El 28 de marzo de 1996 al doctor Paúl von Büren se le cumplió el sueño de convertirse en el jardinero de la ciudad, según su propia confesión, aunque ya de por sí lo era, pues muchas veces se le vio junto con el médico traumatólogo Roque Bello D’Escrivan ornamentando plazas y parques de la capital angosturense
En esa ocasión el fundador y dueño de la Farmacia Unión en la calle Venezuela, dijo que la ciudad había que mejorarla, al tiempo que proyectar el Jardín Botánico hacia la comunidad para que ésta coopere y se entere de la obra en el campo científico, educativo, recreativo y turístico.
Paúl von Bürem sustituyó al fundador doctor Leandro Aristeguieta, quien pasó a ser asesor permanente y parte de la directiva junto con Helga Parchen, secretaria ejecutiva, y los miembros principales Dorothy Guerra y el doctor Domingo Álvarez Rodríguez. Suplentes: Elio Sanoja, Alpina Rodríguez y Eduardo Jahn.
El Jardín Botánico del Orinoco se llevaba adelante gracias a un Convenio suscrito el 31 de mayo de 1992 entre la CVG, Gobernación y Alcaldía que aporta las 60 hectáreas de La Laguna donde se desarrollaba el proyecto.
Una Fundación dirigía toda la dinámica administrativa y productiva del Jardín, regida por un Consejo Superior formado por el Gobernador, el presidente de la CVG, alcalde de la ciudad, rector de la UNEG y un presidente que actuaba como Secretario.
Paúl, quien se halla jubilado del quehacer político y profesional, visita todos los días y muy de mañana el Jardín Botánico. hoy en otras manos y en otra situación bastante deplorable por cierto. Conversa con el personal antiguo que afortunadamente aún permanece, pero ocioso, porque la dinámica de sus fundadores ha perdido intensidad y fuerza expansiva y creadora. Pero el hombre, un poco resentido por la columna, no deja de ser jardinero. Su casa hogar y la de sus hijos (Blanca Emilia y María Gabriela están en el exterior) se halla rodeada de jardines y juro que en ellos se consiguen árboles y arbustos frutales, ornamentales y de propiedades medicinales comunes y extraños y en ese quehacer lo acompañan su inseparable Aída y uno que otro ayudante. Pero como si no fuese suficiente, Paúl también utiliza su tiempo de cesante en un oficio heredado de sus ascendientes, es decir,la orfebrería. Su espíritu creativo maneja muy bien y con herramientas apropiadas el material que requieren ciertas joyas que la vanidad femenil demanda en visitas, fiestas y salones elegantes. Podríamos concluir en que el Jardinero de la Ciudad, también es jardinero de las prendas, la fantasìa y los sueños. (AF)
Paúl, quien se halla jubilado del quehacer político y profesional, visita todos los días y muy de mañana el Jardín Botánico. hoy en otras manos y en otra situación bastante deplorable por cierto. Conversa con el personal antiguo que afortunadamente aún permanece, pero ocioso, porque la dinámica de sus fundadores ha perdido intensidad y fuerza expansiva y creadora. Pero el hombre, un poco resentido por la columna, no deja de ser jardinero. Su casa hogar y la de sus hijos (Blanca Emilia y María Gabriela están en el exterior) se halla rodeada de jardines y juro que en ellos se consiguen árboles y arbustos frutales, ornamentales y de propiedades medicinales comunes y extraños y en ese quehacer lo acompañan su inseparable Aída y uno que otro ayudante. Pero como si no fuese suficiente, Paúl también utiliza su tiempo de cesante en un oficio heredado de sus ascendientes, es decir,la orfebrería. Su espíritu creativo maneja muy bien y con herramientas apropiadas el material que requieren ciertas joyas que la vanidad femenil demanda en visitas, fiestas y salones elegantes. Podríamos concluir en que el Jardinero de la Ciudad, también es jardinero de las prendas, la fantasìa y los sueños. (AF)
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