El 17 de junio de 1916, un Caimán devoró a una mujer en el puerto de Los Corrales, pero tan pronto se corrió la voz salieron en su busca hasta que fue ubicado y muerto de un disparo en sus fauces por Santo Rodulfo, marinero de la lancha de Juan Andrés Pietrantoni. Traído a la playa orinoqueña fue el blanco de atracción de numerosos curiosos.
Ese mismo año (1916), en la playa de Soledad, el viejo patrón Andrés Pérez, mató un caimán a canaletazo limpio. Increíble, pero así fue. Hasta ese momento nadie imaginaba que fuese posible acabar con la vida de un saurio asestando reiteradamente un canalete sobre la misma testa.
Frente al Resguardo de Ciudad Bolívar, bello inmueble restaurado por el gobierno de Andrés Velásquez después de un largo abandono, el oficial de policía, Samuel Gutiérrez, de un solo tiro de máuser, acabó con la amenaza de un caimán, de 3 metros, que merodeaba por esos lados en el año 1931.
Había otro por la zona de Orocopiche que no dejaba en paz a las tradicionales lavanderas del sector. Este fue capturado el 3 de julio de 1950, entre la Boca del San Rafael y La Toma, cerca de la Cerámica, por el Mayor José Antonio González, jefe militar de la plaza, Jorge Suegart, aficionada a la cinegética y un hijo de éste que así se lo propusieron de manera exitosa.
El último caimán que moraba por estos lares lo mató el prefecto del distrito, capitán José León Medina, en agosto de 1951 cuando el Orinoco se metió hasta algunas calles de la ciudad y hubo la alarma de un hermoso caimán que veían asomar sus fauces por el muelle de la Aduana, dispuesto a tragarse al primer caletero que cayera al río.
Para los años del cincuenta ya quedaban pocos caimanes en la cuenca del Orinoco, debido a la constante persecución y captura, no sólo porque representara una amenaza para los usuarios del río sino por el elevado valor comercial de su piel en Europa, donde es utilizada en la confección de zapatos, bolsos y maletines.
Había en Venezuela empresas que se dedicaban a la caza de estos saurios para el comercio de exportación en una acción incontrolable, rayana en lo vandálico, hasta el punto de quedar la especie reducida al borde de la extinción.
Para 1990 se estimaba que tan sólo quedaban en la cuenca del Orinoco unos 266 hidrosaurios repartidos, 76 en el río Cojedes, 78 en el Capanaparo, 67 en el Meta, 19 en Cinaruco, igual número en Tucupido y 7 en el Tinaco. En Colombia sobreviven unos 300, según estudios conjuntos realizados por la Universidad británica de Cambridge, la Fundación para la defensa de la naturaleza (FUDENA), la Universidad de Los Llanos y los fundos pecuarios Masaragual y el Frío, donde existen centros de cría en cautiverio.
En 1974, el Gobierno Nacional decretó la veda y cuatro años después se implementó en caño Guariquito de Apure y otros puntos de los Llanos un plan de recuperación y reintroducción del caimán en el Orinoco. Se recolectan huevos en sitios silvestres, los cuales se incuban artificialmente. Hasta ahora el índice de supervivencia se ubica en un 70 por ciento, el cual representa una importantísima mejora sobre el 95 por ciento de mortalidad que se registra en las poblaciones de estado natural.
De acuerdo con los resultados de los programas puestos en ejecución para evitar la extinción del animal que más se aproxima al dinosaurio, el caimán volverá a poblar al Orinoco, pero no será un caimán domesticado, capaz de conciliarse con el hombre que tanto perjuicio le ha causado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario