El Estado Bolívar que había sido declarado oficialmente en 1950 libre de aftosa, comenzó en marzo de 1970 a sufrir los estragos de la epizootia en hatos de Ciudad Bolívar, La Urbana y Caruachi, no obstante el cordón sanitario demarcado por el Río Orinoco. En todos los pasos, puertos y atracaderos de ambos lados del Orinoco había controles sanitarios. Los vehículos eran fumigados antes de abordar las chalanas y los pasajeros obligados a caminar por una batea empapada de un compuesto químico letal contra el virus trasmisor de la fiebre aftosa. La aftosa, fiebre que generalmente mata al ganado o lo inutiliza, es producida por un virus que afecta a los animales de pezuña hendida como el ganado vacuno, los cerdos, las ovejas, las cabras, los ciervos, y causan brotes epidémicos con frecuencia pues es muy contagiosa si no se previene a tiempo con vacunas masivas aunque no totalmente seguras. Pero como la permanencia del cordón sanitario y la zona de cuarentena finalmente impuesta hacía difícil renovar la sangre por falta de reproductores y vientres nuevos que marcaba una acentuada disminución de la población vacuna, los ganaderos se dividieron entre quienes pedían la suspensión del cordón sanitario y quienes se oponían. El resultado fue un cisma que dio lugar a la Asociación de Ganaderos partidaria del levantamiento del cordón y la Asociación de Criadores, totalmente opuesta A raíz de los sorpresivos brotes de fiebre aftosa, la Asociación de Criadores liderada por Raúl Villegas y Ricardo D’ Marco acusó públicamente a ganaderos del otro gremio de introducir vacunos de contrabando para contaminar la zona, pero la respuesta fue que “a la ganadería de Bolívar no la matará la aftosa sino el cordón sanitario”. La gran preocupación por esta fiebre radica en las enormes pérdidas que causa a la economía por el temor que se le tiene, dado que al detectarse se producen inmediatas y prolongadas restricciones al comercio del ganado. Idea de cómo afecta la economía no sólo de una región como Guayana sino de un país, nos la da el brote de aftosa que afectó al Reino Unido el 2001 que obligó a dar muerte a 6.000.000 de animales y causó pérdidas de 13 mil millones de euros, provocando un serio golpe a su economía. El temor a la aftosa está dado por su alta contagiosidad, su alta morbilidad y las consecuentes enormes bajas en la producción lechera y de carne. A pesar de lo anterior, la fiebre aftosa no es considerada como una zoonosis (enfermedad transmitida de los animales al hombre) por la Organización Mundial de la Salud. No obstante, se han descrito casos de aftosa en humanos infectados en laboratorio cuando trabajan con el virus, o en personas en contacto estrecho con ganado afectado. El número de casos descritos alcanza al centenar. Sin embargo, desde el punto de vista práctico, no se considera este hecho epidemiológicamente importante, por lo que no existe riesgo de infección humana mediante el consumo de productos de origen animal infectados con el virus aftoso. La infección se adquiere principalmente por vía respiratoria y oral en la naturaleza, pero también por vía intrauterina cuando las vacas son fertilizadas con semen infectado. Los animales enfermos, pero sobre todo en el período prodrómico de la enfermedad, eliminan el virus por todas las secreciones y excreciones, es decir, saliva, lágrimas, orina, excrementos, semen y secreciones nasales. Sin embargo, el mayor contenido viral se encuentra en la saliva, seguido de la orina y excretas. La enfermedad se transmite principalmente por contacto entre un animal sano y uno enfermo.
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