El 9 de marzo de 1959 falleció el novelista y cuentista José Berti, en su propio Hato “Cachimbo” del Bajo Paragua, donde quedó sepultado. Años después, sus restos fueron exhumados y reubicados debido a la expropiación de una parte del fundo, ejecutada por CVG-Edelca, ante la inminencia de ser cubierto por las aguas represadas de la gran presa hidroeléctrica de Guri.
José Berti, quien era miembro de la Asociación Venezolana de Periodistas, Seccional Bolívar, había nacido en el merideño y frío pueblo de Tovar el 4 de octubre de 1891. Estudió en Mérida hasta graduarse de bachiller en filosofía (1909) y luego cursó ingeniería en la Universidad Central de Venezuela, carrera que abandonó para dedicarse a la actividad minera y agropecuaria en Guayana, donde hizo fortuna como propietario de las minas de oro de Parapapoy, del Hato Cachimbo y del Aserradero Santa Magdalena de Currucay.
Desde temprana edad, Berti se sintió atraído por la selva de Guayana a través de los relatos de viejos aventureros y una vez en Caracas reforzó su inquietud y decidió internarse en la jungla orinoquense tras la añagaza de El Dorado en cualquiera de sus formas, tal como lo hicieron antes que él el médico Luis Plazard desde la aragüeña Colonia Tovar, Pedro Monasterios desde Barquisimeto y Lucas Fernández Peñas desde El Baúl, estado Cojedes.
Se había, en efecto, graduado de bachiller y avanzado en la carrera de ingeniería pero, como Marcos Vargas, renunció a la civilización y buscó los caminos del “infierno verde” para regresarle a su mundo de origen los frutos de ardorosas vivencias con lo salvaje y lo primitivo. Así editó Hacia el Oeste corre al Antabare, Espejismo de la selva, Oro y Orquídea y El Motor Supremo, novelas todas escritas sobre una base autobiográfica y en las cuales trata temas vinculados con la explotación aurífera así como la del caucho y el balatá, mitos y leyendas indígenas y otros aspectos antropológicos de Guayana.
En su novela Hacia el Oeste corre el Antabare José Berti, en uno de sus capítulos, dedicado al periodista y escritor Pascual Venegas Filardo, dice que el nombre “Paragua” es corruptela de la voz arecuna Paravá ( Loro), con que todavía designa al río todos los aborígenes de Guayana. Acerca del origen de este nombre, Paravá, la tradición arecuna guarda una de sus más interesantes leyendas referidas a un loro fatal que sin duda era la personificación de Canaima, el enemigo tradicional y eterno.
Las aguas del río Paragua, José Berti las describe silenciosas y negruzcas deslizándose desde las vertientes de la Sierra Parima hasta su desembocadura en el Caroní, enfrente de San Pedro de las Bocas, a través de la selva más extensa y enmarañada de Venezuela. “Sus márgenes, negras e inhospitalarias, cubiertas de espesas malezas y de espinosos bejucos que tejen sus caprichosas redes a la densa sombra de árboles descomunales, presentan todo el esplendor y los horrores que han hecho tan famosas y temidas las vastas y húmedas selvas tropicales”.
José Berti tenía una casa en predios de las actuales instalaciones de la Universidad de Guayana donde se hospedaba cada vez que venía de su hato Cachimbo en La Paragua. Aquí en Ciudad Bolívar pasaba varios días haciendo contacto con sus proveedores o haciendo escala antes de viajar a Caracas o España donde prefería por economía editar sus novelas.
La casa de José Berti aún se conserva. Qué bien harían las autoridades de la Universidad de Guayana si la restaurara y le diera utilidad dentro de los espacios de extensión cultural o de antropología de la UNEG.(AF)
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