lunes, 30 de junio de 2014

RAMÓN J. VELÁSQUZ EN CIUDAD BOLÍVAR: “YO SOY PERIODISTA Y MORIRÉ SIENDO PERIODISTA”

“Me siento orgulloso de recibir el Botón de Oro” del CNP de Ciudad Bolívar, cuna del periodismo libre de América. Yo soy periodista y moriré como periodista” exclamó el entonces Presidente de la República, doctor Ramón J. Velásquez, en la ocasión, 15 de febrero de 1994, en que el secretario general cenepista, licenciado Oswaldo Utrera, le colocó la distinción. La imposición del Botón ocurrió en la sala mayor de la Casa del Congreso de Angostura, en sesión especial convocada por el Gobierno de Andrés Velásquez, para otorgar la Orden Congreso de Angostura que en su categoría “Collar” también recibió el mandatario nacional. Ramón J. Velásquez había estado antes en la misma casa histórica cuando era presidente de la Comisión Bicameral del Congreso de la República. Vino en compañía de la directiva del Congreso para rendirle tributo al Padre de la Patria con motivo del bicentenario de su natalicio. Entonces dijo en su discurso de rigor que “cómo el Congreso Nacional en la ocasión del Bicentenario, debía venir a este sitio para señalar una vez más a Venezuela la significación de cuanto ocurrió aquí en el año históricamente trascendental de 1819 y es porque este episodio es la relación fundamental que en la vida del Libertador tiene él con el Congreso”. Velásquez describió a Bolívar desde su época de joven revolucionario en las barras del Congreso de 1811 hasta transformarse en un guerrero y en la figura que a estas instancias continúa siendo en el campo de la política y del arte militar, la primera con la que Hispanoamérica ha entrado a la Historia Universal. Habló de su gran obra como es la creación de la Gran Colombia, hecho trascendental en la historia continental, por la novedad de las instituciones que aquí viene a proponer, por la ambición de los límites, por la concepción de la América hispana como un todo capaz de enfrentarse a los peligros existentes entonces y los que veía frente a la presidencia imperialista de los Estados Unidos. El 10 de septiembre de 1986 volvió a Ciudad Bolívar para inaugurar, la Biblioteca “Manuel Peñalver”, fundada por Fetrabolívar, presidida por el diputado Ángel Zerpa Mirabal. Hacía entonces veintisiete años que en Ciudad Bolívar, en la cercada cárcel que la dictadura destinó a sus opositores, empezó Ramón J. Velásquez a conocer el nombre de Manuel Peñalver. Compartía el mismo calabozo con un gran líder sindical y un gran venezolano, Luis Tovar; allí en el estrechísimo recinto estaba también gente del Guárico y de Oriente, pero la palabra, el ingenio, la habilidad para mantener el optimismo en el oscuro calabozo era de Luis Tovar, que hacían del líder obrero, permanente centro de atracción. Para Luis Tovar, Manuel Peñalver, quien después de cinco años de prisión estaba viviendo en el destierro; Manuel Peñalver era un recuerdo constante. Uno de los líderes juveniles del sindicalismo que estaba seguro iba a continuar la lucha por rescatar las libertades y por mantener dentro de la democracia venezolana una lucha de contenido social que explicara y justificara la presencia de la clase trabajadora en los cuadros del gobierno. Manuel Peñalver era guariqueño, trabajó en los campos petroleros. Su vocación de luchador lo llevó a integrarse desde el primer momento a los cuadros sindicales que fue ascendiendo en razón de su capacidad. Ramón J. Velásquez, su gran amigo y compañero de calabozo en la Cárcel de Vista Hermosa, fue historiador, jurista, político y periodista director de varios rotativos, entre ellos, el Nacional y falleció el 24 de junio de 2014 y sepultado el Día del Periodista. Elogiado por su legado como demócrata íntegro y transparente, un referente de ética y servicio a Venezuela. (AF)

domingo, 29 de junio de 2014

Accidentes en Puente Angostura


Wtopicos
A causa de severos daños en su plataforma, el tránsito de vehículos por el puente Angostura sobre el Orinoco, fue desviado hacia Los Barrancos-San Félix por vía de ferris y chalanas.
El percance se presentó en la mañana del 7 de septiembre de 1989 luego de pasar una gandola sobrecargada con productos siderúrgicos coadyuvando a ello la falta de mantenimiento que hace dos años pasó de manos del MTC a la CVG.
Hubo desplazamiento y caída parcial del tablero ubicado en el sector de la Torre Norte con poyo movible fijado en la viga transversal de esta torre en la primera péndola del tramo central. Los trabajos fueron encomendados de inmediato a la empresa Ganneff Ibenso, bajo cuya responsabilidad había estado durante los últimos cinco años el servicio de mantenimiento del puente. El contrato con el MTC venció en 1987 por un monto de 15 millones de bolívares y a partir de ese año pasó a manos de la CVG.
La prensa había advertido sobre los peligros que traería la falta de mantenimiento a este puente, considerado estratégico porque de él depende para el transporte toda la industria básica de Guayana, que también necesita de esta vía para recibir suministros, como por ejemplo el gas licuado. A través del puente pasaban entonces unos 4 mil vehículos diariamente.
El puente Angostura sobre el Orinoco es colgante, tiene una longitud de 1.678,5 metros que lo ubicaba como el noveno del mundo. Fue inaugurado por el presidente Raúl Leoni en 1967. La fuerza del viento produce sobre la estructura un peso de 250 kilogramos por metro cuadrado, el cual es aliviado por un sistema de rejillas. La revisión de estos puentes -según los técnicos- suele hacerse: una al término de los primeros diez años: la segunda a los cinco; la tercera a los dos e indefinidamente cada año.
El 17 de enero de 1977, en toda la entrada del puente, se produjo el primer accidente al ser chocado un bus de Rodovías por un chuto desprendido de una gandola. En ese accidente pereció el sociólogo Ángel Alberto Callejas, ex secretario general de Copei. Callejas viajaba desde Maracaibo, donde había fijado su residencia y regentaba un instituto educativo después de haber estado un largo tiempo como alto dirigente socialcristiano en el estado Bolívar.
Dos años después el tráfico vehicular tuvo que ser suspendido. Es decir, el 4 de agosto de 1979, cerrado por primera vez el puente Angostura sobre el Orinoco para una revisión total de su estructura debido a ciertas averías causadas por el tráfico de vehículos pesados. Luego, en 1989, fue el percance de la gandola súper cargada con productos siderúrgicos.
El 3 de octubre de 2010, una camioneta Hilux conducida por el estudiante de la UDO Ronny Ortuño, impactó de madrugada contra la baranda del puente Angostura obre el Orinoco, originando su precipitación hacia las profundidades del río, unos sesenta metros aproximadamente.
Actualmente el puente Angostura es objeto de un riguroso mantenimiento y reparación de las averías producto de los accidentes. El Gobierno Nacional invierte 133 millones de bolívares. Natan Lustgarten dirige los trabajos por parte del Consorcio Angostura. Se trabaja en la rehabilitación de las estructuras metálicas que soportan el puente, protección anticorrosiva de las mismas y pintura en general. Adicionalmente se trabaja en la reparación del cable principal de las fosas de anclaje que se encuentra deteriorado por la corrosión. Estos trabajos se prevé continúen en una futura tercera etapa. La recuperación del puente Angostura, se está haciendo de manera general. Los trabajos se mantienen por la parte de abajo de la estructura desde hace un par de años. Todo se ha venido ejecutando cumpliendo las normas nacionales e internacionales de calidad y segurid

sábado, 28 de junio de 2014

Final del Correo del Orinoco (VI)


Efectivamente, más tarde el Gobierno ordenó el traslado de la prensa a Cúcuta, pero los angostureños se movilizaron y evitaron que esto ocurriese. Fue entonces cuando se ordenó la compra de una segunda prensa en Filadelfia, la cual llegó a bordo de la goleta nacional “El Meta” capitaneada por Guillermo Wikie, en enero de 1812, precisamente cuando el Gobierno ordenó a Roderick trasladarse con ella a Cúcuta. Sin embargo, esta prensa no llegó a su destino sino que se quedó de tránsito en Maracaibo, donde fue hábilmente aprovechada por Monseñor Mariano Talavera y Garcés, quien sería más tarde Administrador Apostólico de la Diócesis de Guayana, para editar El Correo Nacional.
Andrés Roderick, con su recién llegada imprenta venida de Filadelfia, optó por quedarse en Maracaibo aprovechando que esta provincia de yodo y mar en poder de los realistas había proclamado su independencia el 28 de enero de 1820 y, por otra parte, porque eran serias las dificultades par seguir cargando hasta Cúcuta con la pesada máquina tipográfica como bien quedó evidenciado en la nota que después publicaría el Correo a manera de editorial:
“Casi al momento mismo de proclamarse aquí la Independencia, y cuando la sabiduría del Gobierno se ocupaba en las muchas y graves atenciones que son consiguientes a la transformación política de algún pueblo, nos llegó cojo un don precioso emanado del Cielo, una de las mejores Imprentas de la República, con destino a Cúcuta para el servicio del Supremo Congreso; pero la dificultad de conducirla por caminos de tierra; la lisonjera esperanza de que venga a establecer aquí el augusto Tribunal y más que todo el ahínco del gobierno de proteger los pueblos desde el momento mismo en que se acogen bajo el sagrado auspicio de las leyes sabias y liberales, han hecho superar obstáculos que se oponían a tan útil establecimiento”.
Superados los obstáculos para que la imprenta se quedara en la capital zuliana, el impresor del Gobierno Supremo, de acuerdo con Monseñor Mariano Talavera y Garcés, instaló su máquina en la calle del Libertador (antes calle nueva) Nº 11 y en ella editó el Correo Nacional, prospecto que llegó a Angostura en agosto de 1821 y cuyo editorial reproduce el Correo del Orinoco en su edición 112 con esta nota al pie: “Insertamos este prospecto, no sólo con el fin de animar a las demás provincias del departamento de Venezuela a la imitación del bello ejemplo que ofrece la de Maracaibo, sino también para invitar a nuestros Compatriotas a suscribirse á un Periódico que promete á ser satisfactoriamente desempeñado”.
El semanario estuvo circulando desde el 14 de mayo hasta el 10 de noviembre de 1821, al servicio de los intereses de la República y en una segunda etapa volvió a salir el 20 de enero de 1822. En la misma imprenta se editó Concordia del Zulia y después de la Toma de Maracaibo por el realista Francisco Tomás Morales, se editó el 23 de enero de 1822 El Posta Español que estuvo circulando durante un año.
En 1824, Andrés Roderick abandonó la tipografía y se asoció al colombiano José Padilla en un negocio panadero. En 1828 se marchó a Bogotá donde lo aguardaba con mejores perspectivas la tipografía de Zoilo Salazar. Permaneció en la capital colombiana hasta el día de su muerte ocurrida en abril de 1864.
Al dejar de circular el Correo del Orinoco el 23 de marzo de 1822, la prensa donde se editaba (The Washington Pressno sirvió sino para hacer efectiva la promulgación de algunas leyes del Gobierno Regional, pues otro periódico no tuvo Guayana sino en 1838, El Telégrafo, editado en una segunda imprenta traída a Angostura por Lorenzo Ayala, a través de la firma mercantil Dalla Costa

viernes, 27 de junio de 2014

Un peso costaba el Correo del Orinoco (V)

Aquel precio risible del Correo del Orinoco
La suscripción del Correo del Orinoco costaba mensualmente un peso para los habitantes de Angostura. La gente del interior debía suscribirse por el lapso mínimo de tres meses y pagar treinta reales. Se contaba con posta para la circulación del periódico en lugares distantes.
Las suscripciones fueron abiertas en la casa sede a la Capitanía de Puerto y los comerciantes y personas interesadas en publicar Avisos en el Correo, debían remitirlo a más tardar la víspera de la edición, es decir, el viernes puesto que la Gazeta salía periódicamente el día sábado. La oficina de recepción de Avisos funcionaba en el propio taller del periódico.
El premier comerciante en publicar un aviso por el Correo del Orinoco fue el señor Falconer, un sillero que tenía su taller en el sótano de la casa del Almirantazgo. El aviso decía textualmente: “El Ciudadano Falconer, Sillero, que vive baxo el Almirantazgo, desea encontrar para comprar una cantidad de SERDA. Se pagará a buen precio la de buena calidad. Angostura Junio 27 de 1818”.
Andrés Roderick, impresor del gobierno Supremo, redobló su trabajo con el Correo del Orinoco, pues anteriormente se limitaba a imprimir Boletines, Bandos, Membretes, Decretos, Ordenanzas, Leyes, Resoluciones y otros impresos, para lo que debió tomar previsiones entrenando ayudantes como Tomás Taverner, Juan José Pérez y José Santos e interesando en el oficio a jóvenes que supieran leer y escribir.
El “Correo del Orinoco” que inauguró una nueva etapa del periodismo libre de Venezuela, vino a ser el segundo periódico propio del Gobierno Republicano. El primero fue El Publicista, fundado el 25 de junio de 1811 bajo la redacción de Francisco Javier Yanes y Francisco Iznardi, quien era secretario del Congreso. En el número 2 de El Publicista se publicó el Acta de la Independencia de Venezuela.
La coordinación, redacción o dirección del periódico siempre estuvo a cargo de algún miembro de la Directiva del Congreso de Angostura o del Ejecutivo. En este caso, de Francisco Antonio Zea, Juan Germán Roscio y José Rafael Revenga, fundamentalmente.
Constaba de cuatro páginas, texto 18x26 centímetros escritos a dos columnas hasta el Nº 11 y a 3 columnas en adelante. La suscripción costaba un peso por tres meses para las provincias. Esto hasta la edición 91 en que el impresor Tomás Bradshaw, sustituto de Roderick, tratando de aumentar la circulación lo puso a real y medio al pregón y a seis pesos la suscripción anual.
Roderick dirigió el Taller hasta enero de 1821 cuando recibió orden superior de trasladarse a Cúcuta, capital del Gobierno de Colombia. Dejó la impresión del periódico en manos de Tomás Bradshaw, quien trasladó el Taller a la casa del Congreso de Angostura. Luego en abril del mismo año y desde el Nº 100 el taller e impresión del periódico quedó bajo la responsabilidad de William Burrel Stewart, quien lo cerró con la edición 128 del 23 de marzo de 1822, prácticamente al término de la gestión del coronel José Ucroz, gobernador de la provincia de Guayana.
Desde el traslado del Gobierno a la Villa del Rosario de Cúcuta, se temió por la desaparición del Correo del Orinoco puesto que era una gazeta del Estado. En previsión, Andrés Roderick, animado por “algunos amigos de la patria que se han visto animados a coadyuvar a su gloria”, pensó llenar el vacío dejándole a Guayana otro periódico para lo cual se elaboró un prospecto con el nombre Amor de la Patria, del cual dio cuenta el hebdomadario de los patriotas en su edición 67.

jueves, 26 de junio de 2014

Apertura del Correo del Orinoco (IV)

La primera plana del primer número del Correo del Orinoco abre con los sucesos de la guerra en los llenos de Cojedes y Calabozo contra el ejército del General Miguel de La Torre y donde los patriotas al mando de los generales José Antonio Páez, Manuel Cedeño y José Antonio Anzoátegui salen victoriosos destrozando con su caballería a la infantería realista, según los boletines enviados a las autoridades de esta ciudad desde el cuartel de San Fernando de Apure por Francisco de Paula Santander. También reseña aparte la embestida de los soldados de los generales Santiago Mariño y José Francisco Bermúdez en un intento por ocupar la plaza de Cumaná. Publica el Correo del Orinoco en esta su primera edición recibida jubilosamente por los angostureños, una carta enviada por el Gobierno de las Provincias Unidas de Río de la Plata cuyas expresiones fervorosas a favor de la lucha de los patriotas venezolanos ha suscitado emoción. Igualmente da a conocer la respuesta del Jefe Supremo Simón Bolívar, quien despacha en esta ciudad de Angostura desde agosto de 1817. Informa esta primera edición del Correo, los apuros económicos en que se ha visto el general Páez para acuñar monedas con el molde de una máquina vieja desechada por el Gobierno en la segunda época de la República y del temor que tiene el Jefe Supremo de que el país vaya a inundarse con una moneda que por su imperfección puede ser contrahecha con facilidad. En este sentido, el Jefe Supremo en decreto que aparece en el Correo dispone la circulación de esta moneda sólo en la jurisdicción de Barinas. En el resto del país y hasta tanto se produzca una ley al respecto, se continúa con la Macuquina del antiguo régimen español y la Macuquina acuñada en Caracas en la segunda etapa de la Independencia. El semanario publica de la misma manera noticias de Río Negro en las que se afirma que están expeditas las comunicaciones con esa importante región fronteriza desde que el comandante Hipólito Cuevas fue por disposición del general Páez a liberar aquellos pueblos y los de Alto Orinoco. Los portugueses del otro lado de la frontera prometieron a Cuevas que no tomarán partido en nuestros problemas internos y que observarán una inmutable neutralidad, lo cual ha contentado mucho al Jefe Supremo ocupado ahora en la redacción de una ley para impedir el contrabando desmedido que nos viene de todas partes. La aparición del Correo fue recibida por los angostureños con semblante matizado de curiosidad y entusiasmo. Los primeros ejemplares se vendieron en la propia casa donde se editaba y en la Capitanía de Puerto donde también se hacían suscripciones al precio de un peso por mes. La goleta “La Libertad” así como la inglesa “Halifax Packet” y el bergantín francés “Ana” embarcaron paquetes del “Correo del Orinoco” con destino a las colonias y por esa vía a otros países como Londres y Estados Unidos de donde era esperado un agente diplomático enviado por el gobierno de James Monroe. La prensa de tipos sueltos trabajaba con fuentes long primer y small pica, con sus respectivas itálicas y letras blancas para títulos y epígrafes. El impresor, Andrés Roderick, devengaba 50 pesos mensuales desde el 15 de octubre de 1817 que se instaló la prensa en la casa propiedad de José Luis Cornieles, un canario que se había refugiado con su familia en Trinidad tras el sitio y toma de Angostura por los patriotas y que luego regresó para ponerse a la orden de la República a cuyo Gobierno le puso a la orden todos sus inmuebles. (AF)

miércoles, 25 de junio de 2014

Bolívar y el Correo del Orinoco (III)

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Luego de la Batalla de San Félix ganada por el general Manuel Piar y que puso la provincia de Guayana en poder de los patriotas y centro del Gobierno Supremo, Bolívar reiteró su preocupación por la falta de un periódico para divulgar las ideas de la revolución y también para combatir las campañas calumniosas e insidiosas que a través de la Gazeta de Caracas llevaban a cabo los enemigos de la causa, especialmente su redactor José Domingo Díaz, quien la dirigió desde la caída de la Segunda República hasta la entrada de Bolívar a Caracas inmediatamente después de la Batalla de Carabobo.
El primero de septiembre de 1817 escribió Bolívar desde Angostura a Fernando Peñalver planteándole la urgencia de una imprenta que éste en octubre de ese año logró negociar y enviar a bordo de la goleta “María”. Según las relaciones de la época, esta imprenta fue comprada en Trinidad al comerciante José María Istúriz por 2.200 pesos, parte de los cuales cancelada con mulas de las Misiones del Caroní. En ella se editó el Correo del Orinoco desde el 27 de junio de 1818, bajo la dirección del licenciado Francisco Antonio Zea, quien mientras estuvo en Angostura se desempeñó primero como miembro del Consejo de Estado del Gobierno Supremo, presidente del Congreso de Angostura, vicepresidente de Venezuela y vicepresidente de la Gran Colombia. Cada vez que debió ausentarse para cumplir misión interna del Gobierno o diplomática en el exterior, lo suplantaron en la dirección y redacción del periódico de acuerdo con las circunstancias política-administrativa del Gobierno, Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y José Luis Ramos.
El periódico contaba con corresponsales en Puerto España (Cristóbal Mendoza), San Thomas (Vicente Tejera) y en Maracaibo la asumió Andrés Roderick después de abandonar Angostura al iniciarse el año 1821.
Aparte de quienes escribían espontáneamente firmando sus artículos con seudónimos, destacaron como colaboradores el propio Libertador, Fernando Peñalver, quien agenció la compra de la imprenta en Trinidad; Ramón Ignacio Méndez, Antonio Nariño, José María Salazar, Luis López Méndez, Francisco de Paula Santander, Francisco Javier Yánez y J. Trimiño. Su circulación semanal (sábado) se extendió desde Angostura al resto de Venezuela, Nueva Granada y las Antillas.
El periódico, primero que se publicaba en esta ciudad de Angostura, cabecera de la provincia de Guayana, erigida desde 1817 en Capital provisional del país, se imprimió en el Taller del propio Gobierno Supremo, puesto en manos del tipógrafo inglés Andrés Roderick y el cual venía operando desde octubre de ese mismo año en la casa del canario José Luis Cornieles, calle La Muralla, inmediata al Parque de Artillería.
Dice el semanario en su nota editorial insertada en la segunda columna de la última página, que saldrá los sábados y publicará todo cuando por su importancia ataña a la nación, a la lucha por la independencia y los derechos del mundo.
“Somos libres, escribimos en un país libre y no pretendemos engañar al público” -expresa, y agrega que quedará a juicio del lector discernir la mayor o menor fe que merezcan sus notas.
Al final critica a la Gazeta de Caracas, también hebdomadario, que se edita desde 1808 y divulga ideas opuestas a la causa de los patriotas. En tal sentido opina que “el público ilustrado aprende muy pronto a leer cualquier Gazeta, como ha aprendido a leer la de Caracas, que a fuerza de empeñarse en engañar a todos ha logrado no engañar a nadie”.
La primera plana la abre con los sucesos de la guerra en los llanos de Cojedes y Calabozo contra el ejército del general Miguel de la Torre.

martes, 24 de junio de 2014

Bolívar Periodista (II)

Al lado de la Gazeta de Caracas surgieron posteriormente al 19 de abril de 1810 el “Semanario de Caracas”, editado desde el 4 de noviembre de 1810. En menos de un año salieron 30 números redactados por Miguel José Sanz y José Domingo Díaz. Con este hebdomadario se inició  el periodismo independiente en Venezuela.
“El Patriota de Venezuela”, órgano de las sociedades Patrióticas, eminentemente político, redactado por Vicente Salias  y Antonio Muñoz Tébar; “El Mercurio Venezolano”, de carácter político, redactado por Francisco Isnardy, “El Publicista” del Congreso Constituyente de Venezuela, editado el 24 de julio de 1811; “El Patriota Cumanés”, editado en la ciudad de su nombre y del cual solo se conocen los números extraordinarios, y el “Boletín”, de hoja suelta impresa en la ciudad de Valencia por Juan Baillio. Apareció durante los días 12 y 21 del mes de mayo de 1812, ya en las postrimerías de la primera República.
Los patriotas y especialmente Bolívar reconocieron la importancia de la prensa y el impacto ideológico de la propaganda impresa desde los primeros momentos de la Revolución. Tras la misión especial que le tocó cumplir junto con Andrés Bello y Luis López Méndez, Bolívar habría traído de Londres (noviembre-diciembre de 1810), una imprenta, la cual estableció  en Caracas en sociedad con José Tovar, ilustrado hijo del Conde Tovar.
En mayo de 1816, en la Expedición de Los Cayos el Libertador dos imprentas en las cuales se editaron publicaciones en Margarita y Carúpano.
Iniciada la Tercera República con la Campaña del Sur que erige a Guayana como centro del Gobierno Supremo, Bolívar reitera su preocupación por la falta de un periódico para divulgar las ideas de la revolución y también para combatir las campañas calumniosas e insidiosas que a través de la Gazeta de Caracas llevaban a cabo los enemigos de la causa, especialmente su redactor José Domingo Díaz, quien la dirigió desde la caída de la Segunda República hasta la entrada de Bolívar a Caracas inmediatamente después de la Batalla de Carabobo.
El primero de septiembre de 1817 escribió desde Angostura a Frenando Peñalver planteándole la urgencia de una imprenta que éste en octubre de ese año logró negociar y enviar a bordo de la goleta “Maria”. Según las relaciones de la época esta imprente fue comprada en Trinidad al comerciante José Maria Istúriz por 2.200 pesos, parte de los cuales cancelada con mulas de las Misiones del Caroní. en ella se editó el Correo del Orinoco  desde el 27 de junio de 1818, bajo la dirección del  Licenciado Francisco Antonio Zea, quien estuvo mientras en Angostura se desempeñó primero como miembro del Consejo del Estado del Gobierno Supremo, Presidente del Congreso de Angostura, Vicepresidente de Venezuela y Vicepresidente de la Gran Colombia. Cada vez que debió ausentarse para cumplir misión interna del Gobierno o diplomática en el exterior, lo suplantaron en la dirección y redacción del periódico de acuerdo con las circunstancias político-administrativas del Gobierno, Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y José Luis Ramos.
El periódico contaba con corresponsales en Puerto España (Cristóbal Mendoza), San Thomas (Vicente Tejera) y el Maracaibo la asumió Andrés Roderick después de abandonar Angostura al iniciarse el año 1821.
Aparte de quienes escribían espontáneamente firmando sus artículos con seudónimos, destacaron como colaboradores el propio Libertador, creador del periódico; Fernando Peñalver, quien agenció la compra de la imprenta en Trinidad; Ramón Ignacio Méndez, Antonio Nariño, José Maria Salazar, Luis López Méndez, Francisco de Paula Santander, Francisco Javier Yánez y J. Trimiño. Su circulación semanal (sábado) se extendió desde Angostura al resto de Venezuela, Nueva Granada y las Antillas.



lunes, 23 de junio de 2014

Bolívar periodista (I)

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Cuando Bolívar nació (julio de 1783) no existía en Venezuela la imprenta, ese maravilloso instrumento inventado a mediados del siglo XV por el alemán Juan Gutenberg. Por lo tanto, el periodismo prácticamente era desconocido en nuestro país.
Bolívar conoció la imprenta en España, cuando viajó allá por primera vez a la edad de 16 años. Para entonces, 1799, reinaba Carlos IV. Tenía la península ya una tradición periodística y el diarismo pasaba de los 40 años. Basta con decir que en 1500, a 30 de la muerte de Gutenberg había en Europa 1.200 imprentas en más de 200 ciudades. Además, la península ibérica tenía, por su proximidad, la influencia de Inglaterra donde el diarismo iniciado el 21 de marzo de 1702 por Elizabeth Mallet había adquirido gran impulso  Para fines del siglo XVIII circulaba el celebérrimo “The Times” fundado en 1785 por el escocés John Walter y el cual se convirtió en el precursor de todas las invenciones periodísticas transcendentes.
Al regresar Bolívar de Europa en 1803, casado con Maria Teresa, aún a Venezuela no había llegado la imprenta. Sin embargo, otras ciudades americanas la tenían. La primera en tenerla fue México en 1535 seguido del Perú en 1851; las Colonias Inglesas de América de Norte en 1638; Guatemala en 1667; Paraguay en 1705; Nueva Granada en 1738; Brasil en 1747; Ecuador en 1755; Las Antillas en 1765; Buenos Aires en 1766; Trinidad en 1789 y Caracas en 1808,  casi de última, no obstante que Venezuela en 1790, a través del Colegio de Abogados de Caracas,  se venía planteando la conveniencia de traer directamente una imprenta de la Península. Sin embargo, la monarquía  estimada contraproducente  hasta entonces instalar una imprenta en Venezuela, y la posibilidad se hizo más difícil cuando a raíz de las primeras tentativas de Independencia, el Tribunal de la Real Audiencia de Caracas prohibió la importación y divulgación de toda clase de libros o impresos que se refieran directa o indirectamente al Gobierno de España y a la independencia de sus colonias. Los infractores se exponían a tremendo castigos que iban desde las fustigaciones hasta el presidio y aun la muerte.
El primero que trató de introducir una imprenta en Venezuela fue Francisco de Miranda en su accidentada expedición de libertad. Esta, junto con el Leander, debió subastarse en Trinidad para pagar el fracaso de la tentativa de Independencia. Allá en Puerto España la adquirieron después los tipógrafos Mateo Gallaguer  y Jaime Lamb, quienes asociados obtuvieron autorización del Capitán  Juan de Casa, gobernador de la provincia, para instalarla en Venezuela. En ella se edicto desde el 24 de octubre de 1808 hasta el 3 de enero de 1822 la Gazeta de Caracas.
     Este primer vástago el periodismo venezolano habría de afrontar muchas dificultades. Comenzó por ser órgano informativo y luego por efecto de la guerra de Independencia se transformó en órgano de combate. De esta gazeta nacida bajo la égida de la Capitanía General habrá de salir en letra de molde el grito de la revolución emancipadora; del 19 de abril de 1810 al 5 de julio de 1811, periódico de Junta Conservadora de los derechos de Fernando VII; de esa fecha hasta el fin de la Primera República, órgano del Gobierno Independiente de Venezuela; de octubre de 1812 hasta los primeros meses de 1813 pasó a ser tribuna de las fuerzas realistas;  de aquí a 1814, órgano del Gobierno de Bolívar; después otra vez realista hasta el 29 de junio de 1821 que el Libertador hizo su entrada triunfal en Caracas.


domingo, 22 de junio de 2014

El Plan Antimalárico

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El servicio de Endemias Rurales presento en 1989 al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social un programa para enfrentar el gravísimo problema de la malaria en este Estado Bolívar, toda vez que 31 mil casos de paludismo y 14 muertos había dejado la malaria en el Estado Bolívar en 1988.  La cifra sin precedente en el estado fue atribuido por las autoridades sanitarias al boom del oro que atrajo hacía la selva más de 50 mil personas.

El doctor Víctor Torres (en la foto), comisionado de Salud, dijo después de una reunión con el doctor Baldassare Ruggieri, jefe del servicio de endemias,  que el programa estaba basado en la estratificación de la malaria y que con la instrumentación de este plan, si se suministran los recursos necesarios oportunamente, podrá disminuirse la morbilidad substancialmente y, sobre todo, se evitarían las muertes.
Este plan está confiado en gran parte en la participación de la comunidad y los organismos que implementan planes de desarrollo en el área.
Bolívar, dividido desde el punto de vista malárico en dos áreas epidemiológicas, registró el año pasado 31.000 casos de paludismo: 3.400 en el área endémica de Caicara, La Urbana y Santa Rosalía, al este de estado; el municipio de La Paragua, en El Centro y Icabaru. El resto 27.600 casos fue detectado en los municipios El Dorado y Tumeremo, donde surgieron focos de trasmisión malarica como consecuencia de la invasión  de más de 30.000 personas dispersas en 8.000 kilómetros cuadrados en busca de oro y diamante.
El doctor Víctor Torres dijo que de los 31.000 casos de paludismo confirmados, 35% corresponde a Plasmodium falciparum y 65% Plasmodium vivax. Las infecciones por Plasmodium falciparum producen una letalidad de 10% cuando no son tratadas. Sin embargo en el Estado Bolívar, a pesar de los 8.800 casos solo se produjeron 16 muertes.
            Los brotes epidémicos se originan principalmente por la movilización social, la cual representa un alto número de personas susceptibles en áreas de alta vulnerabilidad para la trasmisión malarica, aunado al desequilibrio ecológico, entre el vector, el parásito y el hombre. Así mismo, la precaria inmunidad de los recién llegados, quien una vez infectados desarrollan cuadros graves. Esto es lo sucedido en las áreas selváticas de los municipios El Dorado y Tumeremo.
            Las medidas preventivas han surtido efecto en el control de la malaria en el país. La invasión social de los municipios mencionados no acepta la medida preventiva clásica, puesto que los insecticidas residuales no pueden ser aplicados debido a la inexistencia de superficies rociables en las viviendas del área, es decir que estas viviendas carecen de paredes en las que pueda aplicarse  el insecticida. Por lo tanto, el objetivo principal en esta área ha sido la de evitar la mortalidad y reducir la morbilidad a través de la detección y tratamientos de estos casos infectados. Resultados favorables se han observado en relación a la mortalidad. Con respecto a la morbilidad, la dinámica propia de este grupo social (minero) dificulta mucho la correcta ejecución del programa.
Las zonas mas afectadas están ubicadas fundamentalmente en áreas de selva, entre las cuales se cuenta el Dorado, Tumeremo, Icabaru, La Paragua, El Callao, Las Majadas y El Manteco.
Actualmente se siguen ejecutando las medidas tradicionales de lucha antimalarica. Se practican rociamientos con insecticidas dentro de las viviendas, nebulizaciones espaciales, reparto de medicamentos, cura clínica amodiaquina y cura radical a los enfermos diagnosticados con paludismo. Por otro lado se intensifica el programa de educación sanitaria referente a la protección individual: uso de mosquiteros, repelentes contra insectos y toma de medicamentos en forma preventiva.


sábado, 21 de junio de 2014

CRUZ DIEZ Y SOTO PARRANDEROS


En diciembre del año pasado hablamos de las tradicionales parrandas bolivarenses, pero no hablamos de un connotado personaje adicto a las parrandas como lo fue el Maestro del arte óptico Jesús Soto. (en la foto con su pana Cruz Diez).            Lo hacemos ahora convencido de que muchos lo celebrarán, especialmente quienes compartieron con él Maestro las parrandas en sitio fijo, casi siempre la casa de Doña Enma y en el jardín de la quinta de Elías Inatti  o en forma de serenatas como muchas veces ocurrió en Caracas cuando era estudiante de artes plásticas en la Cristóbal Rojas.
Las parrandas de Soto en Ciudad Bolívar se dieron después que estaba consagrado  como pintor porque durante su época de adolescente en la parroquia Santa Ana no sabía ejecutar instrumentos musical alguno no obstante ser hijo de Luis García Parra, quien era un ejecutor del violín.
Soto, en la Cristóbal Rojas, más bien era un muchacho tímido. Quien le despertó su genética potencialidad de parrandero fue su amigo del alma, el pintor Carlos Cruz Diez, quien hacía sonar la guitarra al estilo cañonero.  Fue él quien le enseñó a Soto las primeras tonalidades y le gustó tanto el sonido que se buscó un profesor tan pronto  se hizo ambiente en Paris.  Nada menos que al maestro Alexandre Nagoya, profesor del Conservatorio Nacional de Música Superior de Paris.
Cuando era estudiante de la Cristóbal Rojas se iba por las noches a dar serenatas con Carlos Cruz Diez, caraqueño conocedor del patio.  Catia, La Pastora  y San José, eran las parroquias preferidas y de las muchachas pizpiretas y adictas tanto a la serenata ventanera como al juego de la pizpirigaña.
Cuenta Carlos Cruz Diez que una noche se fueron a Catia junto con varios amigos y eran las dos de la madrugada cuando daban una serenata. Entones vieron venir a un Policía y pensó: “La cosa como no va a estar bien”.  No  obstante, continuaron cantando y el Policía, acercándose más, dijo embelesado: ¡Que maravilla, que bonito!  Sigan cantando que yo los acompaño”.  Al poco rato se agostó el licor y el Policía solícito y complaciente exclamó “No se preocupen, yo arreglo esto”.  Se fue a la bodeguita de la esquina.  Golpeó la puerta con el rolo y se oyó una voz soñolienta que desde adentro preguntaba “¿Quién es? –La Autoridad. Se abrió la puerta y se asomó un señor semidesnudo con un paño en el cuello y el policía le dijo: “Dénos una botella de ron” y así con suficiente combustible la parranda pudo continuar hasta el amanecer con buena protección.
En una de sus tantas venidas a Ciudad Bolívar, acompañado del pintor Víctor Valera y el poeta Luis Pastori se le ocurrió a Soto participar en una parranda por los lados de Vista Hermosa, pero luego por cierto imprevisto se dispersaron y cada quien trató de regresar a su hotel.  Luis Pastori se extravió y preguntó a un individuo por las inmediaciones de una Estación de Servicio ¿Cuál vía tomaba para llegar a su hotel?  El hombre le respondió que mejor preguntara a un agente del orden público. “Pero, señor es que no he visto a ninguno a 300 metros a la redonda”.  “Ah, pues entonces dame la cartera” dijo amenazándolo con un revólver.
Soto, amigo de Alfredo Sadel, lo invitó para que lo acompañara a Ciudad Bolívar y estando ambos de parranda en la casa del doctor Elías Inatti, a Sadel se le presentó un percance:  No podía cantar porque sentía un oído tapado.  Inmediatamente Elías lo llevó al consultorio de su colega Vinicio Grillet y éste los recibió con una botella de güisqui.  Sadel reaccionó, “Doctor, yo no vine a tomar güisqui sino a ver que tengo en el oído”.  “No se preocupe que lo va a necesitar” respondió Grillet y le aplicó el scopio.  Ven a ver Elías y Elías dijo que veía una nube azulada.  A lo que de seguida pensó en voz alta Sadel: “Debe ser el jabón azul con el cual me baño”.(AF)




viernes, 20 de junio de 2014

El Parque industrial Los Farallones

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La Corporación Venezolana de Guayana  terminó en el mes de mayo de 1988  en Ciudad Bolívar el Parque Los Farallones para la instalación progresiva de ochenta pequeñas y medianas industrias. Abarca una extensión de 507.200 metros cuadrados, en el cruce de la Avenida Perimetral con la carretera que conduce a Maripa.
         Además de las 80 parcelas industriales fueron acondicionadas 2 comerciales, 7 para servicios y 2 educacionales. Se trata de un proyecto modelo de los parques industriales en Venezuela porque no solamente comprende instalaciones de carácter recreativo, sino otras para el mejoramiento profesional, recreativo, comercial y seguridad.
         Está dotado de los servicios de acueducto, cloaca, drenaje, energía eléctrica, calles pavimentadas, brocales, aceras y pronto será instalado el servicio telefónico.
         Produrca, que era una empresa de la CVG creada para desarrollar tierras y ejecutar proyectos industriales, habitacionales y de recreación, diseñó lo que su gerente, el ingeniero Francisco Guevara Luces, denominó “Proyecto Industrial 88”, que tenía por finalidad atraer inversionistas para que se fueran instalando allí bajo una serie de facilidades.
         Dentro de ese plan se pensaba interesar, promocionar y atraer inversionistas. Produrca estuvo en conversación con gente de fuera, a la que en principio  envió un tríptico donde se define lo que tiene el parque. Ya se hallaban instalados la Fábrica Nacional de Tractores (Fanatracto), los silos con su sistema de secado y almacenamiento de granos y también Cadafe que construyó allí una subestación eléctrica, lo que significa que la C.A. Electrificación de Ciudad Bolívar, que distribuye la energía en la ciudad quedó fuera de ese parque industrial.
El mismo presenta una excelente ubi­cación dentro del contorno urbano de la ciudad así como facilidad vial para toda la región Guayana y la región oriental. Ex­celente vialidad interna, clima bondado­so, ordenamiento armónico para las in­dustrias a instalarse, evitando en todo momento situaciones anárquicas. Produr­ca  estableció facilidades y precios ra­zonables para la adquisición de estas par­celas y de igual manera  previsto el asesoramiento técnico de los interesa­dos.
El parque costó a la CVG la inversión de unos 16 millones de bolívares y fue su aporte como pago de las acciones de Pro­durca que pensaba ofrecer las parce­las a 100 bolívares el metro cuadrado, con facilidades.  La idea era que se instalaran allí industrias grandes y pequeñas derivadas de la madera, industrias metal-mecánicas y a base de aluminio. Asimis­mo industrias para fabricar partes de los tractores que ensambla Fanatracto como baterías, tubos de escape, radiadores, co­rreas.
Frente al parque Los Farallones igual­mente se promovía un mercado mayoris­ta, es decir, un mercado terminal, para lo cual ya estaban delimitadas y servidas las parcelas.
El problema de abastecimiento y de­pendencia de Ciudad Bolívar de produc­tos agrícolas perecederos de otras regio­nes, así como la falta de capacidad para almacenamiento de víveres y artículos pe­recederos, hacía necesario la construcción de este mercado.
Ya con un mercado mayorista sería po­sible la concentración de productos dan­do pábulo a la actividad agropecuaria, uti­lizando el potencial de las zonas aledañas y diversificando los rubros de producción actual como los son en buena escala el maíz y el sorgo.
 Produr­ca efectuaba gestiones ante un grupo de empresarios para la construcción de un edificio destinado al procesamiento del oro, del diamante y de­más piedras preciosas que se extraen en toda la región Guayana.
A toda esta gestión se sumaba  en el es­fuerzo de consolidar la estructura eco­nómica de Ciudad Bolívar, la de crear en la ciudad un centro de operaciones y de­sarrollo turístico de la Región Guayan para lo cual había sido paso importante el que Aerotuy, que acababa de adquirir los aviones Twin Otter de LAV y sus rutas,' haya decidido su base en ciudad Bolívar.





jueves, 19 de junio de 2014

El oro de Las Claritas

El pueblo minero Las Claritas, a 88 kilómetros de las Colonias de El Dorado, se convirtió  a finales de los años ochenta en la mejor plaza de toda Venezuela para la compra y venta de oro.
         Allí convergían de todo el país representantes de unos 2.000 entes con licencias  para comprar oro. En el Estado Bolívar permanentemente existían activos 250, afiliados a la Asociación Única de Compradores de oro y diamante de Venezuela, que presidía José Vicente Ledesma.
         La parroquia Las Claritas en el kilómetro 88 funcionaba como una Pequeña Bolsa de Oro. Aquí se compraba en función de la oferta y la demanda y a través de un sistema de comunicación privada: Las Claritas-Ciudad Bolívar-Caracas-Nueva York siempre al día con los precios.
         José Vicente Lezama aseguraba en tiempo presente que unos 30 millones de bolívares, circulan diariamente en ese mercado del oro. Oro de mina, en polvo, que tiene una Ley entre 920 y 930. El cobrador lo adquiere con el 21% menos del precio internacional involucrando en el mismo el 3% del Impuesto y el 14% que se estima es lo que merma en el proceso consiguiente de fundición y refinación. El margen de ganancia es del 4% para la cadena de comercialización.
         Aparentemente es poco, pero no es así puesto que en este negocio se manejan cifras muy importantes. Permanentemente hay un riesgo. Aparte del matraqueo y los asaltos que están a la orden del día se corre el peligro de que el oro no corresponda a la ley declarada. Pero existe un método para detectar si se trata realmente de oro y es utilizando el ácido nítrico. Si el metal ennegrece al serle aplicada una gota de ácido, seguro que no se trata del metal precioso, igualmente si se le aplica un soplete hasta el rojo vivo.
         Cada comprador tiene su propio sistema de seguridad. No utiliza chequeras ni tarjeta de crédito porque los mineros son muy desconfiados y exigen su dinero efectivo. Hay agencias bancarias próximas, pero generalmente no disponen al instante de las cantidades millonarias que se manejan para la compra del oro.
         Generalmente el oro de mina se compra en polvo y luego hay que fundirlo y convertirlo en barras. Más tarde para purificarlo y poderlo vender al Banco Central hay que refinarlo en un Laboratorio hasta lograr una Ley de 999.5 mínimo que ni más ni menos es el que acepta el BCV.
         En ciudad Bolívar hay seis laboratorios, uno en Tumeremo y otro en el Km., 8 los cuales cobran 2 mil bolívares por kilogramos y 200 por análisis de la Ley. Este proceso de refinación dura tres días y cuando se pacta una venta con el BCV se debe entregar en el lapso de 8 días.
Hoy vemos que lo que inicialmente era un campamento minero se ha convertido en un pueblo más del sur del Municipio Sifontes., cuya cabecera es Tumeremo que también ha crecido merced a la bendición de ese dorado que nunca pudieron hallar los hispanos.
  Cuando la empresa minera canadiense Cristallex contrato con el Estado venezolano la exploración y explotación de los ricos yacimientos auríferos, antes de ser rescindido el Contrato,  entregó unos 15 millones de  dólares para ser invertidos en materia de servicios como agua, energía eléctrica, redes cloacales, lo cual fue considerado insuficiente para la magnitud de la explotación minera que iba a ser realizada en la zona.
 Parte de esos reclamos motivaron una manifestación de parte de cientos de mineros en la troncal 10, la cual fue motivo para juzgar al entonces alcalde del municipio Sifontes, Carlos Chancellor, condenado por este caso a más de 7 años de prisión.



miércoles, 18 de junio de 2014

El Movimiento Obrero en el Callao


El 28 de febrero de 1988, fue inaugurada la Casa Sindical de El Callao con el nombre de la Negra Isidora, líder durante mucho tiempo de  ese distrito aurífero.
            Al hacer memoria de los primeros tiempos del sindicalismo, Ángel Zerpa Mirabal, presidente de Fetrabolívar y diputado por el Estado Bolívar, situó en 1935 la fundación del primer sindicato. Precisamente ocurrió en El Callao impelidos sus dirigentes naturales  por las condiciones de trabajo de un gran contingente humano absorbido por empresas foráneas explotadoras del oro.
            Recordó a Alfredo Bolívar, Juan Aponte, Francisco Inserri, Carlos Smoll, Gumersindo Yori, Peterson Paigo, Fabricio Gómez y José de Jesús López, como los iniciadores del Sindicato de Trabajadores del Oro de El Callao, que reemplazó a la Asociación de Mutuo Auxilio de Empleados y Mineros que funcionaba desde 1932.
            Era una casa de barro y piedra la sede del primer sindicato y sobre sus escombros fue construida una moderna que cuando el dólar estaba a 4, 50 costó a Minerven dos millones 850 mil bolívares.
            El primer Sindicato del Oro fundado en El Callao en 1935 no pudo legalizarse sino en 1946. Durante todo ese ínterin tuvo serios inconvenientes en su esfuerzo por un reconocimiento legal tanto de las empresas del oro como del propio gobierno. Aguerridos sindicalistas como Juan Bonnet y Anselmo González fueron expulsados de El Callao señalados como enemigos de la paz laboral.
            Fue también en El Callao donde se dio la primera huelga del estado Bolívar. Ocurrió al comienzo del gobierno de López Contreras. Duró treinta días y fue disuelta policialmente. Los dirigentes José de Jesús López y Perucho Peraza abandonaron las minas disfrazados de mujer. Las empresas francesas La Mocupia y laa New Gold Fields Of Venezuela no cedieron a las reivindicaciones planteadas por los directivos del sindicato, alegando que el conflicto les había acarreando cuantiosas pérdidas.
En el estado Bolívar para 1939 el movimiento sindical especializado como el de La Electricidad, Minas de Oro de El Callao y el de Caleteros, era incipiente y comenzó a tomar cuerpo a raíz de la Revolución de Octubre del 45.
En Ciudad Bolívar, unas de las poblaciones más cosmopolitas de Venezuela, llegaron a coexistir las actividades artesanales con los obreros y otras de carácter proto-industrial en la llamada Sociedad Cooperativa de Artesanos y Obreros que enarbolaba una bandera blanca con letras negras. Se refundó con 73 miembros en octubre de 1915 y de ella dependía una Escuela Nocturna para artesanos.
La directiva en 1939 la integraban Antonio Levanti, en calidad de presidente; Felipe Hernández, vicepresidente, y secretario Manuel S. Kroney.  Para celebrar el 24 como Día del Obrero, el gobernador Ovidio Pérez Ágreda, conjuntamente con el secretario de Gobierno, doctor J. M. Gómez Rangel, decretó un programa que incluyó la inauguración de la nueva Casa de Gobierno (dos plantas), almuerzo para los obreros, entrega de ocho equipos de baseball a los clubes organizados, inauguración de la Escuela de Enfermeras bajo la dirección del doctor Jorge Figarella y ofrenda en el cementerio a Juan Bautista Dalla Costa, Ramón Isidro Montes, Manuel Felipe Flores hijo y Antonio Valera Villalobos, propiciadores y defensores del movimiento obrero.
En Venezuela la actividad sindical organizada comenzó en 1936 a raíz de la muerte de Gómez, pero el primero de mayo como día del trabajador fue adoptado por el Gobierno de Isaías Medina Angarita en 1945. Desde entonces se ha venido celebrando la fecha ininterrumpidamente hasta nuestros días.  A partir de 1962; a poco tiempo de ser derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez comenzaron a desfilar los obreros ya organizados en sindicatos afiliados a federaciones. (AF)


martes, 17 de junio de 2014

El mosquito aliado del indígena


1989
El principal aliado de los aborígenes en tiempo de la Conquista fue  el mosquito, tanto el Darlingi que trasmite el paludismo como el Aedes aegipti que trasmite la fiebre amarilla. Contra esta última enfermedad sí que no había cura. Por lo menos contra la malaria se utilizaba la corteza de la quina macerada con aguardiente. De aquí provino la famosa fórmula del Amargo Angostura del doctor Siegert que le dio la vuelta al mundo.
         Todavía los mineros utilizan las cortezas de la quina, pero Malariología tiene un remedio directamente más efectivo, aunque con efectos secundarios cuando se abusa o no se administra bien. Tales son las tabletas del grupo Cloroquina como la Amodiaquina de 150mg., que es una cura clínica contra la malaria y el Fansidar (500mg) y la Primaquina (15mg), utilizadas en el tratamiento curativo del P. falciparum.
         Igualmente  el anófeles fue un aliado de los aborígenes por el color de la piel. El anófeles prefiere la sangre de los blancos. Eso casi está demostrado con estudios que se han hechos.
         En la guerra que el hombre libra contra el anófeles está el DDT, efectivo, inocuo y económico. Malariología, a través de un ejército de cuadrillas, lo aplica rociando directamente a las paredes de las casas donde suele reposar el mosquito después que introduce su lanceta en la piel de los humanos. También, en nubulización espacial. El efecto residual en el rociamiento puede durar hasta seis días.
         Actualmente se está renovando y reforzando ese ejército de fumigadores porque de su mística y trabajo y del concurso que le presten los demás, depende el éxito de esta guerra, porque según el doctor Francisco Vitanza (en la foto) es una guerra lo que se está dando contra el vector, que incluso está desarrollando mecanismo de defensa contra el clásico DDT. 
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente planteó en mayo de 2005 en la primera reunión del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes la eliminación de 12 compuestos considerados "plaguicidas y productos químicos industriales peligrosos que pueden matar a la gente, producir daños en el sistema nervioso e inmunitario, provocar cáncer y desórdenes reproductivos, así como perturbar el desarrollo normal de lactantes y niños", entre los cuales se encuentra el DDT, cuyas características entran en la clasificación de: "altamente tóxicos; son estables y persistentes y tienen una duración de décadas antes de degradarse; se evaporan y se desplazan a largas distancias a través del aire y el agua, y se acumulan en el tejido adiposo de los seres humanos y las especies silvestres"
Los defensores del uso del DDT, entre los que se incluyen científicos, estadísticos y ecologistas escépticos argumentan que este es un método eficaz contra la malaria; afirman que gracias a ella la malaria desapareció de Europa, donde era endémica en Grecia o Italia. En Sri Lanka, los casos de malaria descendieron desde 2.800.000 casos en 1948 a 17 en 1963; en la India, de 100 millones de casos en 1935, la cifra bajó a 300.000 en 1969.  Banglades fue declarada zona libre de malaria. Incluso circula la cifra que afirma que la prohibición del DDT ha causado 50 millones de muertes.4 Defienden su idoneidad basándose en la eficacia que le atribuyen, junto con el bajo coste de su aplicación y el hecho de que no tenga problemas de patentes. Precisamente algunos argumentan que los motivos últimos de la prohibición están en la propia industria, la cual, al acabar las patentes del DDT, quisieron imponer nuevos pesticidas con patente.



lunes, 16 de junio de 2014

El Fabricante de Vainilla.


Su padre quería que fuese pescador, pero lo desganaba tirar las redes, por lo que un día rompió lanzas contra la obediencia paterna y se vino para Ciudad Bolívar. Tenía 17 años cuando se vino cargándole los bártulos al último secretario general de gobierno que tuvo la dictadura gomecista en Bolívar.
         El secretario general de gobierno importado de Margarita, Santiago Ruiz, le pagaba 60 bolívares al mes, más la comida y el derecho a tener una habitación en lo profundo de la casa y todo a cambio de hacer los mandados, regar las matas y limpiar el patio. Pero al Dictador sólo le quedaba un año de vida al cabo del cual el secretario volvió a la isla y el muchacho que ya se había comido la cabeza de la sapoara se quedó en Ciudad Bolívar sembrado para siempre, pero sin chamba.
         Manuel González, no obstante su desempeño ¡lo que puede el amor! Pudo casarse con Graciela Torres Afanador, una guayanesa que le dio ocho hijos y una fórmula heredada para fabricar esencia de vainilla.
         Aunque trabajó en la aduana de San Félix, la que dejó obligado por un fuerte paludismo que terminó curándose con píldoras de doctor Ross, después de office boy y aparte de seguir políticamente a su paisano Jóvito Villalba por todos los caminos de URD, Manuel González no cultivó otro oficio mejor que preparar esencia de vainilla para su venta al mayor.
         Al comienzo tropezó con dificultades por el hostigamiento de las autoridades sanitarias, pero luego de analizar y estudiar la calidad y pureza del producto le otorgaron el permiso y desde entonces su vainilla es la más solicitada en muchas partes de Venezuela. Se llama “La Mejor” y está en lo cierto. La vainilla de por si es aromática y estimulante. Se emplea con ciertos alimentos, pero particularmente en confiterías, licorerías, perfumerías, sobremanera en la fabricación de chocolate y en la farmacia es usada para quitarle el sabor desagradable a ciertos medicamentos.
         Cuando conversamos con Manuel González (1988) ofreciendo su producto a un cliente del Mercado, estaba cumpliendo medio siglo en este negocio, el mismo tiempo que llevaba de casado. Y la vainilla que producía era realmente barata. Una botella de 1,70 litros tan sólo costaba 20 bolívares y hay que ver lo que dura de a góticas.
         Con sus cincuenta años en el oficio, Manuel González no se sentía agotado. Tampoco arrepentido de haber cambiado las redes de pescar por la vainilla. No es hombre de arrepentimientos. Lo hecho, hecho está y en su caso lo más que podría haber hecho era lamentarse, pues un kilo de mero costaba tres veces más mientras que la vainilla en 50 años sólo había  aumentado  nueve bolívares y su venta  muy lenta. Menos podría en aquel tiempo volver a las playas de La Caranta, allá en su Pampatar querido, pues desde 1914 cuando nació a esta parte es mucho el tiempo recorrido.


domingo, 15 de junio de 2014

Visita del Carnal Lebrún a Ciudad Bolívar

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El Cardenal José Alí Lebrún cumplió gira de dos días por Ciudad Bolívar y Caicara del Orinoco, tiempo durante el cual fue objeto de homenajes por parte de la Iglesia, poderes públicos y militares.
El Cardenal llegó el 9 de agosto de 1988, sábado temprano, y conducido en caravana desde el Aeropuerto hasta la Municipalidad, donde fue objeto de parabienes por parte de las autoridades y representantes de las instituciones de la región.
En la Municipalidad la presidenta Rosa de Mollegas le impuso las Llaves de la Ciudad y el Dean de la Catedral, monseñor Samuel Pinto Gómez, leyó las palabras de salutación en las que destacó el papel actual de la Iglesia.
“El edificio de la civilización moderna debe construirse sobre principios espirituales, los únicos capaces no sólo de sostenerlo, sino también de darle iluminación y darle vida”.
Monseñor proclamó al espiritualismo como tesoro personal que orienta los caminos y ofreció al ilustre visitante la generosidad de la Iglesia de Guayana y la amistad del hombre guayanés.
El Cardenal, por su parte, bendijo a los guayaneses y los felicitó porque viven en una tierra prodigiosa que “han venido desarrollando con fe, coraje y tesón haciendo del trabajo toda una obra de la que se sienten orgullosos”.
Dijo que Guayana está destinada a convertirse en el futuro de Venezuela y felicitó igualmente a los bolivarenses por tener de Arzobispo a Monseñor Medardo Luzardo, a quien conoce muy bien por haber sido su secretario privado cuando él era Obispo Auxiliar de Maracaibo.
Tocó el tema de la campaña electoral y dijo que debía ser de altura, desligada de la mentira y la calumnia y sobre la vocación sacerdotal calificó de halagüeñas las perspectivas “si observamos que para 1972 había cien seminaristas y en la actualidad esa cifra aparece multiplicada por ocho.
Cuando el Cardenal Alí Lebrún Moratinos estuvo de visita en Ciudad Bolívar ya era un religioso colindando los setenta años de edad, puesto que había nacido en Puerto Cabello el 9 de marzo de 1919.
Sus estudios transcurrieron en el Seminario Interdiocesano de Caracas; en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma; y también en la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá.
Se ordenó de sacerdote en Valera. Trabajó pastoralmente en varias parroquias y fue electo Obispo titular de Arado y nombrado auxiliar de Maracaibo, el 2 de agosto de 1956. Consagrado, el 2 de septiembre de1956, en Valencia, por Raffaele Forni, Arzobispo titular de Egina, y Nuncio en Venezuela. Administrador apostólico de Maracaibo, de Maracay, de Valencia. Asistió al Concilio Vaticano II y a la II Asamblea General Episcopado Latinoamericano, en Medellín. Promovido a la sede titular arzobispal de Voncaria y nombrado coadjutor, con derecho a sucesión, y administrador apostólico, sede plena, de Caracas. Fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. Asistió a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla. Sucedió a la sede metropolitana de Caracas, el 24 de mayo de 1980.
Cardenal presbítero, el 2 de febrero de 1983 recibió la birreta roja y el título de S. Pancrazio, el 2 de febrero. Asistió a la II Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, Ciudad del Vaticano, del 24 de noviembre al 8 de diciembre de 1985; a la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Santo Domingo, República Dominicana, del 12 al 28 de octubre de 1992. Renunció al gobierno pastoral de la Arquidiócesis, el 27 de mayo de 1995. Perdió el derecho a participar en el cónclave al cumplir los 80 años de edad, el 19 de mayo de 1999. Falleció el 21 de febrero del 2001.

sábado, 14 de junio de 2014

Nuevo Libro de Reinaldo


Reinaldo González vuelve a la carga con este nuevo libro, una recopilación de trabajos literarios que testimonian la actividad de la narración oral escénica  (cuentacuentos) en Ciudad Bolívar y pueblos vecinos, realizada durante los últimos años. Trabajos que abordan el tema con espíritu didáctico, histórico e informativo,  en toda su dimensión, contenido  y proyección.
Del libro presentado en una de las salas del Museo Soto, podríamos decir que es otro cuento o la historia de la dedicación y el esfuerzo por rescatar una tradición que parece diluirse en el tiempo de las sociedades avanzadas. El lector a medida que vaya absorbiendo el libro, tendrá que situarse, de acuerdo a los textos, en el momento y las circunstancias en que comienza en la capital del Orinoco un despertar, una preocupación por recobrar y difundir a través de grupos vocacionales organizados, la tradición del cuento con el cual nuestros ascendientes desde épocas ignotas recreaban y  paseaban a sus niños por el paisaje colmado de episodios humanos excitantes, pero rayanos en el altruismo y la filantropía.
La preocupación viene dada por la forma como la ciencia, la tecnología y los recursos cibernéticos aplicados a nuestro modo de vida, incluyendo a la comunicación social, han sacado fuera de la órbita familiar la tradición del cuento que no sólo recreaba el espíritu soñador e imaginativo del niño sino que lo formaba en el  saber discernir entre el bien y el mal, valorar la disciplina y el esfuerzo que implica toda empresa de libertad, fraternidad, amor,  bienestar y justicia social.
El libro aviva la memoria y nos remonta a los juglares y trovadores errantes de la antigua Grecia y el medio evo que iban recitando y cantando fragmentos de la poesía homérica y de otros exaltadores de hazañas y episodios épicos. Nos remite a nuestros chamanes aborígenes, a los griat africanos, a los fabulistas árabes, en fin y aunque no expresamente, a la parábola filosófica y a la fábula que nos viene desde mucho antes de Cristo y que ponían hablar a los animales y a las cosas inanimadas.
Toda vez, que el abuelo y el padre de hoy, pertenecen a generaciones imbuidas en el mundo de la velocidad que devora el tiempo, ya no es posible disponer del mismo con su peculiar  talante y dedicación para contar los cuentos tradicionales.  Por ello  ha surgido la alternativa de los cuentacuentos voluntarios que  van a la escuela, a los parques y a otros espacios, para cubrir la ausencia montando el teatro motivador de la imaginación infantil.
La aventura de esa historia comenzó en Ciudad Bolívar el 7 de Diciembre de 1986 cuando se formó el primer grupo de Narración Oral del Estado motivado por  “Los cuenta cuentos” de Catia que fueron vistos con espíritu afirmativo de imitación y emulación desde estas selváticas tierras del Río Padre.  Surgió  “Los Cuenta Cuentos del Amanecer” que  perdura con loables virtudes prolíficas puesto que  ha producido el milagro de  la multiplicación  y más aún, experimenta en una búsqueda constante  con talleres, encuentros, festivales, círculos de discusión, fórmulas de estímulo  a la creatividad,  de amor por la lectura, entusiasmo por la palabra y el verbo mágico de la creación.
Al caso viene como ejemplo y lenitivo  “La Hora del Cuento”, en instituciones escandinavas, ”La Peña de los juglares” del parque Lenin de la Habana donde destacan el poeta Francisco Garzón Céspedes  y la trovadora Teresita Fernández y más acá en Barquisimeto esa juglar de la ternura llamada Graciela Anzola.
El discurso de este libro transcurre casi al final con otros tópicos que tienen que ver  con la disquisición filosófica de lo afirmativo y lo negativo, el envilecimiento del lenguaje y el abordaje corriente de temas insulsos, los valores de la cultura muchas veces pisoteados o desvalorizados por la fuerza bruta del poder como cuando Viola en Argentina, los prejuicios raciales que dieron pábulo a la música jazzista de los negros de la esclavitud norteños, la ciudad encantada que se fue y retorna mal vestida o ataviada de desazón y angustia, la persistencia del Grupo Parapara en su empeño por rescatar los valores musicales, lúdicos  y artesanales del pasado, la mala suerte de las letras y la cultura al perder a Miguel Otero Silva como allá  la Madre Patria perdió cruenta y dramáticamente a Gabriel García Lorca, el amante de los pobres, el cantor de la mujer infiel, de los gitanos y de la fiesta brava, el creador de La Barraca que llevó a Mimina Lezama a soñar con los títeres vuelto palabra.
El libro  ”Palabras de  Arcanos Mágicos” de Reinaldo González Guevara, finaliza con cuatro ensayos dedicados a la trovadora de la “Peña de los Juglares” de la Habana, Teresita Fernández, en la ocasión de su paso por Ciudad Bolívar; al juglar andariego, poeta y pintor del realismo social Luis Luksic,  barbudo artista  del altiplano boliviano que se ancló para siempre en la Barcelona anzoatiguense,  a Ada Elba, poeta de la revolución cubana que asumió su propio destino con dolor, angustia y la fuerza de su propia soledad y a Aquiles Nazoa, el amolador de la luz, el poeta que amó con humor y se eternizó en el canto de Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.


BARBA DE TORO ASIRIO
El Profesor Reynaldo González, cambió de look. Ahora se dejo crecer la barba por lo costosa que se han puesto las máquinas de afeitar. Yo la encuentro parecida a las barbas de los toros asirios.