Repatriados de Francia el día anterior, los restos de quien fuera tres veces presidente de Venezuela reposan finalmente en el Panteón Nacional que hizo construir para que en el mismo reposaran definitivamente los restos de los héroes de la patria.
El 31 de julio de 1899 el presidente Ignacio Andrade emitió el decreto por el cual los restos del general Antonio Guzmán Blanco debían ser trasladados a Caracas desde Paris, donde pasó los últimos años de su vida para que tuvieran eterno descanso en una de las tantas obras que había sembrado en el país: el Panteón Nacional. 100 años después se dio cumplimiento al decreto.
En los actos de inhumación, el primer mandatario nacional compartió el presidio con el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Luis Miquilena; el presidente de la Cámara de Diputados, Henrique Capriles Radonski, así como los descendientes de Antonio Guzmán Blanco.
El orador de orden fue el doctor Federico Brito Figueroa, rector de la Universidad Experimental Rómulo Gallegos.
Antonio Guzmán Blanco, quien se hizo construir estatuas en vida que al final fueron demolidas por el pueblo, indignado contra su continuismo mientras él se hallaba en Francia, tiene en su haber de gobernante el haber introducido la moneda del bolívar, haber decretado la educación primaria gratuita y obligatoria y la inclusión del matrimonio y el divorcio en el ordenamiento jurídico.
Nació en Caracas el 20 de febrero de 1829 y falleció en Paris el 28 de julio de 1899. Uno de los pocos ilustrados de su tiempo, militar, diplomático, abogado, parlamentario como su padre Antonio Leocadio Guzmán y político. Caudillo de la guerra federal al lado de Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora, presidente de Venezuela en tres ocasiones entre 1870 y 1888.
Autócrata ilustrado, dotado de una extraordinaria capacidad para promover el progreso y concentrar el poder en aras de una hegemonía política que le generó contumaces adversarios, pero que le permitió influenciar desde sus raíces en las sucesivas presidencias de Juan Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacios, Joaquín Crespo e Ignacio Andrade derrocado por la revolución liberal restauradora liderada por Cipriano Castro.
Guzmán Blanco fundó la Academia Venezolana correspondiente de la Real Academia Española, pero también fusiló a enemigos políticos y despreció a hombres ilustrados como Cecilio Acorta. Hay que reconocerles que transformó a Caracas, pero a la par se hizo levantar estatuas.
El Panteón Nacional es obra de su gestión y el gobierno consideró justo que sus restos estuvieran allí, pero no sus estatuas derribadas. Ellas fueron demolidas por el pueblo. Una de bronce, pedestre en la plaza de San Francisco, de Valencia, el 26 de octubre de 1889. Otra ecuestre de bronce en la plaza Capitolio, en Caracas, derribada el 21 de diciembre de 1878; En la plaza de San Isidro, Ciudad Bolívar, un obelisco con un busto del ilustre demolido en 1879. En la Colina del Calvario de Caracas se puso un bronce gigante, pagado por el Concejo Municipal de Caracas con 248.893 bolívares, desde el 1 de enero de 1876 hasta su triunfal caída el 21 de diciembre de 1878, vuelta a levantar el 13 de febrero de 1879, demolida por las manos del pueblo el 26 de octubre de 1889. En la plaza de Valle de la Pascua la ‘estatua de la Paz’ se inauguró el 20 de diciembre de 1876, desapareció en 1909.
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