Comenzaron a llegar a Ciudad Bolívar algo atrasado los famosos automóviles Ford Modelo T con la noticia de que su inventor Henry Ford había resultado herido (en abril de 1927) al volcar su automóvil en la ciudad de Detroit.
La Ford Motor Company produjo y vendió más de 15 millones de vehículos. Sin embargo, en los siguientes años, la posición predominante de la empresa Ford, como máximo productor y vendedor de automóviles de Estados Unidos, cedió a favor de sus competidores. En gran parte, ello se debió a su lentitud en adoptar la práctica de crear un nuevo modelo cada año, que se había generalizado en la industria. Durante la década de los años 30 Ford adoptó la política de cambiar de modelo cada año, pero la empresa fue incapaz de recuperar su lugar predominante.
Henry Ford, a pesar de las heridas sufridas en el vuelco de su auto, murió a edad avanzada y abandonó la dirección efectiva de sus empresas en 1945. Murió el 7 de abril de 1947, en Dearborn, dejando una fortuna personal estimada entre 500 y 700 millones de dólares, y legó parte de sus acciones en la Ford Motor Company a la Fundación Ford, una organización sin ánimo de lucro. Su destacado papel en la evolución de la moderna economía industrial ha llevado a la acuñación del término fordismo para describir el modelo socioeconómico predominante en los países desarrollados durante la mayor parte del siglo XX.
Henry Ford, además de automóviles, fabricó también aviones y tractores. Durante esos días los bolivarenses estaban siguiendo la aeronavegación de Charles Lindbergh, primer piloto que realizara un vuelo transatlántico sin escalas entre Nueva York y París. En su monoplano de un solo motor, Spirit of Saint Louis, Lindbergh despegó del aeródromo Roosevelt (Long Island) el 20 de mayo de 1927 y tras un vuelo de 33 horas y 32 minutos, aterrizó en el aeropuerto de Le Bourget, cercano a París.
En una visita a Venezuela, Charles Lindbergh aterrizó en el aeropuerto de Maracay procedente de Bogotá. Una multitud encabezada por el dictador Juan Vicente Gómez lo aclamó al poner pie en tierra poco antes de lucirse en el aire con arriesgadas maniobras. Lindbergh debía continuar volando hasta La Habana, pero antes, por la noche fue agasajado con un baile en el Club Paraíso de Caracas.
En el curso de ese baile, guayaneses asistentes hicieron un brindis por la pronta construcción del ferrocarril del Orinoco cuyo contrato estaba siendo discutido por el Congreso Nacional, para enlazar al estado Bolívar y el territorio Delta Amacuro. El contrato fue convenido por un lapso de 99 años, entre el Ejecutivo Federal y el señor Edgar A. Wallis, representante de la empresa inglesa Venezuela Mining Syndicate Ltd.
Antes que llegara el ferrocarril, que nunca llegó, en Ciudad Bolívar se multiplicaban los cines para satisfacer la gran afición popular por las películas. Fue inaugurado el Cine Dalla Costa en la calle Bolívar con la cinta Elena de Troya. Figuraba como dueño de la nueva sala cinematográfica la empresa Sucre & Cía y como gerente Luis Vicente Sucre. En esta calle también funcionaba el Nuevo Cine de la misma empresa, pero que tendrá vida efímera. Vendrá a suplantarlo el Cine Bolívar, de vida itinerante, y al Dalla Costa el Cine Mundial en el edificio que que ocupó la Contraloría General del estado Bolívar.
Muy cerca estaba el estudio de Isidro E. Rebolledo, quien obtuvo el primer premio de fotografía en un Concurso Fotográfico (AF)
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