David Meignen Medina me ha enviado desde Ciudad Guayana donde reside su producción literaria más reciente con un título complaciente: “Los versos que tú querías”.
Meignen Medina, nativo de La Urbana, 1938, estudió Derecho y egresó de la Universidad Central en un tiempo en que los amantes y cultivadores de la poesía habían dejado atrás la tradición clásica del metro y la rima y apostaban por una poesía más libre y airosa, sin el corset de las formas y entonaciones exactas.
Sin embargo, el estudiante de derecho se resistió al abandono de las raíces de su infancia nutridas con la savia de la pesca, la ganadería y el amiente bucólico-fluvial del que ha sido considerado el pueblo más antiguo de Guayana (1731) habitado por los otomanos, custodios de la tortuga arrau que por su abundancia impresionó tanto a julio Verne a través de Chaffajón que lo llevó a decir que se podía ir de una orilla a otra del Orinoco andando sobre su carapachos.
El ambiente rural del Oriente y Guayana siempre han estado consustanciados popularmente con la décima y sus variante el galerón y a la fulía. David Meignen desde sus tiempos más tempranos tuvo contacto con la décima y ese género de la poesía que también cultivaron el poeta y novelista Vicente Espinel en el siglo dieciséis y en la poesía modernista el poeta uruguayo Julio Herrera es el que resalta en su reciente poemario al lado del soneto que también domina.
Una de las compositoras más célebres de décimas fue Violeta Parra, cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, quien escribió su autobiografía en décimas. Pablo Neruda le dedicó uno de sus singulares sonetos (Áspero amor / Violeta coronada de espinas/ matorral entre tantas pasiones erizado/ alma de los dolores / colora de la cólera / por qué caminos y cómo llegaste a mi alma) También Roberto Parra, hermano de Violeta, utilizó la décima para componer su obra teatral Las décimas de la Negra Ester, inspirada en una prostituta de la ciudad de San Antonio.
Cinco capítulos conforman el poemario de Meignen Medina. El primero integrado por dieciocho poemas de 40 versos divididos en décimas, pero glosando poemas de Mario Benedetti, Tomás Alfaro Calatrava, Rafael Ruiz Carrillo, Rafael de León, Miguel Ángel Correa, Andrés Eloy Blanco, Ernesto Luis Rodríguez, Arístides Parra, José Martí y Camilo Balza Donatti, Por ejemplo, las décimas “De caramelo y delicia” glosa los siguientes versos del poeta uruguayo Mario Benedetti: Tus manos son mi caricia / mis acordes cotidianos / te quiero porque mis manos / trabajan por la justicia/.
El segundo capítulo dedicado a las décimas puras de 40 versos circunscritas a vivencias muy personales vinculadas con el amor, los elementos vivos del paisaje como la paraulata que en el oriente llaman “Chulinga”, el ambiente rural y viandas de su cultura alimentaria como el palo a peque.
El tercer capítulo son décimas fabuladas referidas a vegetales autóctonos del Llano como el Alcornoque, el Chaparro, el Guaritoto y la Tuna, y animales como el loro, la lapa, el sapo y la rana, el zorro y el conejo, la gallina y el gallo que nos recuerda a fabulistas como el griego Esopo, y a los hispanos Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte. A manera de ilustración esta del zorro y el conejo: “Componenda y zorrería / a lo diestro del conejo / y muy seguro el zorrejo / lo plenó de fantasía / La experiencia es una guía / para encontrar comedero / La liebre alega primero / su condición suspensiva / si ti me tiras pa’arriba te pongo aquí el gallinero/.
El capítulo cuarto está formado por diez sonetos y un quinto capítulo que prácticamente es un diccionario del significado popular de los vocablos utilizados en las composiciones.
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