La idea de una ciudad con el nombre del Libertador Bolívar tuvo su origen en el Congreso de Angostura de 1819, donde se sancionó la primera Constitución centralista de Venezuela, sustituida inmediatamente por la Carta Fundamental de la República de Colombia que comprendía la reunión de Venezuela, Nueva Granada y Quito. | ||
l nombre toponímico de Angostura, capital de la Provincia de Guayana, fue suplantado por el de Ciudad Bolívar el 30 de mayo de 1846 y desde entonces se llama así en memoria del Libertador que acunó en ella las ideas redentoras de todo un continente.
El primer nombre de la capital guayanesa era de signo onomástico. Santo Tomás de la Guayana la bautizó don Antonio de Berrío por haber iniciado el levantamiento de la ciudad el 21 de diciembre de 1595, día de Santo Tomás, apóstol célebre por la incredulidad que manifestó acerca de la resurrección del Cristo.
El nombre persistió a través de las traslaciones de la capital, pero en cada caso con un cognomento, casi siempre del lugar donde era reubicada. Al ser mudada por el gobernador Luis Monsalver en 1629, zona del caño Usupamo, fue llamada Santo Tomás del Usupamo. En 1637 Diego López de Escobar la trasladó a la margen izquierda del Caroní, y le puso el nombre de Santo Tomás del Santísimo Sacramento de Guayana.
Cuando en 1764 el rey Carlos III encomendó al comandante don Joaquín Moreno de Mendoza su traslado a la parte más angosta del Orinoco, la denominó Santo Tomás en la Angostura del Orinoco, aunque por abreviación solía llamársele simplemente, Angostura, y así perduró hasta 1846 que le sustituyeron el nombre por el de Ciudad Bolívar.
Angostura, nombre que resultó atractivo para Humboldt, tanto que en los relatos de su viaje es con el que identifica a la capital de Guayana y tomó vuelo y resonancia con la llegada de los patriotas.
El Libertador y los patriotas en general se afincaron en ese nombre y lo proyectaron a través del Correo del Orinoco a todas partes del mundo. Es entonces, a partir de la tercera época de la guerra de independencia cuando realmente se arraiga el nombre de Angostura en el alma de los pueblos. Llega un momento en que el nombre de Guayana tan persistente durante la época colonial, llega a confundirse con el de Angostura. Ni siquiera se habla del Congreso de Venezuela reunido en la capital de Guayana sino del Congreso de Angostura; del Mensaje de Angostura, del Puerto de Angostura, y para colmo el preparado que fabrican los boticarios con una corteza de quina del Caroní se hizo famoso en el mundo con el denominación Amarga de Angostura.
1819
En nombre de Angostura se prolongó por más de ocho decenios y cuando por fuerza legal dejó de ser al sustituirse por el de Ciudad Bolívar, quedó perviviendo a una altura de 4.500 metros sobre el nivel del mar en el Páramo de la Cordillera Oriental de Colombia y en el Estrecho de Magallanes.
La idea de una ciudad con el nombre del Libertador Bolívar tuvo su origen en el Congreso de Angostura de 1819, donde se sancionó la primera Constitución centralista de Venezuela, sustituida inmediatamente por la Carta Fundamental de la República de Colombia que comprendía la reunión de Venezuela, Nueva Granada y Quito.
Bolívar que hasta entonces había sido un descalabro para el sostenimiento de la república sobre las acciones de la guerra, parece despojarse de su mala estrella en las alturas de los Andes, pues su ejército tras vencer al Virrey Sámano en Gámeza, Pantano de Vargas y Boyacá comienza a hilvanar victoria tras victoria hasta dejar emancipado casi un continente.
Esta portentosa hazaña que deja libre para siempre a Cundinamarca, suscita para Bolívar todos los obsequios expresados en la elocuencia del diputado margariteño Domingo Alzurú: “El General Bolívar (…) nos ha hecho conocer en esta ocasión cuánto podemos y debemos esperar de su valor, pericia, patriotismo y actividad. Sus asombrosas hazañas influyen sobre nosotros y hacen ver a los Pueblos que no tienen que arrepentirse de haber puesto en nuestras manos la Suprema Autoridad. Nosotros le hemos dado un Presidente del Estado que ha salvado la Patria, que ha hecho triunfar las Armas de la República, que ha hollado la soberbia y tiranía de nuestros opresores (…) Es pues necesario hacer ver a estos mismos pueblos y a las naciones civilizadas que somos sensibles al mérito y a la virtud; siendo nosotros los primeros en tributar obsequios juntos y debidos al vencedor de Boyacá y Libertador de Venezuela y de la Nueva Granada, invitando a los demás con nuestro ejemplo a manifestar su reconocimiento a tan benemérito Ciudadano (…)”.
“Honorable Legisladores: Estad ciertos que por mucho que hagamos para manifestar nuestra gratitud a nuestro amigo y Conciudadano Simón Bolívar, jamás podremos recompensar dignamente a un Héroe que nos ha dado Patria, vida y libertad”.
MÁS DE AMÉRICO FERNÁNDEZ
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Capital de la República
Ese día, 17 de diciembre de 1819, quedó sancionada la Ley Fundamental de la República de Colombia integrada por los Departamentos Venezuela, Quito y Cundinamarca que tendrían como Capital una nueva Ciudad con el nombre del Libertador Simón Bolívar.
La ley en su artículo 7º, se expresa así: “Una nueva Ciudad que llevará el nombre del Libertador BOLÍVAR, será la Capital de la República de Colombia. Su plan y situación se determinarán por el Primer Congreso General baxo el principio de proporcionarla a las necesidades de los tres Departamentos, y a la grandeza que este opulento país está destinado por la Naturaleza”.
Así quedó ratificado en la Constitución sancionada por el Congreso General reunido en Cúcuta en mayo de 1821, pero la nueva ciudad con el nombre de Bolívar jamás fue erigida. La capital de Colombia hasta su disolución en 1830 fue siempre Bogotá.
Hasta 1843 el nombre de Bolívar parecía sepultado en el silencio de los venezolanos. Año de transición de la segunda presidencia de José Antonio Páez a manos de Carlos Soublette y año también en que el Congreso de Venezuela decretó el traslado de los restos del Libertador, un decreto que puso en sintonía al pueblo venezolano con la memoria y la gran obra del Libertador que el temor por los prejuicios políticos había resignado hasta mejor momento.
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