Fue apresado en horas del mediodía en las instalaciones del terminal de pasajeros de esa ciudad, en medio de una operación en la que participaron veinte miembros de la Brigada de Inteligencia de la Guardia Nacional, adscrita al Comando Rural 49 de Portuguesa.
Este sujeto es famoso por sus muy abultados prontuarios policiales. Se le conoce como el cabecilla de la denominada Megabanda, la cual tiene en su haber más de 1.200 robos entre los que se cuenta el de Blindados de Oriente, en Puerto Ordaz el 5 de enero del presente año, de donde se llevaron 4 mil millones de bolívares.
En su libro escrito en la cárcel, el comisario Iván Simonovis, cuenta las peripecias delictuosas de este hombre que tuvo un trato extraordinariamente humano de la Justicia venezolana, infinitamente superior, por supuesto, al soportado por él como preso político del régimen chavista.
Cuenta el comisario que con Oswaldo Martínez Ojeda tuvo una historia personal. Su primer caso en la Policía Técnica Judicial fue con este personaje. Era diciembre de 1982. Había un hombre asesinado dentro de un Ford Sierra. Testigos que vieron a alguien huyendo después de que sonaron los disparos. Resolver esto se convirtió en una obsesión. Identificó a un sospechoso: un criminal astuto y veterano. Lo buscó. Lo rastreó. Lo esperó. Y el día menos pensado el hombre se montó en la patrulla con absoluto descaro. Así lo atrapó la primera vez. Como en una escena de película.
En 1985 fue la segunda. - ¡Coño, Simonovis!, dijo al verse sorprendido paseando en un centro comercial.
En 1985 Martínez Ojeda sumaba al menos una docena de bancos robados y escapadas de varias cárceles. En 1992 participó junto con el célebre “Capitán Avendaño” en el asalto a la avioneta de Transvalcar en Puerto Ordaz en el que terminaron asesinados el piloto, el copiloto y los dos guardias que custodiaban dinero y oro. En 1995 la Interpol lo capturó en México y fue deportado a Venezuela. Lo mandaron a la cárcel de El Dorado y en 1998 escribió un mensaje en la pared de su celda vacía: “Chao, pronto tendrán noticias de mí”. Antes de irse, dejó varios muertos en el camino.
Creó la famosa Megabanda a la que se le atribuyen unos cuantos asaltos de alto riesgo y cuantioso botín y asesinó él mismo a dos inspectores del Cicpc en Calabozo. Fue detenido en 2001 y procesado en 2005 por robos y homicidios.
Simonovis cuenta lo que pasó: “... recibió la dulce condena de seis años, 22 días y 12 horas de prisión. Leyeron bien: ¡seis años! ¡no treinta! Fue trasladado a petición de sus abogados al estado Carabobo, porque en el estado Bolívar la presión pública contra él 'era muy fuerte' ya que ahí cometió sus crímenes más atroces, así que en este nuevo penal, en Tocuyito, le permitieron trabajar la agricultura en un campo al aire libre y con todo el sol que quería. El 4 de junio de 2008, seis años después de su captura y tres después de su condena, le fue conmutado el resto de la pena a cumplir en confinamiento, otorgándole boleta de pre-libertad y ordenándole presentarse ante la primera autoridad del municipio en el cual iría a vivir. ¿Qué creen ustedes que hizo? Apenas salió a la calle desapareció y fundó una banda dedicada a secuestros en el estado Carabobo”.
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