Antolina era perturbada ingenua, activa y cargada de abalorios, a quien era fácil convencer de que ella era nada menos que la esposa viuda de Franklin Delano Rooselvelt, el Presidente de los Estados Unidos de América, artífice junto con Sir Winston Churchill de la victoria de
. A la pobre los cuchufleros la programaban tempranito
y le decían cosas por el estilo de: “Acabo
de ver en el Telégrafo un mensaje donde tu esposo te hace heredera de la casa
Boccardo” y le ponían en las manos unos presuntos papeles de propiedad y
con ellos iba y se instalaba en la Casa Boccardo , con el tema: “Esta Vaina es mía” “Esta Vaina
es mía, Boccardo, dame mi vaina”.
A otra programaban temprano era a la “Loca
Leticia”, parlanchina, agradable y pintoresca. Ella tenía su casa en la calle del Puerto de
las Chalanas, de donde salía muy temprano con un ramita de llantén a santiguar
o castigar a viandantes y carros que iban y desembarcaban de las barcazas.
A ella, de buena pinta y delgada, también la
programaban los políticos para que voceara ¡Abajo Pérez Jiménez! Y
cuando lo hacía la gente se ponía seria, especialmente si se veía muy cerca
algún policía o militante del “Frente Electoral Independiente” (FEI)
como lo fue el diputado Luis Alberto Arreaza Flores, cultivador de una
pintoresca crónica que firmaba con en el anagrama “Iztozares”. La columna
periodística, siguiendo el anagrama, se llamaba “Iztosoriando”. De la cual
era asiduo lector Mario Jiménez Gambús y Robertico Liccioni, quien a nadie
jamás perdonó el mote de “Robespierre”
porque cuando tenía copas de más no hacía sino hablar del gran tribuno francés
de la época del terror. Tampoco se perdían una crónica del “Istozoriador”, el
colega Jorge Romero, apodado no sabemos porqué de “Licenciado Gallináceo”, ni
Víctor Inojosa, en cuya sastrería se cosía y se cortaba con tijeras de doble
filo.
Apreciado AMERICO , Recibe un fraterno saludo guayanes, muy emocionado al leer las notas sobre la BEJUCA, muy pintoresca y gratos recuerdos, ella vivio en el corredor con escalinatas de la carcel vieja , muy mal oliente, pero era muy simpatica conversaba poco pero era precisa , mi mama le daba ropa con frecuencia y le dejaba algo de comida pero a ella no le faltaba, siempre cargaba sus paquetes llenos de comida y coroticos . De LETICIA tambien hay gratos recuerdos se paraba en la Libreria de los viejos a conversar a cada rato ... Feliz Domingo
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