René Silva Idrogo a quien
conocemos como profesional de la medicina especializada, aunque siempre picado
por el prurito de la política, comenzó a sentir la necesidad de escribir y lo
hacía desde el año anterior que dio a luz “Retazos”, un libro mitad poemas,
mitad relatos y que fue como globo de ensayo para medir sus posibilidades de
aceptación en la creación literaria.
Y
la necesidad en este campo a René se le volvió ambición y lo percibimos cuando
contrapunteamos un poco con él un día de enero sobre “En el nombre de
Hipócrates”, su segundo libro en menos de un año que amaneció como la historia
novelada de un médico que invocando al padre de la medicina distorsiona los
principios de la deontología médica.
En
base a la lectura de este libro de 166 páginas y 20 capítulos dialogamos con el
autor sobre el tema de la novela que nos
pareció interesante porque ha sido escasamente tratado en forma literaria, sin
embargo dudaba de que tuviese el éxito
que él suponía.
-El
éxito o fracaso –respondió- lo dará la aceptación o no del lector con todas las
limitantes que significa carecer del conocimiento de ciertos mecanismos y
contactos para que ocurra.
¿Estás
realmente sólo en este propósito? -Yo quiero hacer un camino desde el ABC,
sin pasar por encima de nadie, sin utilizar influencias, sin tener que hacer
una edición endosada por organismos públicos o privados. Quiero medirme ante el
país decidor que es el público.
¿Deviene
esa animación acaso de tu primer libro? -Después
que terminé “Retazos” quedé con la efervescencia, no hay duda, y ahora me
encuentro como en una pendiente que quiero continuar escalando sin temor a dar
un mal paso y deslizarme.
Mi fraterno amigo, gran persona, gran médico y polifacético.
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