sábado, 11 de febrero de 2017

Primera Convención de Escritores

CIUDAD BOLÍVAR SEDE DE LA PRIMERA CONVENCIÓN NACIONAL DE ESCRITORES
La Primera, y única hasta ahora, Convención Nacional de Escritores de Venezuela, se instaló en Ciudad Bolívar el 10 de agosto de 1973 bajo la presidencial del poeta y escritor José Ramón Medina (en la foto), quien después fuera director del diario El Nacional de Caracas, pero en ese entonces dirigía la Página de Arte del diario de Puerto Escondido.  Era la primera vez que la AEV, se reunía a nivel nacional desde su fundación en 1936 tras la caída del dictador Juan Vicente Gómez.
          En su discurso inaugural, José Ramón Medina rindió homenaje a la tierra de Guayana, a su gente de letras y a las figuras representativas de la cultura venezolana.
         La instalación, se hizo dentro de una sesión solemne de' la Asamblea Legislativa que en esa forma quiso ofrecerle tributo al escritor venezolano represen­tado en las delegaciones de las Seccionales del país.
         Inició el acto el Presidente de la Legislatura, profesor Alfonzo Paraguán, luego el poeta José Sánchez Negrón, Presi­dente de la AEV, Seccional Bolí­var, posteriormente José Ramón Medina y al final el poeta Héc­tor Guillermo Villalobos, quien a su nombre y el de Luz Machado y Lucila Palacios, agradeció la Medalla del Escritor que les fue impuesta por el cuerpo legislativo.  Como invitado especial estuvo el Gobernador Manuel Garrido Mendoza.
El Presidente de la AEV, José Ramón Medina, en su discurso  improvisado de instalación dijo que para la celebración de esta primera Convención se escogió Ciudad Bolívar por muchas ra­zones, entre ellas, precisamente porque en esta ciudad del Orinoco palpita la tradi­ción histórica y no sólo recoge el homenaje y el mensaje del Gran Hombre, el Padre de la Patria, sino porque aquí además se encuentra el pasado, el presente y el futuro de Venezuela.
Expresó que esta romería de intelectuales viene a promover nuevas acciones en el campo de la cultura y del pensamiento na­cional, a discutir con el deseo de contribuir con programas y pla­nes verdaderamente creadores dentro de lo que/ debe ser en el campo de la realidad nacional actual, la literatura como una forma de la cultura venezolana de nuestro tiempo.
Nuestra literatura es hoy en día un hecho definitivo de endurecimiento del pensa­miento y del espíritu creador de los escritores venezolanos.
Afortunadamente ya no es­tamos en el tiempo en que po­díamos mirar en forma parroquial lo que se hacía, sentía y decía al escribir en Venezuela. Hoy decirnos, pensamos y hace­mos con la convicción de que es­tamos integrados a una literatu­ra no solamente latinoamericana rica, sino universal.
Nuestros poetas de­jaron de ser desde hace mucho tiempo poetas exclusivamente venezolanos para alcanzar un rango americano y universal. Asimismo ha sucedido con nuestros novelistas, ensayis­tas e investigadores históricos, su labor ha dejado de estar circunscrita al límite patrio para alcanzar una resonancia mayor y hoy es copartícipe de un avance general de la literatura americana y universal.
Nuestra poesía, nuestra no­vela y nuestro cuento y ensayos hoy en día pueden compararse con ventaja muchas veces a las más audaces manifestaciones de lo literatura en otros países.

El es­critor de provincia no puede considerarse un escritor marginado, olvidado; por el contrario, "estamos convencidos de que la raíz primaria de la literatura venezolana descansa justamente en la labor callada, heroica, con­secuente del escritor de la pro­vincia de nuestro país". (AF)

jueves, 9 de febrero de 2017

Diamante guayanés parecido al africano

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De este lado sur del Orinoco está buena parte de la tierra más vieja del mundo y, acaso, la más afortunada. Rica en hierro, Manganeso, níquel, cromo, oro, diamantes, bauxita, recur­sos forestales, energía hidroe­léctrica y pesca. To­do, excepto el hierro, el oro y el diamante, está intocable.
El hierro, como lo dijera Miguel Otero Silva en una mancheta cuando era director de El Nacional, "se va, cantando la can­ción del que no vuelve".  No vuelve –agregamos-  sino transformado en neveras, au­tomóviles, cocinas y toda cla­se de artefactos industriales y domésticos.
El diamante lo llevan desde hace más de ochenta años y nos lo regresan de talla y engastado en medallones y anillos, para que paguemos más de lo que costó sacarlo de la tierra y llevarlo al extranjero.
La extracción del diamante tuvo en la  Guayana de los años 70 más atractivo y relevancia que el oro. No producimos tanto diamante como el Congo, Ghana, Sudáfrica, Angola, Liberia y Tanganika, pero sí lo suficiente para lo que podría ser una modesta industria. Además, la producción, aunque baja en los últimos años,  es constante y si llegaran a descubrir las rocas madres o kimberliticas, no sería aventurado afirmar que Guayana estaría entre los grandes productores.
Los placeres diamantíferos del Guaniamo  han sido los más grandes encontrados hasta ahora en Guayana. Desde 1923 hasta 1969 los mineros buscaron el dia­mante en los aluviones de la cuenca del Caroni y del Cu­yuní por el lado oriental.  Dspués de esa fecha lo vienen buscando por la región suroccidental, en la cuenca del Cuchivero y del Caura.
Pero la meta importante del buen minero es poder dar con la génesis kimberlítica, con la roca madre del diamante. El Prof. de Geología de la UDO, José Baptista Gomes, mortalmente atracado en Caracas, realizó estudios en tal sentido y comprobó, junto con el Dr. Darcey Pedro Svisero, de la Universidad de Indiana, que los diamantes del Guania­mo tienen el mismo origen de las gemas africanas y solía decir a sus alumnos que Angola y el Congo Belga, tardaron 40 años en descubrir la roca madre trabajando e investigando en for­ma organizada. Rusia aprove­chó la experiencia africana y tardó sólo 12 años en llegar hasta las kimberlitas para figurar en las estadísticas mundiales de los grandes productores de gemas.
En Venezuela –digamos mejor en Guayana-  llevamos más de cien años sacando diamantes con “suruca” y de la forma más aventurada y anárquica.  Jamás aquí se ha trabajado organizadamente sobre la base de un programa ni se ha considerado este renglón minero como un aspecto importante de la economía. A los guayaneses y en especial a los geólogos y economistas, las resulta inconcebible que se haya dejado pasar tanto tiempo sin haberse elaborado un Programa del Diamante, pero a pesar del diamante extraí­do en el curso continuado de más de ochenta años, todavía queda bastante como para pensar en un Programa.
Los diamantes que los mineros guayaneses explotan en las cuencas de los ríos, quebradas y bolsones de los valles, lleva­dos allí por las crecientes, se cree que provienen de la For­mación Roraima cuya edad se calcula en 1.700 millones de años.
Mientra esta formación domine la topografía de la región, siempre habrá diamantes en los cauces de los ríos y márgenes de manera más o menos esporádica, nos comentó en cierta ocasión el profesor Baptista.  Por otra parte, es desconocida el área abarcada  en épocas anteriores por la Formación Roraima, lo que supone que puede haber diamante en aluviones y eluviones  provenientes de su destrucción en zonas donde actualmente existe la Formación.  Tal suposición ofrece una perspectiva favorable del futuro del diamante  dentro del aspecto económico. (AF)




martes, 7 de febrero de 2017

La Maestra Doña Ligia Mederico


El Colegio que lleva y honra el nombre de la ciudad,  hoy por hoy, es uno de los establecimientos educacionales, desde el preescolar hasta el bachillerato, más importantes del Estado, y pensar que nació con niños vecinos debajo de una frondosa mata de mango en el patio de la vivienda de su fundadora doña Ligia Mederico, oriunda de El Palmar, donde se inició como maestra rural.  Entonces la escuela quedaba distante de su casa de bahareque y allá tenía que ir diariamente trotando en un burrito parecido seguramente al Platero de Juan Ramón Jiménez.
          Tuve la grata oportunidad por los años sesenta de conocer a la maestra cuyas Memorias testimoniales fueron escritas por  los estudiantes del noveno año Irenia Rivero, Bernys Vivas, Carlos López y Juan Carlos Rodríguez y que tuve el honor de prologar y bautizar con la doctora en educación Decci Plaz.
         La iniciativa de estos muchachos, estimulada y asesorada por los directivos del plantel, ocurrió porque a la maestra doña Ligia Mederico no le alcanzó el tiempo para escribir las memorias que el ser humano innatamente desea para dejar constancia de su paso por la tierra.  Seguramente tuvo la intención de hacerlo, pero la exigencia del deber asumido, por vocación y obligación, de instruir, de  enseñar, de educar, era tanta que siempre lo fue aplazando sin recordar o conocer el símil de la vela según el cual  el maestro es como una vela encendida que a medida que va difundiendo su luz va difuminando su existencia.
Se cumplió su ciclo vital y lo que hizo, sintió y vivió en vida no quedó en la palabra impresa sino en la memoria frágil de sus descendientes, de sus allegados, de sus amistades y discípulos que  quisieron de esta manera rescatar lo virtualmente perdido, no para recreación egocéntrica de quien tuvo la iniciativa por imperativo de la sangre, sino para que sirva de modelo o paradigma de lo que significa la abnegación magisterial.
         La abnegación magisterial es el resultado de andar por un camino arduo que compromete al ser humano a servir con diligencia, bondad y espíritu holgado, a los hijos que llegan de cualquier parte en busca de ayuda para crecer en el mundo convencional.  Crecer en mente y alma acerando la voluntad, cultivando la inteligencia en el campo del conocimiento y despegando hacia otros horizontes posibles.
         No todo el mundo sabe andar por ese camino porque no todo el mundo está dotado de entereza y sabiduría innata. Ligia Mederico estaba dentro de la excepción del conglomerado humano donde vivía.  Estaba predestinada toda vez que no la aturdía las distancias, la escasez y rusticidad del medio.  Y si alguna vez flaqueó en el curso del camino, pudo asimilar las flaquezas y reanudar la esperanza aprovechando coyunturas eventuales que sólo la intuición sabe determinar venciendo el temor del riesgo.
         Lo tradicional es que el hombre representa la fuerza y la seguridad y a esa concepción tan común en aquellos tiempos se apegó su fragilidad de  mujer no logrando sino cargas que aún tan pesadas no resquebrajaron su voluntad inspirada en la resistencia  a toda prueba.
         A lo mejor los requerimientos políticos la socorrieron, le sirvieron sin saberlo quizá, y pudo conquistar espacios para que las familias pudieran sentir a sus hijos crecer con seguridad bajo su magisterio.
         La mujer pudo superarse porque a medida que se esforzaba por enseñar, aprendía de su propia experiencia escolar y de la experiencia de sus maestros verticales y también de los colaterales en un constante intercambio dialéctico que la llevó después de su jubilación a fundar con la ayuda de sus hijas todas docentes a fundar el Colegio que hoy está entre los primeros por su calidad, aporte social, disciplina y proyección del gentilicios bolivarense.
         

lunes, 6 de febrero de 2017

El Merey regalo de los Dioses



Los cascos del caballo de Atila han tenido que ser cáusticos como la hoja del Merey que donde cae y per­manece, difícilmente cre­ce la yerba. Pero más cáusti­co que la hoja es la cáscara de la nuez  aprovechada en productivos y diferentes usos industriales.
Dicen que el Merey es ori­ginario del Brasil o de las Antillas, pero en el África, Mozambique y la India abunda en grandes extensio­nes, no porque crezca silves­tre, como en Guayana y sur de Anzoátegui y Monagas, si­no porque allá es fomentado su cultivo por constituir la industrialización de ese fruto una rica fuente de divisas, pa­ra aquellos países de la zona tropical.
Las semillas que trajeron del Brasil a Venezuela sólo encontraron suelo feraz para su propagación fácil y espon­tánea en el Norte de Ciudad Bolívar y en el Sur de los Es­tados Monagas y Anzoátegui. Se calcula que en esas áreas fue verificada  la existencia de unos 200 mil árboles.
A pesar de los múltiples usos del Merey aprovechados al máximo en países alta­mente industrializados que lo importan de la India, Mo­zambique, Tanzania, Madagascar, Kenia, Senegal, Amé­rica Central y Brasil, en Ve­nezuela este fruto anacárdico  se continúa viendo como uno más del montón. Muy limita­damente en, Ciudad Bolívar y Soledad se utiliza el merey en pequeñas industrias domésti­cas para la elaboración de confites como el popular ma­zapán, el merey pasado, en almíbar y turrón de almendra.
No se explica mucha gente, especialmente la que de fuera viene, cómo en estas áreas donde el Merey crece silvestre no se ha fomentado el cultivo organizado en gran escala y con fines industriales. Pero la explicación podrían encon­trarla en lo que siempre se ha dicho: que los venezolanos estamos más interesados en la riqueza fácil del petróleo, del hierro, del oro y del dia­mante.
Una señora de Tumeremo que produce artesanalmente merey en almíbar, permitió que muestras de su producto fueran expuestas en una Feria de Montreal, Canadá. Me­ses después la doña se desma­yó al recibir carta de una im­portante firma del Norte en la que le pedían varias tone­ladas de merey en almíbar.
Esta simple anécdota da idea de lo que son nuestras pequeñas cosas en el exterior, de lo mucho que se les aprecia y de los grandes benefi­cios que derivarían si tuviésemos el ingenio del europeo, por ejemplo, que monta una industria hasta con las coli­llas de cigarrillos que se lanzan a la calle.
Tanto la cáscara de la nuez como la almendra y el falso fruto tienen una extensa va­riedad de usos. En Guayana que es la única parte de Venezuela donde se ha podido industrializarlo, pero familiarmente y con muy escasos recursos, sólo se aprovecha el pedúnculo para elaborar con papelón, clavos de olor y agua el llamado “Merey pasado” y con azúcar, clavo y limón el popular “Merey en almíbar”. El Mazapán se elabora con la almendra tostada y molida, leche y azúcar.  También  preparan la almendra pelada sola con sal molida.

En el vecino Brasil de donde se afirma es oriundo el Merey, se prepara un refresco llamado “cuajada” muy popular.  En Bolivia se reco­mienda como estimulante del cerebro y la memoria. Varios países de las Antillas lo utilizan en la preparación de vinagres y vinos.  En Ciudad Bolívar ya es popular el Vino de Merey El Angostureño en cuya empresa se han empeñado desde 2006 el artista plástico de ascendencia francesa Miguel Harbonnier y el japonés-venezolano  Luis Ishikaua. (AF)

sábado, 4 de febrero de 2017

El drama de los restos del Libertador

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La vida de Bolívar no sólo fue un drama intenso, conflictivo y conmovedor desde el mismo día en que nació -24 de julio de 1783- sino también su muerte acaecida en medio de una turbulencia política el 17 de diciembre de 1830 y con ella sus despojos, sus restos  sepultados en una tumba prestada en la iglesia de Santa Marta de la hermana Colombia, con la que estamos actualmente en inexplicable como incomprensible conflicto.
El hombre con un gran cerebro y una estatura apenas de 1,62, fue enterrado con su guerrera de gala y todas sus condecoraciones, pero tales vestiduras fueron devoradas por  los elementos ambientales que asediaron sus enterramientos improvisados de los primeros momentos.
En la iglesia de Santa Marta fue enterrado tres veces, dicen las crónicas, pues sus restos debieron ser trasladados, una vez por daños del terremoto  de 1834 (el féretro quedó parcialmente destruido), y otra vez por inundaciones en la Iglesia de Santa Marta las cuales dejaron expuesto el féretro y los restos al lodo y la humedad por un tiempo prolongado.
Cuando los restos del Liberador fueron trasladados a bordo de un convoy,  desde el atracadero de Santa Marta al puerto de La Guaira y luego a Caracas en noviembre de 1842, quedaron en manos de su gran amigo el médico José María Vargas, quien dictaminó que se encontraban en estado “deleznable y oscuro” debido a la humedad. Entonces se lavaron los huesos, se barnizaron y se rearmaron con hilos de plata y plomo, no sin que se perdieran muchos de los huesos pequeños como las falanges de las extremidades.
En la Catedral de Caracas permanecían los restos hasta que fueron pasados al Panteón Nacional, sin que se tuviera que reabrir la urna.  Por eso se supone que no hubo cambios desde 1842 hasta 1878. Sin embargo, en 1913 se procedió a la remodelación del Panteón Nacional debido a que el techo  se desplomó precisamente sobre la tumba de Bolívar, aplastando la tapa de la urna de plomo y la de madera, cayendo ambas sobre lo que quedaba del esqueleto, especialmente hacia el lado del cráneo.
El cuerpo de Bolívar cuando fue trasladado a Venezuela en 1842, ya era sólo un esqueleto, por lo que se sacaron los huesos, se limpiaron, se barnizaron y se rearmaron. En 1947, se efectuaron remodelaciones en la Cripta de los Bolívar en la Catedral, encontrándose que todas las tumbas habían sido profanadas, excepto la de María Antonia Bolívar. Lo curioso es que entre los restos esparcidos, el doctor José "Pepe" Izquierdo encontró una calavera, es decir,  un cráneo,  no sólo barnizada, tal como relata el doctor José María Vargas que se hizo con el cráneo de Bolívar, sino que muestra signos de haber sido sometido a una autopsia. El único miembro de la familia Bolívar cuyos huesos estaban barnizados y que fue sometido a autopsia fue Simón Bolívar, por lo que Izquierdo acudió a la Asamblea Nacional Constituyente de la época, y una comisión encabezada por Andrés Eloy Blanco y conformada por Mario Briceño Iragorry, Vicente Lecuna y Rafael Caldera entre otros, dictaminaron, sin abrir la urna y con apoyo de testimonios de miembros de la Academia Nacional de la Historia, que los restos del Panteón son los del Libertador.

El cráneo de la Cripta de los Bolívar desapareció después del Golpe de Estado de 1948, y el relato de los hechos sólo queda plasmado en un libro titulado "El cráneo del Libertador" editado en 1955 por el Dr. José Izquierdo. En tiempos del chavismo volvió la mano oficial a remover los restos del Padre de la Patria, quien, aún muerto, parece destinado a seguir bajo el drama de las tormentas de los siglos. 

viernes, 3 de febrero de 2017

Eclipse y superstición

En la ciudad ha ido desapareciendo la creencia de que los eclipses son llamados del cielo para reprimir y castigar faltas cometidas por quienes se sienten culpables de haber contrariado las enseñanzas cristianas.
         Por eso cuando se anunció que el 12 de noviembre de 1966  se registraría un eclipse de Sol, los supersticiosos se inquietaron por creerlo una señal de catástrofe, Más cuando vieron que algunos se suicidaron y otros tomaron sus previsiones. Las mujeres embarazadas temerosas de interrumpir el proceso de gestación, se colocaron prendas rojas, ataron  llaves en su cuerpo y permanecieron en sus casas, mientras los campesinos colocaron moños rojos en sus siembras y en los árboles frutales.
         Ciudad Bolívar ese día amaneció aparentemente sin Sol, pero con una mañana relativamente clara, serena, fría, un cielo plomizo y parcialmente nublado hacia el occidente en horas tempranas.
         Numeroso público esparcido en las equinas de la ciudad, en las azoteas de la casas altas y en las lomas de los cerro El Vigía, La Esperanza y El Zamuro, oteaba el cielo hacia el Oriente en busca del disco solar, pero nunca se vio, como algunos aquí creían: la luna interfiriendo el Sol en la forma como grafican los eclipses.  Solamente se veía el sol casi fijo en el cielo como una gran estrella que había perdido su vigor y gran luminosidad.
         Aquí no hubo desastres, si acaso el desbordamiento del Caño Mánamo en el Delta que arrasó cosechas y sembradíos y suicidios extraños atribuidos al eclipse:  Un hombre que se lanzó al Orinoco con una pesada cadena en el cuello; un preso que hurtó un revólver, se fugó y luego se desarrajó un tiro en la sien; un anciano que mató a su esposa de 28 machetazos, un sexagenario que se ahorcó en la Plaza Páez, una joven que realizaba un curso de telefonista que se vino expresamente de Caracas a envenenarse y otro que se ahorcó frente a la Casa San Isidro..
         Efectivamente, Santos Martínez, de 31 años, agricultor,  detenido en la Alcaldía de Tumeremo, se fugó luego de violentar un escritorio y extraer de él un revólver.  Posteriormente, en el sitio denominado “Caratica” se desarrajó un tiro en la sien.
         Otro suicidio correspondió al señor Virgilio Siso, de 63 años, casado,  domiciliado en la Urbanización Vista Hermosa.  Apareció guindando del árbol ornamental más alto de la plaza.
         También apareció ahorcado Mario Félix Sánchez frente a la Casa San Isidro donde vivió Simon Bolívar.
         Josefina Valdés, de 18 años,  realizaba un curso de telefonista en Caracas, regresó a esta su ciudad natal sin saberlo sus padres y en una casa amiga de El Cambao consumó su muerte ingiriendo raticida.
         Una señora española, Mercedes Ballesteros Mayo, asesinada de 28 machetazos  que le descargó su esposo, un comerciante ferretero que consumía psicofármacos contra el insomnio. El hombre se había casado seis veces en el lapso de dieciocho años.  Sus ex esposas, casi todas extranjeras, concertaron con él trato matrimonial  por el sistema de correspondencias que orientan y estimulan algunas revistas.
         Desde la chalana “Virgen del Carmen”,  un sexagenario de nombre Jacobo Flores se lanzó al Orinoco con una pesada cadena enrollada en el cuello, poco antes del mediodía y en presencia de varias personas que no alcanzaron remotamente a presumir que el “Viejo Jacobo” estaba preparando su muerte.  El hombre dio dos pasos y se lanzó de cabeza  al río yéndose rápidamente al fondo.  Los presentes, sobrecogidos por la impresión, no articularon palabras sino pasado unos segundos.  Alguien dijo: “!desapareció!” y otro miró hacia el cielo y comentó:  “!Son terribles estos días de eclipse"

miércoles, 1 de febrero de 2017

La Primea Feria del Orinoco


La Primera Feria del Orinoco se realizó desde el viernes 6 de enero de 1967 hasta el domingo 15 como marco de la inauguración del Puente Angostura, para entonces el primero más largo de Latinoamérica y el noveno del mundo.
Loise Nouel (en la foto) fue la Reina de ese acontecimiento protagonizado por el Presidente de la República, doctor Raúl Leoni y al cual asistieron importantes figuras internacionales del mundo periodístico, intelectual y político.
La alegría de los guayaneses de aquellos días por el Puente fue realmente desbordante y en ellos quedó grabado con signos indele­bles este episodio de su historia, junto con los recuerdos jubilo­sos de una Feria que contribuyó a romper el ritmo de la monotonía con un conjunto de atracciones.
No sólo para los gobernantes, sino tal vez en mayor grado para el hombre común, las manifestaciones que se produjeron sobre el des­arrollo de la Feria vinieron a reconfortar el ánimo porque se logró lo que todos aspiraban: que tanto los nativos de Bolívar, como los visitantes de las regiones vecinas y los distinguidos invitados extranjeros, encontraran aquí calor hospitalario y ambiente grato durante su breve permanencia.
Yo tuve como corresponsal de El Nacional la oportunidad de recoger impresiones entre el grupo de periodistas extranjeros que nos visitaron, y sabemos que todos dejaron la ciudad satisfechos por los agasajos de que fueron objeto y además admirados por lo que pudieron apreciar en su rápida gira.
El afamado columnista Drew Pearson destacó la importancia extra­ordinaria de Guayana para el futuro de Venezuela y dijo que allí estaba "el nudo básico del desarrollo nacional. Ningún país de América ha sido tan bien dotado por la naturaleza, ni puede ufanarse de tener un régimen institucional tan sólido como Venezuela”.

Por su parte, Germán Arciniegas, escritor y periodista colombiano, opinó que el Puente "Angostura" es una obra fundamental que comple­menta lo que en otros aspectos viene haciendo el gobierno venezolano para transformar una región ayer selvática en una cantera de progreso.

El doctor García Peña, Director de "El Tiempo" de Bogota opinó que Se me antoja que este Puente maravilloso que acaban de inaugurar, es el símbolo del salto hacia el futuro que ha dado Venezuela, y que hace olvidar la etapa pastoril de Juan Vicente Gómez para avizorar un pano­rama que halaga a las nuevas democracias de América”.
Comentarios semejantes recogimos entre otros invitados.  Los integrantes de la delegación de charros mexicanos, por ejemplo, en el momento en que regresaban a Caracas no tuvieron tiempo suficiente para repartir abrazos entre las decenas de amigos que dejaron en Ciudad Bolívar.
La verdad es que nadie puede desconocer que durante esos diez días de jolgorio popular, tuvimos festividades de todo tipo, dentro del orden más absoluto y con la brillantez que todos anhelábamos. Cómo olvidar los desfiles de carrozas por calles y avenidas, los elegantes pa­seos de las amazonas, la actuación de los folkloristas de Trinidad y To­bago con su Steel Band al frente, las recorridas por el Orinoco a bordo del Dancing-Restaurant Flotante, los conciertos de música popular, el jaripeo de los charros, las competencias deportivas, la coronación de nuestra hermosa Reina Loisi Nouel; y al mismo tiempo, a la par de estos festejos, otros actos de contenido popular como la apertura de la expo­sición Pictórica Retrospectiva en la Casa de San Isidro y las muestras de nuestro potencial agropecuario y minero que causó verdadera admira­ción entre quienes fueron a admirar esos eventos.