“La
múcura está en el suelo, mamá, no puedo con ella / Me la llevo a la cabeza y,
mamá, no puedo con ella / Es que no puedo con ella”. Este porro colombiano de Tulio Fuentes de los años cincuenta, según me
han dicho, volverá por sus fueros. Como
que es la moda. Está resucitando la
música del pasado así como José Luis Rodríguez resucitó la de los Panchos. Siempre es
bueno que suceda, al menos en este caso de la múcura, para dar a conocer una expresión indígena que
el avance de la civilización ha ido sepultando en el olvido. Porque la múcura es vocablo cumanogoto y
tamanaco, según el diccionario folclórico del amigo Juan José Ramírez. Claro, nuestros antepasados no decían múcura sino mukra. En Colombia y Bolivia también es común el término.
Se trata de un ánfora de barro, o más
criollo, de un tinajón de barriga esférica, cuello largo y boca ancha,
utilizado antes para cargar agua en la cabeza o en el cuadril y también
para enterrar sus morocotas quienes poco confiaban de la banca.
Este recipiente de barro crudo fue
popularizado en una canción en forma tal que el nombre, por asociación o
figuración, se lo endilgaron a autobuses, carretas, barcos y ratoneras. En Ciudad Bolívar fue popular una chalana
construida por Alberto Minet y echada al río con ese nombre, para trasbordar
los vehículos entre una costa y otra del Orinoco, pero tanto va el cántaro a la
fuente hasta que se rompe. La chalana se hundió en febrero de 1952, martes de
carnaval, entre la isla Degredo y la Piedra del Medio.
La chalana había zarpado de Soledad con
2 camiones zorra cargados de palas mecánicas para una compañía minera, más sus
respectivos conductores, ayudantes, un pasajero y los tripulantes de la
embarcación. Zaspó y no arribó a su
destino porque se hundió y desaparecieron bajo las aguas el conductor Vicencio
Verdú y su ayudante Octavio González.
Los demás sobrevivieron a este naufragio que opacó la alegría del
Carnaval y del que se estuvo hablando por mucho tiempo.
Hasta se especuló atribuyéndolo a la hidra de siete cabezas que según una vieja leyenda mora bajola Piedra del Medio.
Hasta se especuló atribuyéndolo a la hidra de siete cabezas que según una vieja leyenda mora bajo
En esa oportunidad, la guaracha hizo
mutis en los escenarios y emisoras. En
cambio, cuando Marcos Pérez Jiménez fue derrocado por el golpe cívico militar
del 23 de enero de 1958, los medios radioeléctricos no encontraron una música
más apropiada y asociada al
acontecimiento que “La Mucura ” en la voz grabada
de Víctor Piñero. La verdad es que nada
era tan parecido a una múcura que el célebre gordito de Michelena, sólo que el
cuello, en vez de largo, era corto, pero
estaba en el suelo porque el pueblo ya
no podía ni lo quería.
La responsabilidad de Minet quedó intocada,
pues se comprobó que La Múcura
se hundió no porque se la haya tragado la hidra sino por exceso de carga. Fue la primera chalana de hierro construida
por Minet recién llegado de Francia y por encargo de don Antonio Levanti
asociado con Planchar, quien era dueño de una bomba de gasolina y un taller de reparación
de vehículos.
A la orilla del
río, cerca de la las instalaciones de los depósitos de combustible de la Creole , Minet construyó un cobertizo para construir la chalana y que
al mismo tiempo le sirvió de oficina y
cuarto de dormir. El señor
Planchar no estaba convencido de que una chalana de metal flotara siendo el
hierro tan pesado. Minet le apostó la
escopeta que él le había prestado para cazar patos en la laguna. Si el barco se
hunde más arriba que la línea de flotación, la escopeta es mía le dijo Minet.
Cuando se convenció que La
Múcura flotaba y que había perdido su escopeta, “Me la entregó
arrepentido de haber dudado de mí”. Me contó Minet, quien de ninguna manera la aceptó. La segunda chalana construida por Minet fue
la de Olivieri para el Paso de Caruachi en el Caroní. (AF)
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