El 18 de septiembre de 1941 llegó a Ciudad Bolívar el actor mexicano, protagonista de la taquillera película Allá en el Rancho Grande. Tito Guizar llegó procedente de Caracas a donde había llegado el día 4 de septiembre por la tarde en un avión de la Pan American, contratado por Radio Continente y fue objeto de un gran recibimiento similar al que le tributaron días antes en La Habana.
Tito Guizar llegó a Ciudad Bolívar en un avión de Aeropostal acompañado de su representante y fue objeto de un entusiasta recibimiento de bolivarenses que lo condujeron en caravana desde el aeropuerto La Llanera por la avenida Táchira recién inaugurada hasta el Hotel Victoria reputado como uno de los mejores de la ciudad. Todavía no se había construido el Gran Hotel Bolívar desde cuya terraza frontal habría podido contemplar la inmensidad del Orinoco que dijo le había impresionado.
El artista mexicano proyectado como el primero que traspuso la música mexicana fuera de sus fronteras llegó a Ciudad Bolívar contratado por el empresario de espectáculos públicos Joaquín Vicente Echeverría hijo, quien presentó al artista en los cines América del Paseo Orinoco y en El Royal de la calle Guzmán Blanco de Perro Seco.
Los bolivarenses se alborotaron ese día y no dejaron espacios libres en los cines ni en sus alrededores para recrearse con la presencia del actor y cantante nativo de Guadalajara (Jalisco), ciudad en la que realizó sus primeros estudios antes de trasladarse a Milán para estudiar canto.
Ya como cantante, en 1931 Tito Guizar debutó con éxito en la Chicago Gran Opera Company; alternando hasta 1935 sus actuaciones nocturnas en salas de fiestas y en la radio, como cantante, con apariciones en el cine, sobre todo dentro del género musical.
En 1936 destacó en Allá en el Rancho Grande, de Fernando de Fuentes, de la que el mismo director hará un remake de gran éxito protagonizado por Jorge Negrete en 1948. A ésta la siguen una serie de películas que le dieron gran popularidad, como Recordar es vivir (1940), Adiós Mariquita linda, de Alfonso Patiño, y Marina, de Jaime Salvador, ambas en 1944, En los altos de Jalisco, de Chano Urueta, en 1948, Sindicato de telemirones (1953), de René Cardona, o Para toda una vida (1954), de la que también fue guionista. Sus últimas actuaciones destacadas serían en 1956 en Locos por la televisión, Música y dinero y Los hijos de Rancho Grande (1956), de Juan Busitllo Oro.
La imagen desenfadada y apolítica que transmitió de su país tuvo siempre poco alcance fuera de las fronteras mexicanas, además quedó relegado por las generaciones posteriores, más interesadas por un análisis comprometido de la auténtica realidad social nacional que por el folclorismo fácil de las rancheras.
La gran acogida que tuvo Tito Guizar en Ciudad Bolívar se debió a la película Allá en el Rancho Grande, melodrama ranchero de cien minutos que protagoniza con la actriz Esther Fernández y el cómico Chaflán. Esta película dirigida por Fernando de la Fuente proyectó mundialmente al cine mexicano y está considerada entre las mejores. Los bolivarenses durante mucho tiempo cantaron “Allá en el Rancho Grande / allá donde vivía, /había una rancherita / que alegre me decía, /que alegre me decía: / Te voy a hacer unos calzones / como los que usa el ranchero, /te los comienzo de lana, / te los acabo de cuero… ”
También favoreció tal acogida de los bolivarenses al hecho de ser Tito Guizar primo de Susana Guizar a la que los guayaneses conocieron protagonizando con Cantiflas Ni sangre ni arena. (AF)
Tito Guizar llegó a Ciudad Bolívar en un avión de Aeropostal acompañado de su representante y fue objeto de un entusiasta recibimiento de bolivarenses que lo condujeron en caravana desde el aeropuerto La Llanera por la avenida Táchira recién inaugurada hasta el Hotel Victoria reputado como uno de los mejores de la ciudad. Todavía no se había construido el Gran Hotel Bolívar desde cuya terraza frontal habría podido contemplar la inmensidad del Orinoco que dijo le había impresionado.
El artista mexicano proyectado como el primero que traspuso la música mexicana fuera de sus fronteras llegó a Ciudad Bolívar contratado por el empresario de espectáculos públicos Joaquín Vicente Echeverría hijo, quien presentó al artista en los cines América del Paseo Orinoco y en El Royal de la calle Guzmán Blanco de Perro Seco.
Los bolivarenses se alborotaron ese día y no dejaron espacios libres en los cines ni en sus alrededores para recrearse con la presencia del actor y cantante nativo de Guadalajara (Jalisco), ciudad en la que realizó sus primeros estudios antes de trasladarse a Milán para estudiar canto.
Ya como cantante, en 1931 Tito Guizar debutó con éxito en la Chicago Gran Opera Company; alternando hasta 1935 sus actuaciones nocturnas en salas de fiestas y en la radio, como cantante, con apariciones en el cine, sobre todo dentro del género musical.
En 1936 destacó en Allá en el Rancho Grande, de Fernando de Fuentes, de la que el mismo director hará un remake de gran éxito protagonizado por Jorge Negrete en 1948. A ésta la siguen una serie de películas que le dieron gran popularidad, como Recordar es vivir (1940), Adiós Mariquita linda, de Alfonso Patiño, y Marina, de Jaime Salvador, ambas en 1944, En los altos de Jalisco, de Chano Urueta, en 1948, Sindicato de telemirones (1953), de René Cardona, o Para toda una vida (1954), de la que también fue guionista. Sus últimas actuaciones destacadas serían en 1956 en Locos por la televisión, Música y dinero y Los hijos de Rancho Grande (1956), de Juan Busitllo Oro.
La imagen desenfadada y apolítica que transmitió de su país tuvo siempre poco alcance fuera de las fronteras mexicanas, además quedó relegado por las generaciones posteriores, más interesadas por un análisis comprometido de la auténtica realidad social nacional que por el folclorismo fácil de las rancheras.
La gran acogida que tuvo Tito Guizar en Ciudad Bolívar se debió a la película Allá en el Rancho Grande, melodrama ranchero de cien minutos que protagoniza con la actriz Esther Fernández y el cómico Chaflán. Esta película dirigida por Fernando de la Fuente proyectó mundialmente al cine mexicano y está considerada entre las mejores. Los bolivarenses durante mucho tiempo cantaron “Allá en el Rancho Grande / allá donde vivía, /había una rancherita / que alegre me decía, /que alegre me decía: / Te voy a hacer unos calzones / como los que usa el ranchero, /te los comienzo de lana, / te los acabo de cuero… ”
También favoreció tal acogida de los bolivarenses al hecho de ser Tito Guizar primo de Susana Guizar a la que los guayaneses conocieron protagonizando con Cantiflas Ni sangre ni arena. (AF)
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