El Concejo Municipal de Ciudad Bolívar acordó el 6 de diciembre de 1990, previo censo levantado, declarar monumentos públicos a los árboles centenarios del municipio.
Así lo anunciaron los concejales Flor de Melgar y Alfredo Inaty, miembros de la Comisión de Cultura, y quienes formularon la proposición en Cámara conmovidos por la tala de una Ceiba centenaria frente al Museo Soto, acción criminal inexplicablemente autorizada por el Marnr para dar paso a una construcción autorizada por la ingeniería municipal.
La Ceiba fue talada en la madrugada del domingo 11 de noviembre de 1990 despertando al día siguiente la indignación del pueblo bolivarense, que amenazó con linchar a los autores del crimen y lo cual fue aplacado por la intervención del gobernador (Andrés Velásquez) que prometió detener a los responsables y ordenar de inmediato la paralización de la obra que ocasionó la tala del árbol.
El asunto fue notificado a la Sociedad de Ciencias Naturales que de inmediato se hizo presente en la ciudad a través de su vicepresidente, doctor Leandro Aristeguieta, quien recomendó al igual que lo hiciera varios años atrás el arquitecto Fruto Vivas, la protección de los árboles antiguos de la capital guayanesa.
A partir de ese hecho, el doctor Aristeguieta se comprometió a interesar a la CVG, Gobernación y Municipalidad para la creación del Jardín Botánico del Orinoco en los predios de La Laguna El Provenir, antiguo foco de calamidad pública saneado con el llamado “Cordón de cintura” y donde el gobernador Domingo Álvarez Rodríguez había hecho construir unos módulos con fines socioculturales.
No hay mal que por bien no venga, dice la sentencia popular y de hecho quedó evidenciado con la tala de la centenaria Ceiba de la avenida Germania, pues el mal dio lugar posteriormente a la creación del Jardín Botánico del Orinoco, a un inventario de los árboles de la ciudad y finalmente que el Concejo Municipal declarara Monumento Público a los árboles de Ciudad Bolívar.
El Jardín Botánico del Orinoco se hizo posible, gracias a un Convenio suscrito el 31 de mayo de 1992 entre la CVG, Gobernación y Alcaldía que aportó las 60 hectáreas de la laguna de la calle El Porvenir donde se desarrolló el proyecto bajo la tutela de una Fundación que presidía el doctor Leandro Aristeguieta y que tenía a su cargo toda la dinámica administrativa y productiva del Jardín.
El inventario de los árboles de la ciudad se realizó bajo la orientación y dirección de Leandro Aristeguieta y se contó para ello con la participación de Belkys Casanova, Luis Chacón y Luis Mata García, pertenecientes al equipo técnico del Jardín Botánico.
El doctor Aristeguieta escribió “La ciudad de los árboles” un libro con la descripción científica y popular de los muchos árboles que tiene la ciudad. Árboles vistosos y llamativos como el araguaney, el apamate, flor de la reina, cañafístolo, guamacho, samán, roble, pilón, bototo, ataguán, josefino guatacaro, paraíso y las numerosas variedades de amapola.
El centro o Casco Histórico de la ciudad se caracteriza por la ausencia casi total de árboles a lo largo de sus calles y avenidas. Sin embargo, es posible encontrar árboles bien desarrollados en los patios internos de las casas y en las pocas áreas verdes de la ciudad como la Plaza Bolívar y la Plaza Miranda.
En cambio, en toda el área conocida antiguamente como Los Morichales se observan ejemplares de mayores dimensiones, belleza y lozanía como aceites, merecures, algarrobos, ceibas mangos, matapalos, bucares, apamates, jobos, samanes, caracaros, mamones, nísperos, pilones y robles que en conjunto dan frescor y belleza a esa zona de la ciudad.
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