La
Urna funeraria que por lo leído, es un invento de los etruscos (Toscana-Italia)
de la Edad de Bronce, llegó muy tarde a Guayana, específicamente a Ciudad
Bolívar, donde los cuerpos exánimes los arrojaban al Orinoco para que lo
ingiriesen los peces o los enterraban envueltos en su hamaca como mortaja en El Cardonal, sitio del actual Cementerio, llamado
así porque estaba cercado con un tipo xerófilo
de vegetal espinoso llamado “Cardón España”.
Así
ocurrió con el cadáver de Piar luego de ser pasado por las armas. El historiador carupanero Bartolomé Tavera Acosta
dice que lo sepultaron en El Cardonal y sus restos buscados para ser
trasladados al Panteón Nacional por disposición de Guzmán Blanco, jamás fueron
hallados. El doctor Eduardo Jahn lo
atribuyó a la humedad y acidez de la tierra.
Lo igual ocurrió con los restos de Manuel Palacio Fajardo y otros próceres.
Que
los cadáveres eran enterrados a “rin
pelado” como se dice en buen criollo, lo narra poéticamente Andrés Eloy Blanco:
”…y
abrieron una fosa y allí metieron el residuo humano, y una cúpula azul sobre
una losa fue el mausoleo, el cielo sobre el llano”.
Los
Mandinkas de Gabia, en África occidental, todavía sepultan sus difuntos con
mortajas blanca solamente en un hoyo recién cavado, que cubren
con una gruesa estera de junco,
Luego un manto de espinos para alejar a las hienas y finalmente un
promontorio de piedras.
Cuando
los patriotas tomaron a la Angostura del Orinoco, una de sus primeras tareas
fue velar por el destino de los cadáveres.
En 1818, el Gobernador político
de la provincia y Presidente de la Municipalidad de la Ciudad, Juan
Vicente Cardoso, emitió una Disposición que reza así en su “ART 2ª,—Ln Municipalidad, entre sus vastas atenciones, ha comprendido la del
establecimiento del Cementerio, y en este concepto se prohibe que ninguna persona. arroge al Rio los Cadaveres , ni los sepulten, sin orden
del Párroco por exhigirlo asi el
orden y la faeilitación del que debe observarse por aquel en el asiento
de las partidas de su respectivo libro”. (AF)