poco antes del mediodía y en presencia de varias
personas que no alcanzaron remotamente a presumir que el “Viejo Jacobo” estaba
preparando su muerte. El hombre dio dos
pasos y se lanzó de cabeza al río
yéndose rápidamente al fondo. Los
presentes, sobrecogidos por la impresión, no articularon palabras sino pasado
unos segundos. Alguien dijo:
“!desapareció!” y otro miró hacia el cielo y comentó: “!Son terribles estos días de eclipse"
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