El
día 26 de noviembre de 1975 llegaron a Ciudad Bolívar cuatro jóvenes
estudiantes argentinos, tras nueve meses rodando en un viejo Chevrolet del año
27, desde la Capital de la Provincia de Buenos Aires.
Raúl Enrique Vetera (23 años,
estudiante de veterinaria), Carlos Alberto Delpino (25 años, estudiante de
ingeniería química), Juan Carlos Tahill (29 años, experto en la construcción) y
Jorge Gabriel Serrano (25 años, profesor de Bellas Artes), manifestaron su
propósito de llegar hasta Alaska, territorio norteamericano colocado al Oeste
del Canadá.
Objeto de la aventura? Investigación y
conocimiento directo de la geografía física, espiritual y social del litoral
argentino, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia y demás países
de Centro América y del Norte hasta Alaska.
Todo esto, además del placer de un viaje tan interesante y de ponerse a
prueba para subsistir y sostener el raid
con sus propios medios y esfuerzos en países nunca antes conocidos por ellos.
Porque esta travesía que comenzó un 9
de marzo de 1975 por el lomo y la barriga de América y que no se detuvo sino al
término de dos años cuando tuvieron ellos que hacer el retorno en barco desde
Alaska hasta Argentina, no la patrocinó ninguna empresa pública ni privada sino
sus propias economías y lo que ganaron durante la travesía vendiendo fotos, películas, reportajes o facilitando el
precioso vehículo antiguo para bodas, exhibiciones o paseos turísticos.
Los cuatro argentinos se quedaron en
Ciudad Bolívar varios días retenidos por la majestad del Orinoco y la
topografía de pequeño burgo medieval que semeja la capital provincial y
conociendo y dialogando adicionalmente con numerosos citadinos que los
abordaron inusitadamente. Luego tomaron la vía de Soledad – El Tigre y
de la costa hasta Caracas.
Los argentinos son muy inclinados a esa
aventura automovilística. Recordamos a
Oscar Gálvez y Marimón de Buenos Aires a Caracas en tiempos de Marcos Pérez
Jiménez y más recientemente Gabriel Storchi comenzó a materializar un sueño que
tenía desde chiquito ir desde Argentina hasta Alaska en un Chevy 78, un
auto ya casi convertido en un mito en Argentina. Para el viaje remodeló el
coche y además de agregarle una butaca más confortable para conducir, también
le puso una cama y un panel solar en el techo que le suministrará energía
extra, ya que alimenta una batería interna para poder tener la posibilidad de
contar con un refuerzo en caso que la batería del auto se consuma y al mismo
tiempo poder usar la batería adicional sin utilizar la del auto. Gabriel
también lleva consigo su ordenador portátil con la cual mantiene comunicación
constante con gente que se ha ofrecido a facilitarle su aventura.
Otro argentino afiebrado es Alex, Alex Chacón, empeñado en la misma
proeza, pero en solitario utilizando una motocicleta, lo cual es más aventurado
todavía. Me recuerda al hijo del ingeniero
Manuel Antonio Guzmán Gómez, pero a pie y a la inversa, desde Caracas hasta
Argentina. La aventura está contenida en
el libro “El Eterno Caminante”, escrito
con mucha serenidad de
espíritu con excelente capacidad descriptiva y de reflexión al mismo
tiempo. Ubicado en la inmensidad de la
selva por decisión espontánea cuenta su llanto hasta que una indígena rauda y
silenciosa se detuvo para que aspirara la fragancia del plátano.
En cuanto a Alex, es un tipo que al terminar la
carrera de Bioquímica decidió conocer el mundo antes incluso de conocerse a sí
mismo. De esta intención nacen varias expediciones motivado por el viaje en
motocicleta de Ernesto Guevara y Alberto Granado. Un viaje de 500 días, desde Alaska hasta
Argentina.
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