AGENTES CONSULARES DE ANGOSTURA
Cuando Ciudad Bolívar era puerto fluvial
importante, tan importante como los marítimos de La Guaira y Puerto Cabello,
llegó a tener residenciados hasta quince agentes consulares. Hoy, cuando todo se ha desplazado a Ciudad
Guayana, tan sólo le queda el Consulado de Italia, al frente del cual está el
ingeniero Dino Rampini, quien sustituyó a su padre Enzio Rampini a raíz de su
fallecimiento y quien había cambiado a su natal San Carlos de Cojedes por la
capital orinoquense. Aquí se quedó
poniéndole capa asfáltica a los techos de las viviendas y por esa vía llegó a
ser varias veces Presidente de la
Cámara de Comercio, emulando en ese sentido a don Natalio
Valery Agostini, quien lo fue repetidas veces y era además, Cónsul de los
Países Bajos.
Uno de los primeros cónsules italianos,
entonces era de su Majestad el Rey de Italia, fue Cristiano Vicentini, a quien
vemos en la fotografía, llegado a
tierras de Orinoco como impresor de primera para editar “El Filántropo”, semanario
de combate, muy polémico de los liberales dallacostistas, al que el periodista Juan Vicente González calificó de
“monumento a la perversidad”.
Los agentes consulares son funcionarios
encargados de representar a un país en territorio extranjero protegiendo a sus
ciudadanos y fomentando las relaciones comerciales. Se diferencian del agente diplomático en que
no interviene en los asuntos de política internacional y se limitan a actuar
como oficial del registro civil y agente comercial. Cuando no existen los diplomáticos
permanentes, realizan toda suerte de tareas.
Pero la figura del cónsul no siempre
fue esa. En la antigua Roma, los dos
magistrados máximos que ejercían la autoridad y el poder político recibían el
nombre de Cónsul y la Francia
revolucionaria, es decir, la de 1799, rescató esta figura del consulado romano
y la implantó como sistema de gobierno en manos de tres cónsules. Napoleón Bonaparte que era uno de ellos,
logró dominar a los restantes y asumir el consulado perpetuo, con lo que allanó
el camino para la conquista del poder imperial que por cierto desagradó al
joven Bolívar que para entonces (1804) se encontraba en Francia..
Ahora, la figura del Cónsul como ya lo
habíamos señalado, se limita a proteger y fomentar el comercio entre el lugar donde
reside y el país que representa. Actúa
además como apoderado y escribano de sus connacionales y proporciona al
gobierno que representa toda clase de información económica, bien a través de la Embajada o del Consulado
General.
En 1863, Ciudad Bolívar parece que
batía el record de las ciudades de provincia con número de agentes consulares
lo cual, por supuesto, denotaba su
relevancia económica: Las crónicas de
entonces daban cuenta de Keneth Mathison, Vicecónsul de su Majestad
Británica; Antonio Dalla Costa,
Vicecónsul de Suecia y Noruega; Carlos H. Oler, Cónsul de los Estados Unidos;
Marcos Calderón, Vicecónsul de su Majestad Católica; Hermann Coulander,
Vicecónsul de su Majestad el Rey de Dinamarca; Dr. Luis Plassard, Vicecónsul de
su Majestad el Emperador de Francia; Adolfo Vinnen Cónsul de su Majestad el Rey
de Hannover; Cristiano Vicentini, Cónsul de su Majestad el Rey de Italia; Elías
Guerra, Vicecónsul de los Estados Unidos de Colombia; H. Krohn, Cónsul de las
ciudades Hanseáticas; L. F. Blohn, Cónsul de Bélgica; C. Destein, Vicecónsul de
su Majestad el Emperador del Brasil; Teodoro Ferdhusen, Cónsul del Gran Ducado
de Oldenburg; H. N. Frazeus, Vicecónsul de los países Bajos y Carlos Vanselaw,
Cónsul de su Majestad el Rey de Prusia.
Como vemos, un ougi o
abanico consular muy airoso para la Angostura de entonces. (AF)
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