Conocí a Caupolicán Ovalles en julio de 1968 a través de Eleazar Díaz Rangel en la ocasión de la Convención Nacional de Periodistas celebrada en Ciudad Bolívar y que me tocó presidir, como homenaje al sesquicentenario del Correo del Orinoco. Entonces hizo él una exposición con periódicos de Ciudad Bolívar del siglo diecinueve, pertenecientes a la Gran Papelería del Mundo, herencia de sus ascendentes y que como él me dijo estaba destinada a ser y seguir siendo, pues había llegado a un acuerdo para que pasara a formar parte de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional.
Cuando lo hizo, solicitó se le
impusieran la escala de adquisición aplicable a cualquier ciudadano a fin de
evitar toda comercialización posible con los bienes de la Papelería, organizada
por su familia durante los últimos dos siglos.
Obviamente, no podía él hacer de la Gran Papelería del Mundo un
acto de comercio porque su abuelo Ovalles que vivió 95 años, la desarrolló para
el conocimiento del país y así ha sido. La tesis de la estudiante de cine Rebeca
Padrón, se nutrió de esa Papelería para redactar su tesis sobre los cines de
Ciudad Bolívar.
Un tiempo después el poeta volvió a la
ciudad para bautizar el libro Talco y Bronce e Insitu, del poeta
John Sampson Williams y fundar de paso el capitulo del Fondo Editorial
Orlando Araujo, pensando siempre que el libro en sí es lo más importante
que tiene una sociedad para preservarse, para defenderse y para nutrirse.
Más que por su poesía y narrativa,
Caupolicán Ovalles era virtualmente más conocido como Presidente de la República
del Este que como me lo dijo en esa ocasión, fue la respuesta en los años
setenta a un estado de ánimo, de afecto, y de una maravillosa condición de ser
de la gente y una práctica de deseo de vivir, como decía un pintor chileno,
de “unas ganas de vivir”.
La idea de la República del Este
se la atribuyó siempre, pero la idea original era del estadista francés
Francois Mitterand, quien le organizó un contra - estado al General De Gaulle y
le nombró un contra - gobierno que fue prácticamente una de las causas de la
caída del Degaullismo. Manuel Alfredo
Rodríguez también fue Presidente de la República del Este y a ella
asistieron en sus primeros tiempos Jaime Lusinchi, Jóvito Villalba, Luis
Beltrán Prieto, Luis Herrera, Luis Pastori, El Búfalo, Manuel Quijada, Gonzalo
García Bustillos, Osorio Canales, Argenis Daza Guevara, Víctor Salazar, el
galáxico Héctor Gil Linares y toda una cáfila de intelectuales residentes en la
capital metropolitana de Venezuela.
Por la presidencia de la AEV que nació
un 24 de diciembre, Día Universal de la Natalidad, pero de 1935, pasaron,
además de Caupolicán Ovalles, intelectuales de la talla de Miguel Acosta
Saigne, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Díaz
Sánchez, Luis Pastori, Pascual Venegas Filardo entre otras notabilidades.
Caupolicán Ovalles, nacido en Guarenas del Estado
Miranda en 1936 y fallecido en el 2001, fue uno de los más audaces exponentes de la estética vanguardista. Miembro
fundador y el más polémico quizás del
Techo de la Ballena. Presidente de la Asociación de Escritores de
Venezuela (AEV) durante más de dos décadas, mantuvo toda su vida una actitud
iconoclasta y lúdica ante las instituciones y los formalismos de la vida
literaria nacional.
Su poesía ofrece una mezcla de sátira y
elegía, confidencia y burla, invectiva e inventiva, y explora a la vez la
memoria personal y familiar individual y los tópicos de la identidad colectiva.
Escribió ¿Duerme usted, señor Presidente?
(1962), En uso de razón (1963), Elegía
a la muerte de Guatimocín, mi padre, alias El Globo (1963), Copa de
huesos (1973, Premio Nacional de Literatura), Canción anónima (1980)
y Alfabetarium (2001). Es también autor de una Antología de la literatura
marginal (1977) y de la novela Yo, Bolívar rey (1987). (AF)
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