El 9 de enero de 1992 falleció en Caracas el Obispo Monseñor Constantino Maradei Donato. Su deceso se produjo en la Clínica Ávila de San Bernardino en horas de la tarde. Fue sacerdote y Vicario de la Diócesis de Ciudad Bolívar, primer Obispo de Cabimas y el tercero de Barcelona, estado Anzoátegui.
Sus paisanos bolivarenses, mucho más la generación de estudiantes que pasaron por sus manos de docente, nunca se acostumbraron a la prelatura del paisano sino que para ellos era siempre el simple “Padre Maradei” y así igualmente lo llamaban quienes se pegaron a su sotana para intentar la proximidad del cielo, tentar a veces su brusquedad jocosa o compartir su espacio sensibilizado por la sabiduría del libro o la experiencia del hombre universal que cultiva la iglesia.
Monseñor Maradei era hijo de un barbero y clarinetista de la Banda del estado llamado, Domingo Maradei, procedente de los viñedos del sur de Italia y de Lucía Donato Decális. El matrimonio tuvo nueve hijos en Ciudad Bolívar, entre ellos, además de Monseñor Maradei al médico Lino Maradei.
Nació Monseñor Maradei en la parroquia Santa Ana, a la orilla del Orinoco, el 9 de noviembre de 1915 y falleció a los 85 años. El Obispo de la Diócesis de Guayana, Monseñor Miguel Antonio Mejía lo puso en el camino del sacerdocio embarcándolo en un barco hacia La Guaira para subir luego hasta Caracas e internarse en el Seminario Interdiocesano en las faldas del Ávila, dirigido por jesuitas.
Años después viajó a Roma donde se recibió de sacerdote y ofició su primera misa en la Basílica de Nuestra Señora de las Nieves, en el monte Esquilino. Su segunda misa la ofició en las Catacumbas. Regresó a Venezuela en 1942 para continuar su vida de sacerdote hasta cubrir etapas como docente del Peñalver, Vicario de la Diócesis y finalmente Obispo de Cabimas.
Monseñor Constantino Maradei se despidió se Ciudad Bolívar en 1965 cuando recibió la consagración como Obispo de manos del Cardenal José Humberto Quintero en Caracas, recién creada la Diócesis de Cabimas hacia donde lo habían destinado su Santidad. De suerte que el fundador de esta Diócesis levantada en tierra caliente y petrolera del Zulia, trabajó incansablemente en ella durante cinco años. Allí entre muchas tareas se impuso la de escribir “La Copaiba”, una columna periodística para seguir siendo consecuente con un oficio que practicó asiduamente en Ciudad Bolívar a través de las páginas de “El Luchador” y desde la Secretaría General de la Asociación Venezolana de Periodistas.
Cumplió su tiempo quinquenal en Cabimas, fue trasferido a la Diócesis de Barcelona, donde igualmente cumplió con su labor religiosa y cívica que enalteció como prelado. Llegó a escribir la historia de Anzoátegui y estando allá partió la idea de Camilo Perfetti y César Pérez Rossi y de otro antiguo alumno del Liceo Peñalver de hacerle un homenaje con motivo de sus 75 años de edad y bodas de oro sacerdotales.
El homenaje tuvo lugar el 16 de noviembre de 1990 y se limitó dentro de la mayor sencillez a una misa concelebrada con los obispos de oriente, ofrenda floral al Padre de la Patria, condecoración Gran Collar de Angostura en la casa del Congreso, concierto en la Plaza Bolívar con Serenata Guayanesa, el grupo Parapara y el Orfeón de la Cámara de Comercio y, finalmente, una cena ofrecida por sus exalumnos y en el cual discursó exaltando la vida y la obra de Monseñor, el doctor Roberto Arreaza Constasti.
En la ocasión el gobernador Andrés Velásquez le impuso el Collar de Angostura y dijo: condecoro en usted a todos los educadores que hicieron de Ciudad Bolívar un Atenas de los tiempos modernos…”.
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