El
Kariná, lengua indígena estudiada hace doscientos años por el capuchino Martín
de Tarandei y la cual se creía extinguida, fue localizada en el habla de medio
millar de indígenas que habitan el sector selvático por donde pasa el río
Corumo.
La comprobación la hizo durante una
excursión de varios días durante junio de 1973, el padre capuchino Cesáreo
Armellada, Director del Instituto Venezolano de Lenguas Indígenas de la
Universidad Católica Andrés Bello.
El sacerdote lo anunció a su regreso de
la misión indígena de La Calzeta, cerca de Tumeremo, donde obtuvo información
acerca de grupos más numerosos de indios que habitan en las cabeceras del Río
Guarampin, al Noreste de Estado y que habla el mismo idioma Kariná.
Por supuesto, que esto lo observó el
Padre Cesáreo muy de paso, por lo que prometió luego volver por esos puntos de
la selva disponiendo de un mayor tiempo para estudiar de nuevo la dicha lengua
y ver si sufrió variantes a lo largo de dos siglos. El grupo Kariná pertenece al tronco Caribe al
igual que otras ocho o diez lenguas diseminadas en los estados Bolívar, Amazonas, Zulia y
Anzoátegui.
En Venezuela el Instituto tiene
ubicadas y clasificadas 34 lenguas indígenas.
La Guajira es la que tiene el mayor número de hablantes seguida por el
Warao y el Pemón. En lo que respecta al Estado Bolívar es evidente la
existencia de nueve lenguas: Pemón, Kariña, Sapé, Arutani, Maquiritare, Panare,
Acawayo, Waica y ahora la Kariná.
El Padre Cesáreo Armellada, quien llegó a Venezuela en
1933 expresamente para dedicarse al estudio de lenguas indígenas, sobre las cuales escribió 14 libros, dijo en
esa ocasión que en el hoy Estado Amazonas se hablan 14 lenguas indígenas, sin
incluir la lengua “Joti” localizada por una estudiante de la Universidad
Central de Venezuela. También el Instituto verificaba en 1973 si el Chicano es
el mismo Panare
A propósito de el Chicano, debo decir que en una
entrevista que le hice a Henry Corradini
en agosto de 1972, informó que en sus periódicas excursiones por lugares donde habitan Panares y Makiritares,
observó la existencia de un grupo de indígenas distintos que moradores del Bajo Cuchivero identifican
como Chicanos, indios rubios de pelo
largo y ojos azules. Fieros guerreros
temidos por las otras tribus vecinas y
que viven aislados en lo profundo de la selva, trashumantes, nómadas que nunca dejan rastros de sus pasos. El dialecto de estos indios es distinto, de
procedencia desconocida, aunque entreveía rasgos físicos y prácticas de vida
afines con razas indígenas australianas.
Se preguntaba Corradini si son acaso los pobladores más antiguos del
continente.
Lamentablemente al padre capuchino Cesáreo Armellada
no le alcanzó el tiempo para profundizar en la investigación tanto de lo Jotti
como de los Chicanos, pues falleció el 9 de octubre de 1996, en un pueblito llamado Armellada de la Provincia de León,
España. Su nombre de pila era el de
Jesús María García Gómez. Y llegó a ser como escribió uno de sus hermanos: uno
de los mejores chavales que llevase el pendón misionero en las selvas
americanas, sin que lo derribasen vientos, tormentas, dificultades, riesgos ni
peligros.
Fue miembro de la Sociedad de Estudios
Americanistas de París, de la Sociedad Bolivariana de Caracas, Director de la
revista Venezuela Misionera de Caracas, Director del Archivo Arzobispal de
Caracas, periodista graduado, escritor fecundo y publicista renombrado.
Entre sus obras sobresalen: Literaturas indígenas
venezolanas, El Rabipelado Burlado, Taurón pantón I y II, La causa indígena
americana en las Cortes de Cádiz, Cómo son los Indios Pemón de la Gran Sabana y
Diccionario Pemón.
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