viernes, 31 de mayo de 2013

La Gran Sabana de Ciudad Bolívar

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El Estadio Polideportivo Heres se construyó en un sitio llamado “La Gran Sabana” que estaba destinado para el segundo cementerio de Ciudad Bolívar. El 25 de septiembre de 1946, el Presidente del Estado Bolívar, doctor Fernando Guevara Manosalva, dispuso por decreto 122 se procediera a la construcción de un cementerio moderno en Ciudad Bolívar, dado que el de Centurión prácticamente había llegado a su límite. Para ello, el Concejo Municipal de Heres dispuso una parcela de tres hectáreas en la zona denominada “La Gran Sabana” de la ciudad y que lindaba con las tierras de Víctor Parra Zamora y Evencio Rodríguez.
Pero este cementerio modero nunca pudo ser en ese lugar que era realmente una sabana que se extendía hasta el Salto La Mariquita, pastizal de ganado atravesado por cursos acuíferos de la palma Moriche. No pudo ser porque cuando se hicieron las primeras excavaciones se comprobó que el nivel freático o capa del subsuelo donde se acumulan las aguas de las correntías estaba en un nivel casi superficial.
El nombre de “La Gran Sabana” se fue desvaneciendo a medida que el urbanismo se extendió progresivamente hasta cubrir la zona y sobre todo porque la extensa zona selvática del sur de Guayana de donde emergen los imponentes tepuyes, fue identificada con ese mismo nombre.
En vez del cementerio moderno en el lugar mencionado, el gobierno del doctor Eudoro Sánchez Lanz en coordinación con el gobierno central levantó el actual Estadio Polideportivo Tomás de Heres luego que fuera demolido el decretado por Ovidio Pérez Ágreda en la avenida Táchira.
Como no fue posible construir el cementerio moderno, el Presidente del Estado, doctor Fernando Guevara Manosalva, decretó la construcción de un edificio para almacenamiento y proveeduría general del Estado. Tal es la llamada “Granja del Estado” en la zona de la Cruz Verde. Asimismo, desde el 26 de agosto un frigorífico que fue instalado en terrenos del aeropuerto, para la carne de res beneficiada en el Matadero Municipal y la cual iba directamente a los mercados de Caracas. Los aviones hacían 2 y 3 viajes diarios llevando 10 reses en cada carga. La operación se hacía por cuenta del Banco Agrícola y Pecuario. Era la carne del ganado que en otros tiempos se vendía a Trinidad y Aruba. Todavía Guayana producía grandes cantidades de reses, no obstante que su ganadería era extensiva.
La zona rural tenía mucha vida, más que la minera, y la salud de los trabajadores del campo era especialmente atendida por lo que en los años cuarenta se llamaba “Médico de Ejidos”. De suerte que Ciudad Bolívar tenía para los años 40 un médico especialmente para atender los enfermos fuera del área urbana de la ciudad. Tal era el Médico de Ejidos que para junio de 1946 era el doctor Manuel Silverio, quien había sustituido al doctor José A. Estrada. El tradicional Médico de Ejidos desapareció con el advenimiento de las medicaturas rurales y luego con las medicaturas flotantes, invento del doctor Héctor Rafael Bello cuando era médico jefe de la Unidad Sanitaria.
Los ambulatorios o medicaturas rurales flotantes cumplieron cabalmente su cometido por espacio de ocho años aproximadamente prestándoles servicio médico asistencial a todos los pueblos ribereños del Orinoco y el Delta. Nada mejor en esta materia se le había ocurrido a Sanidad; sin embargo, el proyecto, ya lo ha dicho el doctor Héctor Bello, apenas se mantuvo durante ocho años, diríamos que por falta de mantenimiento de los motores centrales. Dado los continuos accidentes, los motores fueron sacados fuera de servicio y a ningún Gobierno se le ocurrió reponerlos.

jueves, 30 de mayo de 2013

Tópicos y semblanzas (Comentario XXIII)


Fidel José Rodríguez. “La fundación de Ciudad Guayana”. Estimado Sr. Fernández, por qué si Ciudad Guayana es la capital administrativa del municipio Caroní, dividido éste en 11 parroquias y que abarca las poblaciones de San Félix y Puerto Ordaz y sus áreas circunvecinas, en los documentos legales que emiten las instituciones y organismos del estado tales como partidas de nacimiento, actas de matrimonio, actas de constitución de empresas o comercios, no colocan las direcciones como corresponde legalmente, es decir, por ejemplo, municipio Caroní, parroquia Vista al Sol, Barrio libertador, transversal 05 casa Nº x, Ciudad Guayana o municipio Caroní, parroquia Unare, urb. Gran Sabana, manzana 34 casa Nº 1989, Ciudad Guayana, por citar dos ejemplos equidistantes. Siempre colocan en los documentos como lugar de origen San Félix o Puerto Ordaz cuando estas dos localidades forman una sola ciudad? me puede responder a mi correo electrónico matatigre68@gmail.com. Muchas gracias por su cordial atención.
R.- La pregunta es sensata, válida y con fundamento. Ignoraba que estuviese ocurriendo. Supongo que las autoridades administrativas no han hecho hasta ahora las actualizaciones correspondientes, es decir, cuando el Poder Legislativo Regional reformó la Ley de División Político Territorial en 1982 y asumió a Ciudad Guayana como la cabecera o capital del municipio Caroní. Esta anormalidad debería corregirse y su permanencia por olvido, ignorancia o negligencia, debería ser denunciada. A propósito es oportuno recordar que “Ciudad Guayana” no es nombre originalmente moderno. En escrituras antiguas hemos hallado que a Santo Tomé o Santo Tomás de Guayana, como prefiere la Iglesia y el mismo Correo del Orinoco, nombre primigenio de la capital de la provincia, solían identificarla por síntesis como “Ciudad Guayana”.
De suerte que lo conocido hoy como Ciudad Guayana viene al pelo o, mejor, tiene consonancia con la flamante y pujante ciudad, capital del Municipio Caroní desde 1982, pues hasta ese año la capital era San Félix de Guayana.
En efecto, el 29 de junio de 1961 la Asamblea Legislativa había reformado la Ley de División Político Territorial del Estado, para crear el Distrito Municipal Caroní estableciendo como su capital a San Félix de Guayana perteneciente al Distrito Piar, e integrado además por Puerto Ordaz, Matanzas, Castillito y Caruachi que entonces pertenecían al Distrito Heres.
Al siguiente día, 30 de junio, la Asamblea Legislativa decretó la creación en la mesa de Chirica de una ciudad con el nombre de Santo Tomé de Guayana y cuya Acta de Fundación colocó en acto solemne el entonces Presidente de la República, Rómulo Betancourt el 2 de julio del mismo año 1961.
El nombre de Santo Tomé de Guayana nunca apareció en la Ley de División Político Territorial, en cambio Ciudad Guayana comenzó a aparecer a partir de 1982 cuando ya se creía consolidada en unidad urbana lo que en un principio se llamó Distrito Municipal Caroní.
La pregunta que surge es si realmente se fundó una ciudad con el nombre de Santo Tomé de Guayana o Ciudad Guayana como la unión de todos esos centros poblados antiguos como San Félix y modernos como Puerto Ordaz.
Concluyo en que Ciudad Guayana como ciudad moderna tiene su raíz en Puerto Ordaz que comenzó por ser un campamento de la Orinoco Mining y terminó abierto al desarrollo urbano más impresionante de la Venezuela contemporánea.
El nombre de “Puerto Ordaz” hace honor al lejano Comendador que desentrañó a fuerza de sangre y temeridad los telúricos misterios del gran río. Para entonces se barajaron y echaron a la consideración nombres como Nueva Erin, Nuevo Dorado, Manoa, pero prevaleció el nombre del intrépido conquistador por ocurrencia de quien iba a fungir de fundador, porque los pueblos, por tradición colonial siempre tienen un fundador por más colectiva que sea la empresa. De suerte que Luis Felipe Llovera Páez, miembro de la Junta Militar que gobernaba al país e hijo de la tierra bolivarense, le tocó, por partida doble, la autoría del nombre y el protagonismo del acto de colocación de la primera piedra.
El sitio exacto de la ceremonia era todavía “monte y culebra”, apenas des-montado por el machete rozador. Allí fueron instalados una mesa rústica y un micrófono para amplificar innecesariamente la voz que llenó de augurios a obreros pioneros, aun cuando la fauna peculiar experimentaba la pérdida de su hábitat.
Denotamos que Monseñor Juan José Bernal Ortiz, prelado de la ceremonia que tuvo lugar en la mañana del 9 de febrero de 1952, fue el mismo que impartió la bendición a la primera piedra colocada por Rómulo Betancourt para oficializar la realidad de Ciudad Guayana conformada por San Félix y Puerto Ordaz, a ambos márgenes del Caroní en confluencia con el Orinoco. Lo que inició el pro cónsul de la dictadura la coronaba sin prejuicio el Jefe del gobierno de la democracia.

miércoles, 29 de mayo de 2013

La Planta de Aluminio

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El 9 de octubre de 1967, el presidente de la República, Raúl Leoni, puso en servicio la Planta de Aluminio del Caroní (Alcasa) construida como Sociedad Anónima con capital integrado por la Corporación Venezolana de Guayana, el Fondo de Inversiones de Venezuela y la Reynolds Internacional que es empresa privada de los Estados Unidos de Norteamérica.
La planta inició su producción con una capacidad de 10 mil  toneladas métricas por año, cifra duplicada dos años después con los trabajos de ampliación. Sin embargo, nuevos requerimientos de los mercados nacionales y el incremento sustancial de la demanda internacional, obligó a elevar la producción de aluminio primario a 50 mil toneladas para 1973, y al año siguiente se emprendió el proyecto de ampliación de la fase IV, que hizo posible llevar la producción a 120 mil toneladas con la instalación de una nueva Línea de Celdas de Reducción.
Aluminios del Caroní, S.A. posee además, en Ciudad Guayana, una Planta de Laminación con capacidad de 60 mil toneladas métricas al año, láminas duras y blandas, sin incluir la de Guacara, estado Carabobo, donde cuenta con una planta de laminación de hojas delgadas de aluminio (foil) con capacidad de 35 mil toneladas.
En 1986, la empresa emprendió un programa de internacionalización que tenía como objetivo primordial la captura y defensa de mercados, asegurando la colaboración de aluminio primario y subproductos, por la vía de participación accionaria en empresas procesadoras, ubicadas en el exterior y que se inició con la adquisición del 50 por ciento del capital accionario de la empresa Aleurope, de Bélgica y posteriormente con Alunasa de Costa Rica.
La capacidad nominal de la planta llegó en el 2003 a 210 mil toneladas métricas al año con la reactivación de la Línea II, no obstante la existencia de un nuevo proyecto de ampliación de sus capacidades a mediados de los años 80, que incluía la expansión de la planta de Laminación Guayana, así como la construcción de la Línea IV y la Línea V de Reducción para aumentar su capacidad a 420 mil toneladas métricas al año.
La empresa destina o destinaba el 60 por ciento de su producción al mercado internacional; Costa Rica, Estados Unidos, Colombia, México, Puerto Rico, Perú, Argentina, Inglaterra y Bélgica, en tanto que el restante 40 por ciento es para el consumo de la industria nacional transformadora aguas abajo.
Sus áreas operativas son Planta de Carbón, Plata de Reducción, Planta de Fundición y Planta de Laminación. Sus productos, lingotes de 454 kilogramos y 22,5 kilogramos, cilindros para la extrusión y planchones para laminación de hasta 8 toneladas, los cuales se destinan para satisfacer las necesidades del sector transformador nacional, y el excedente se exporta. Hoy en día, el capital accionario está constituido por un 92 por ciento de la Corporación Venezolana de Guayana y el ocho por ciento de la empresa norteamericana Alcoa.
El 15 de septiembre de 2012 se inauguró la nueva planta extrusora de la empresa Alcasa, que producirá los primeros perfiles de aluminio generados en Venezuela para la producción de ventanas y puertas, entre otros. Pero, evidentemente que existe una situación de crisis dentro de la empresa, sobremanera en la parte tocante a los trabajadores, pues éstos llevan un contrato colectivo vencido por más de 3 años y medio.
La actual administración cuando asumió la dirección de la empresa, encontró 152 celdas operativas y para octubre de 2012 quedaban 147 solamente. Igualmente según denuncia, encontró más de 20 mil toneladas métricas de cabo y lo vendieron a particulares siendo que este material se le vende directamente a Sidor como carburante para el proceso de reducción de acero.

martes, 28 de mayo de 2013

Leoni murió el día de la Independencia

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A la edad de 67 años dejó de existir en un hospital de Nueva York tras hemorragia interna, el doctor Raúl Leoni Otero, Presidente de la República durante el período constitucional 1963-1968.
Sus restos fueron trasladados a Venezuela al siguiente día, y justo a las cuatro y treinta de la tarde cuando eran recibidos en Maiquetía, se desató una tempestad eléctrica sobre Ciudad Bolívar que impactó a la Torre de la Catedral sacando de cuajo los cuatro relojes gigantes.
Coincidencia sobrenatural. La tempestad no solo la había sentido Leoni bramar cuando era niño y correteaba entre el ganado y las bestias de Puedpa, sino azotando y revestida de otras formas en el diario acontecer de la política venezolana. La Rotunda vapuleó su juventud a los 16 años cuando siendo estudiante del Liceo Caracas dirigido por el Maestro Rómulo Gallegos, se sumó a una manifestación de solidaridad con los tranviarios en huelga en pleno tiempo gomecista. Lo mismo le ocurrió en el Castillo Libertador a raíz de la Semana del Estudiante cuando cursaba tercer año de Derecho y era Presidente de la Federación.
Capeando el temporal de la persecución después de su libertad, se embarcó de polizón hacía Colombia donde su padre Clemente Leoni tenía una frutería. Faltaban más tempestades que sortear. Derrocado Gallegos en noviembre de 1948 y siendo ministro fue a parar durante ocho meses a la Cárcel Modelo de Caracas.
El desterrado retornó definitivamente de 1958 después del tenebroso tiempo perezjimenista, y luego del triunfo de Rómulo Betancourt, se erigió en la majestad del Congreso. La Constitución democrática salió fresquita de sus manos el 23 de enero de 1961, pero por sí sola no fue suficiente la novedosa ley madre para frenar otra tormenta sediciosa amenazante desde la banda izquierda, fue preciso emplear otro medio además de la propia ley y la palabra.
Luego dejará la presidencia del Parlamento para aspirar al gran solio magistral. El 7 de julio de 1963, la Convención Nacional de su partido lo postuló con acierto candidato a la presidencia de la República. El 7 de julio de 1972, justo cuando se cumplía nueve años de tan memorable acontecimiento, esos mismos compañeros de partido de Convención lo velaban Capilla Ardiente en el Congreso, la tormenta había cesado como los relojes antiguos de la Catedral y también el noble corazón del hombre que ahora quedaba sereno ante las furias desenfrenadas.
Seis meses y diecisiete días después lo seguiría su esposa Carmen América Fernández (doña Menca). El 8 de julio día del sepelio, desde el Capitolio al Cementerio, ella, impotente y sin fuerzas, enervada por su enfermedad y a la misma hora de la tempestad que sacudido los relojes de la Catedral de Ciudad Bolívar, lo había visto pasar desde la terraza de su residencia y agitando un pañuelo blanco en señal de despedida.
Cuántos temas vinculados a la vida y trayectoria política del guayanés salieron a relucir entonces. Se recordaba diciembre de 1968 cuando se realizaron las elecciones presidenciales, en las cuales Gonzalo Barrios perdió por apenas 28 mil votos de diferencia. Ante intrigas que sugerían la posibilidad de que AD realizara un fraude electoral, el presidente Leoni sostuvo que entregaría el poder así la diferencia “sea de un solo voto”. El vencedor en esos comicios fue el doctor Rafael Caldera. Después de su mandato, Raúl Leoni se alejó de la política. El 5 de julio de 1972 murió a los 67 años de edad en Nueva York. Sus restos fueron repatriados. El Gobierno decretó duelo por tres días, y le fueron rendidos todos los honores.

lunes, 27 de mayo de 2013

La muerte de un caudillo


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Las cosas, definitivamente, comenzaron mal para Juan Vicente Gómez cuando el nueve de diciembre, en su hacienda La Delicias de Maracay, sufrió un ataque de prostatis complicada con uremia.
Los doctores López Rodríguez y Ramón Ignacio Méndez, médicos de cabecera, nada pudieron hacer para ayudar al dictador a ganar su última batalla contra la muerte y esta noticia que alegraba a unos y amargaba a otros, se expandió como pólvora encendida por toda Venezuela.
Eustoquio Gómez, gobernador de Lara, al enterarse, comenzó a conspirar con el coronel Eloy Tarazona, criado y hombre de confianza del dictador, a fin de evitar que el general Eleazar López Contreras, ministro de Guerra y Marina, pudiera adueñarse del poder tras la inminente muerte del caudillo.
López Contreras, por su parte, hacía lo propio para impedir que el destino de Venezuela fuera puesto en juego por una presuntuosa dinastía familiar encabezada por un gamonal intolerable como don Eustoquio Gómez. De manera que ante el fuerte rumor, movilizó sus piezas.
Antes quiso sondear personalmente a Eustoquio Gómez y al efecto lo invitó a Miraflores, virtualmente para una entrevista de rutina, pero éste cometió la imprudencia de presentarse, tan fuertemente armado, que alguien, preocupado, trasmitió por teléfono la información a doña María Teresa Núñez Tovar, esposa de López, quien se hizo trasladar hasta el lugar de la entrevista. El asunto, sin embargo, no pasó de allí. Se trataba sólo de un exceso de desconfianza.
El 12 de diciembre (1935), el general Eleazar López Contreras viajó a Maracay para observar personalmente el estado de salud del Presidente y no sólo percibió la inminencia de su muerte, sino que la hacienda estaba minada contra él.
“Anoche experimenté una cosa tan grande que me sentí morir. Luché contra la muerte y la vencí. Ahora les toca a ustedes hacer algo por mi”, dijo el enfermo a sus médicos en presencia del ministro, pero el dictador tenía 78 años a cuesta y esto complicaba su patología.
El sábado 14, Gómez sufrió un síncope y la gente lo dio por muerto. Luego, como transcurrían las horas y oficialmente nada se decía, comenzaron las especulaciones: “Gómez estaba mandando después de muerto”. Pero realmente no era sino un desvanecimiento, un preaviso de la proximidad de su fin que hizo que Eustoquio Gómez saliera a la media noche de Maracay rumbo a Barquisimeto para preparar el asalto.
Al siguiente día, el Indio Tarazona, a quien el Benemérito había premiado con el coronelato, 75 casas y 5 haciendas, se enteró por los médicos del estado crítico de su protector. De manera que se fue al teléfono y previno a Eustoquio Gómez, quien se hallaba en su despacho de la gobernación de Lara, con el siguiente mensaje: “Prepare usted el machete porque el venado está listo”.
Esta comunicación tan elocuente en lenguaje llanero trascendió al ministro de Guerra, quien ordenó preparar la detención de Tarazona y redoblar la vigilancia sobre él y familiares en Las Delicias presenciando los últimos momentos del dictador, todavía lúcido a las diez de la mañana.
“Qué sabroso está esto” exclamó luego de ingerir una sopa preparada por su esposa. Más tarde gritaría: “Eloy, Eloy” pero Eloy Tarazona estaba a punto de ser detenido. A las 12:30 del día llegó el cura Isaías Núñez para el oficio de la extremaunción y treinta minutos después el general Gómez caía en un coma diabético. Los médicos le aplicaron una transfusión de sangre y a las 11:45 murió.
“Tronco de hombre hasta la muerte le costó tumbarlo”, exclamó Eustoquio al ver que su amado primo dejaba de existir.

domingo, 26 de mayo de 2013

La Muerte de Alejandro Vargas


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El cantor de la tierra guayanesa, de tino y estilo trovadoresco, parrandero y comparsero, Alejandro Vargas, falleció el 16 de marzo de 1968, en horas de la tarde, a la edad de 76 años, víctima aparente de la desnutrición que le degeneró en una artritis degradante.
A pesar de su dolencia y de su edad, no le faltó fuerza y valor para despedir el último diciembre de su existencia con la original Casta Paloma, el aguinaldo popularizado en Venezuela y cantado fuera de ella por el Quinteto Contrapunto.
Alejandro Vargas estuvo muy ligado al folclore de su tierra. Fue autor de innumerables valses, pasajes, joropos, guasas, merengues y aguinaldos de arraigada tradición en el repertorio de comparsas y parrandas de la región.
El vals Margarita, que compuso para la novia de Felipe Maita, amigo suyo, es pieza musical pocas veces dejada de lado por los serenateros. Igualmente el joropo Guacharaca, de gran demanda en jolgorios campesinos. Elenita Morales fue una de sus últimas composiciones. Se trata de un vals dedicado a Elena I, Reina del Carnaval 1964. Pero las composiciones que realmente dieron renombre a esta figura auténtica del pasado guayanés fueron Casta PalomaEl Sapo y La Barca de Oro, aguinaldo improvisado en noche navideña en la playa de Palmarito al desembarcar de una curiara con vela que estuvo a punto de naufragar cuando navegaba remontando el rio desde Puerto de Tablas hasta Ciudad Bolívar.
El Negro Alejandro Vargas como popularmente se le conoció, era natural de Ciudad Bolívar. Nació el 17 de noviembre de 1892, año cuando las aguas del Orinoco crecieron tanto que taparon la Piedra del Medio. Era hijo de Julia Vargas, una valiente señora del barrio “La Capotera” que murió en Barcelona a la edad de 103 años. El padre de Alejandro fue Luis Baptista, albañil de la isla de Trinidad que estuvo en la ciudad dirigiendo los trabajos del dique, construido en La Carioca para atajar las aguas del Orinoco y de la Laguna del Medio, pero de todas maneras el ímpetu de las aguas fue tan descomunal que rompió la barrera e inundó la ciudad, por lo que doña Julia con su recién nacido en brazos tuvo que buscar refugio en el barrio “Los Culíes”, hoy calle Las Mercedes, donde creció y quedó viviendo hasta su muerte, pero sin perder contacto con La Capotera a la que renunció definitivamente tras la crecida de agosto de 1943.
Sobrevivió Alejandro Vargas a tres de sus únicos hermanos y prolongó la descendencia con cuatro varones y dos hembras. Nunca estuvo en la escuela, por lo que murió analfabeto, pero sabía leer e interpretar el alma de la tierra y de su gente. La música lo rescató de la pobreza que no pudieron superar sus primitivos oficios de pescador por temporada y pintor de brocha gorda. La música, acompañada siempre de su guitarra y de su rasgueo muy particular, le facilitó una existencia menos penosa en la ciudad, pero no supo aprovecharla. Durante su juventud llevó una vida de bohemio al ritmo del tesoro de su voz que todo el mundo codiciaba. Luego se dedicó a la composición y con el resto de voz que le quedaba luego de una lesión vocal, continuó alegrando las comparsas. Sus noches de trovador agonizaron hasta su muerte en las cuerdas de su guitarra inseparable, una guitarra que lució sobre su urna durante velorio y sepelio y que luego sus familiares colgaron en la pared mayor de su cuarto. De allí desapareció una noche cómplice de los hurtadores de oficio.

sábado, 25 de mayo de 2013

La mandarria del Matadero

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En otros tiempos no lejanos, el ganado que depositaban los criadores en los corrales del Matadero Municipal para beneficiar su carne cuyas proteínas demandan los bolivarenses, eran sacrificados a mandarria limpia. Es decir, la administración disponía de personas muy fuertes y templadas que se enfrentaban al ganado con una pesada masa de hierro a modo de martillo, similar a las que usan los calafates para clavar y sacar los pernos de los barcos y también, por supuesto, los herreros en sus talleres forja.
Los herreros en las antiguas fraguas catalanes ablandaban el hierro al rojo vivo puesto sobre el yunque, a fuerza de mandarria. Asimismo, no lo ablandaban sino mataban con certero impacto en la cerviz a los vacunos llevados al Matadero Municipal, ese que siempre ha estado en controversia por tantas cosas que se dicen y cruzan de un bando político a otro.
Lo cierto es que en 1972, el ganado vacuno era sacrificado en el Matadero de Cañafístola a fuerza de mandarria, como bien se ve en la gráfica, hasta que un miembro de la Sociedad Protectora de Animales dio el grito de alarma y la gerencia municipal decidió sustituir la mandarria por una pistola especial de balín, pero luego surgió otro problema que los balines se agotaban antes de tiempo y nuevamente había que volver al método tan cruel como primitivo.
Esta nota periodística que encontramos en nuestro diario discurrir por la prensa antigua evidencia lo dicho: “Los matarifes de esta ciudad se han visto obligados a echar mano de la antigua mandarria para sacrificar al ganado de carne. Este instrumento que fue abolido aquí por pedimento de la comunidad, ha vuelto a la práctica sustituyendo a una pistola especial. Los matarifes informaron que el Concejo Municipal les ha dicho que no hay dinero para comprar balines”.
Y si no había dinero para comprar balines, menos había para tratar de espantar los murciélagos que no desamparan las casas del Casco Histórico, entre ellas, la Casa del Congreso de Angostura. Centenares de murciélagos que anidaban en los techos de la casa colonial tuvieron que ser espantados con un SOS enviado al equipo de fumigadores del MAC.
Los mamíferos eran los únicos habitantes del edificio, declarado años atrás Monumento Nacional, y fue a solicitud del Inciba que el doctor Manuel Felipe Pacheco Torres, jefe del Departamento de Ectoparásito del MAC, ordenó fumigar la casa con un insecticida de alto poder toxico.
El doctor Pacheco Torres lo informó y dijo que otros monumentos como el del Correo del Orinoco, la Casa de San Isidro y la Cárcel Vieja, serán objeto de tratamientos similares, toda vez que en la Casa del Correo del Orinoco, por ejemplo, se encontraron sobre los muros internos, muestras de deyecciones de los murciélagos.
Informó que los murciélagos atacados pertenecen al género de los insectívoros y fructívoros y que se les aplicó el mismo método que utiliza el Ministerio para la campaña de control del murciélago reservorio del virus de la rabia paralítica. La intención del MAC es repetir el tratamiento de humo fumigante. Los efectos tienen una duración de tres meses y la toxicidad diez días.
Como se ve el enemigo del ganado vacuno no es sólo el hombre sino también el murciélago que le inocula el virus de la rabia paralítica. Los tertulianos de las barras bolivarenses llegaron a elucubrar entonces que llegaría el día en que los rebaños de ganado vacuno tendrán que refugiarse en la Embajada de la India. Allá el ganado vacuno en general es respetado y matar una vaca se considera un gravísimo pecado.

viernes, 24 de mayo de 2013

La II expedición de Raleigh

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El geólogo, cartógrafo, historiador y geógrafo, doctor Oswaldo De Sola Ricardo ha dado a la luz pública su libro  “La segunda expedición de Raleigh a la Guayana venezolana” editado bajo el patrocinio de la Fundación Museo Histórico de Guayana que él dirige desde su fundación.
El doctor De Sola, quien fue Rector de la Universidad Central y decano de la Facultad de Ingeniería, ha publicado además  “UCV 1969-1972 La Renovación Académica” y  unos veinte trabajos científicos.  Actualmente se halla residenciado en Ciudad Bolívar dirigiendo el Museo Histórico que prácticamente sostiene con su propio peculio.
Su más reciente publicación “La segunda expedición de Raleigh a Guayana” ha sido prologada por el doctor Santos Rodulfo Cortés, bolivarense, miembro de número  de la Academia Nacional de la Historia y autor junto con el ingeniero Juan Vicente Arévalo de “Cartografía Antigua de Guayana”.
El libro está basado en las declaraciones de los protagonistas de los sucesos así como la de los vecinos de aquella primitiva ciudad capital de la provincia de Guayana fundada por Antonio de Berrío en 1595.  Estas declaraciones tomadas en 1618 para conocimiento de su Majestad el Rey de España, Felipe III, fueron localizadas por el doctor De Sola en los Archivos de India, en Sevilla.
El gobernador de la provincia de Guayana (1615-1618) cuando ocurrió la incursión armada del caballero inglés, Sir Walter Raleigh, era Diego Palomeque de Acuña, quien murió acuchillado defendiendo la ciudad.
Dice en su libro el doctor De Sola que la expedición preparada por Raleigh, después de su largo cautiverio consecuencia de su primera incursión a la Guayana en 1595, contaba con 13 barcos capitaneados por el “Destiny” de 440 toneladas y casi mil hombres entre soldados y marineros. Lo acompañaban, además de sus capitanes, su hijo Wat de escasa edad y Lawrence Keymis, veterano de otras aventuras en los mares americanos. Su misión fue apoderarse de El Dorado y de las minas de oro y plata, de cuya existencia sabía por informaciones de los aborígenes.
A Santo Tomé de Guayana sólo llegaron 5 barcos grandes y 5 lanchas con alrededor de 400 hombre entre soldados y tripulación, permaneciendo los restantes navíos con Raleigh en Trinidad.
Santo Tomé de Guayana fue una ciudad muy pequeña que contaba con algunas piezas de artillería y unos 30 a 35 soldados mal pertrechados y bisoños.
El gobernador Diego Palomeque de Acuña, una vez advertido de la presencia del enemigo, organizó su defensa así: 4 hombres al mando del capitán Cristóbal de Cárdenas en las 2 piezas de artillería ubicadas frente al puerto.10 hombres al mando del capitán Gerónimo de Grado preparando una emboscada a la entrada de la ciudad. 2 hombres a caballo en la playa, capitanes Martín Rodríguez y Juan Trillo y  4 hombres a caballo para reconocer los movimientos del enemigo.
Vulnerada la precaria defensa, la ciudad al final quedó en manos de los invasores; no obstante, en los días siguientes a la noche de la toma, el Capitán Juan Lezama, Alcalde Ordinario, logró reunir algunos indios flecheros amigos  que ayudaron a hostigar a los ingleses durante los 29 días que sostuvieron el sitio.  Retornaron a Trinidad donde se hallaba Raleigh, pero sin su hijo Wat caído mortalmente  en la refriega y por cuya muerte reprendió en forma tal a su lugarteniente Lorenzo Keimer que éste terminó suicidándose de un pistoletazo en la sien.  Raleigh igualmente tendrá al llegar a Londres un final trágico al ser guillotinado por decisión de Jacobo Primeo, disgustado por la forma como codujo y actuó con esta segunda expedición.

jueves, 23 de mayo de 2013

El antiguo balneario de La Mariquita

La Mariquita era uno de los paisajes boscosos más atractivos, con una cascada de agua que disfrutaban los bolivarenses durante sus días de asueto, pero esos predios donde una vez también pastó el ganado, tenían dueño.
El propietario de esos terrenos, a tres cuartos de hora a caballo y hora y media a pie de la ciudad, era el hacendado Pinelli, corso emparentado con la familia Liccioni, quien en 1886 los puso a disposición de los exploradores Jean Chaffanjon y Augusto Morisot para realizar una colección de plantas, insectos, pájaros y quedaron tan encantados que durante todo su viaje fue siempre punto de referencia para apreciar otros pasajes del Orinoco.
Para entonces, Ciudad Bolívar apenas contaba doce mil habitantes y con una penetración extranjera compuesta de corsos, italianos, ingleses y alemanes. Prácticamente era una ciudad cosmopolita donde cada nacionalidad tenía su club. El más importante era el de los alemanes.
Pero en 1967, los predios de La Mariquita habían sido rescatados por la Municipalidad y estaban allí como buena parte de sus ejidos hasta que unas 300 familias invadieron la zona bajo la virtual protección del Arzobispo Crisanto Mata Cova.
Los nuevos habitantes de aquellos montes fundaron una Junta Comunitaria presidida por Fausto Palacios y desde ella emprendieron su trabajo de permanencia no obstante haber estado durante largo tiempo cercados por patrullas y agentes municipales que imponían el desalojo e impedían que continuaran progresando las viviendas de tablas, cartón y zinc.
El barrio “La Mariquita” que ya dejó de ser barrio para transformarse en un conglomerado urbano con todos los servicios, nació en mayo de 1967 al calor de 80 familias invasoras que vivían arrimadas y carecían de techo propio.
Esas familias venían de ser desalojadas de un terreno proyectado para la Urbanización Andrés Eloy Blanco, en la avenida de su nombre.
Ante la medida de desalojo, los invasores alegaron que estaban construyendo ranchos en la zona por insinuación de Monseñor Crisanto Mata Cova, quien hacía poco se había posesionado del Arzobispado. Monseñor tratando de amparar a los invasores, viajó a Caracas a entrevistarse con el Presidente de la República para tratar el caso.
Estas ochenta familias, amparadas por el prelado, se reubicaron en la zona de “La Mariquita” que Monseñor Mata Cova bautizó con el nombre de barrio “Virgen del Valle”, lo que llevó al concejal Antonio José Grimaldi a señalar al Arzobispo como el “primer invasor de tierras de la ciudad capital”.
Cuando los franceses Jean Chanfanjon y Augusto Marisot estuvieron en Ciudad Bolívar en 1886-87 realizando exploraciones botánicas, pasaron varios días inolvidables en La Mariquita según recogen en sus memorias. Aquí batieron “pájaros de todos los colores y de todos los tamaños para colecciones, desde un pájaro azul cabeza negra y blanca del tamaño de una gallina de Guinea, hasta colibríes, los más microscópicos pájaros moscas”.
En el paraje de La Mariquita, en lo alto de una vega, se alimentaron con tórtolas, periquitos, perdices y pequeños hortelanos. El sudor abundante del verano de abril lo aplacaban con el fruto del manzano de caoba de propiedades astringentes y por la tarde siguiendo un tanto el rito europeo del te y galletitas, tomaban guarapo acompañado de casabe junto con dos peones que le sirvieron de grata compañía.
De La Mariquita hoy sólo queda el nombre de una calle. Parte de ella era la actual Plaza Páez y el barrio que lleva el nombre de la Patrona de la Arquidiócesis (Virgen del Valle) a la cual el gobernador Rojas Suárez, su gran devoto, ha ofrecido construirle un templo con todas las de la ley.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La ciudad que sí pudo ser

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La ciudad de Santo Tomás de la Angostura del Orinoco se construyó con los restos de Santo Tomás de la Guayana y su traslado desde más abajo de la boca del Caroní a la angostura del río costó más de setenta mil reales coloniales, según las cuentas del contador oficial Andrés de Oleaga.
Los trabajos de reubicar la ciudad no los hicieron propiamente los españoles, sino los mismitos indígenas de El Miamo, Guasipati, Carapo, Santa Clara y Pariaguán. Se consumieron desde el 14 de febrero al 22 de mayo de 1764 que duró el traslado, 700 arrobas de casabe; 400 arrobas de carne salada y 22 botijas de aceite de tortuga. Había tantas tortugas que, como escribió Julio Verne en su novela El Soberbio Orinoco, se podía vadear el río de una orilla a otra caminando sobre sus carapachos.
La flamante ciudad era apenas un Fuerte, un puñado de casas pequeñas y 13 ranchos, extremadamente humilde; sin embargo, sus habitantes al día siguiente ya estaban manifestando, protestando contra el comandante del Alto Orinoco, José de Iturriaga, a quien consideraban cruel, déspota y despiadado, de manera que podemos decir que Angostura, hoy Ciudad Bolívar, nació bajo el signo de la protesta.
Joaquín Moreno de Mendoza, quien tuvo bajo su mando y responsabilidad el traslado de la ciudad, tampoco corrió con buena suerte, pues además de la protesta que debió aplacar, a los pocos meses se le quemó gran parte de la ciudad y tuvo que recomenzarla.
La Comandancia de la Provincia de Guayana la compartía con el jefe de escuadra José de Iturriaga y esto lo disgustaba como también disgustaba al otro que lo acusó de llevar una vida licenciosa en Angostura.
El 21 de septiembre de 1762, pocos meses después de su nombramiento, el Rey mandó que se lo reprendieran por su “licenciosa vida, pues tenía una amistad deshonesta que disipa la dote de su mujer y el patrimonio de sus hijos...”.
Total que Moreno de Mendoza tuvo que renunciar y se despidió con una poesía larga, la primera escrita en Angostura. Tan larga era que parecía más bien un testamento de 434 versos. Deducimos que el hombre pensaba suicidarse, estaba tan deprimido y decepcionado que quería morir, pues el poema termina con este epitafio que pedía colocaran sobre su losa: “Aquí yace Moreno que ostentando / le vio tres años mi cerviz rigiendo / buen ejemplo de los que están mandando / Pues él en mi Provincia no cabiendo / no bastó le miren usurpando / y este sepulcro le sobró muriendo”.
Iturriaga estaba en estado de avanzada edad y sufría de la dolorosa Gota o “perlesía”. Quería separarse del mando y no lo hacía por evitar que Moreno de Mendoza ejerciera las dos comandancias. De manera que tan pronto Moreno fue sustituido por Manuel Centurión, Iturriaga se fue lejos de Guayana buscando otros aires para su quebrantada salud y le dejó a Centurión todo su poder y un bando para que se hiciera público en Real Corona (Moitaco) y Ciudad Real (Las Bonitas). El mismo día 18 de febrero de 1767 el sargento Francisco Muñoz encomendado para tal fin dijo lo siguiente: “Lo publiqué a toque de caja de guerra, por voz de Juan Andrés, negro esclavo, que hizo el oficio de pregonero, acompañado de cuatro soldados de tropa armados”.
El gobernador Manuel Centurión, aparte de haber consolidado la unidad territorial de la provincia y fomentado a gran escala su demografía construyendo sólo en la ciudad capital 20 edificios y 200 casas, dio luz verde al mestizaje entre indios y blancos y se hizo la vista gorda del apareamiento de éstos con los negros, de allí el color pardo acentuado de la tipología del guayanés.

martes, 21 de mayo de 2013

Otro libro sobre la capital bolivarense




El libro titulado “La histórica mudanza de Santo Tomé de Guayana a la Nueva Guayana, Angostura del Orinoco”, se bautiza el día del cumpleaños 249 de la capital bolivarense, a las cinco de la tarde en el Museo Histórico de Guayana.
            Su autora Hildelisa Cabello Requena (en la foto), hablara sobre el contenido de este trabajo de investigación que será presentado por el antropólogo Alfredo Inaty, vicepresidente del museo, toda vez que su fundador, el doctor Oswaldo De Sola, se hallará ausente por razones de salud.
Hildelisa Cabello Requena también es autora de la obra: Historia Regional del Estado Bolívar (1997). Entre 1983 y 2007, prestó servicios en la CVG como Jefe de la Coordinación de Educación; Jefe del Departamento de Cultura y Comunicación, egresando jubilada como Gerente Fundadora del Archivo Central CVG.
            El libro de Hildelisa ofrece una documentada síntesis histórica sobre el periodo que se circunscribe entre la fundación de Santo Tomé de Guayana, -el 21 de diciembre de 1595-, la Instrucción Real del 5 de junio de 1762, que  ordenó mudar esa ciudad al sitio de Angostura, hoy Ciudad Bolívar,  hasta la concreción de la mudanza ocurrida dos años después, es decir en 1764, hoy hace 249 años.
La autora argumenta sobre la unicidad jurídica, política e histórica del hecho fundacional de la ciudad de Santo Tomé de Guayana, ocurrida el 21 de diciembre de 1595. Demuestra con base en el análisis de la rígida  legislación española que orientó el proceso de fundación de ciudades en Hispanoamérica, que la ciudad de Santo Tomé de Guayana, no fue varias veces fundada, como señala la historiografía regional.  Demuestra la unicidad jurídica y la jerarquía política de la antigua capital, no obstante, los frecuentes desplazamientos que experimentó entre 1595 y 1764; privilegios que conservó hasta el final del período colonial y luego heredó Ciudad Bolívar, hasta nuestros días.
La autora llama la atención del lector sobre la Instrucción Real del 5 de junio de 1762, que ordenó mudar la ciudad; la que destaca no solo por su naturaleza y trascendencia en el marco de las actuaciones que hicieron posible transformar a Angostura en el centro y eje del poder civil, político y militar en Guayana después de la segunda mitad del siglo XVIII; sino también, por su importancia para estudiar y comprender el basamento jurídico-formal que dio origen a Angostura. Sugiere incluirla en la lista de efemérides regionales y fuentes de consulta obligatoria e irrebatible, para explicar las razones que obligaron a la Corona española decidir y legislar sobre el traslado de Santo Tomé de Guayana a la “Nueva Guayana, Angostura del Orinoco”, hoy Ciudad Bolívar.
En un acto de reivindicación histórica presenta, en -su criterio- una merecida semblanza de la vida y obra del gobernador Joaquín Sabás Moreno de Mendoza, primera autoridad política y militar de Angostura, en la que destaca su innegable mérito en el traslado de la población, con la cual –superando enormes sacrificios- logró echar los cimientos de Angostura, dos años después de su  designación como jefe de la Comandancia Separada de Guayana.
De la obra material del gobernador  Moreno de Mendoza, -para la autora-, es  obligatoria la referencia en relación a la construcción del Fortín de San Gabriel. Primer edificio público construido en la nueva ciudad, cuya fecha de  inauguración, ocurrida el 22 de mayo de 1764, trascendió a nuestros días, al ser adoptado simbólicamente, por los angostureños o bolivarenses para conmemorar cada año el “Día de la Ciudad”.
Esta obra, -según su autora-, cumple con los requisitos académicos para ser utilizada como recurso pedagógico.






lunes, 20 de mayo de 2013

Los vecinos del Casco Histórico de Ciudad Bolívar

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En 1985, años antes de sancionarse la Ordenanza de conservación y protección del centro urbano, existía la Asociación de Vecinos del Casco Histórico de Ciudad Bolívar, fundada y presidida por la antropóloga María Eugenia Villalón, recién llegada del Alto Cuchivero donde estuvo realizando un trabajo de campo con la etnia E’ñapá.
Todo cuanto planteó durante su gestión hace casi tres decenios, podríamos afirmar que sigue vigente y por lo tanto necesario que se le dispense positiva atención si queremos revitalizar y frenar el progresivo deterioro de la vieja ciudad que cumplirá 249 años de su desplazamiento del bajo al Orinoco medio.
María Eugenia, fallecida recientemente en Caracas, pedía a la Municipalidad ampliara su departamento de ingeniería para darle cabida a profesionales especializados en materia de intervención y restauración de monumentos históricos.
Con el objeto de evitar la tugurización del casco, la emigración de su población y frenar el creciente deterioro de sus inmuebles, propuso que el programa de rehabilitación se orientara al robustecimiento del polo vivienda familiar antes que el comercial y administrativo para lo cual se debía trazar una estrategia dirigida hacia los pequeños propietarios y hacia los grandes propietarios.
Para los pequeños propietarios la Asociación de Vecinos propuso la implementación de un plan crediticio que les permitiera emprender la reparación y remodelación de sus viviendas deterioradas.
La rehabilitación del casco demandaba también el rescate de los terrenos vacuos y de las ruinas que amenazan la vida y la propiedad de residentes y transeúntes. Demandaba asimismo exoneración de impuestos municipales a los residentes que deseen restaurar o remodelar sus viviendas, regulación estricta de los avisos comerciales y prohibición para que los comerciantes no exhiban sus mercancías fuera de los locales y en la zona de los portales del Paseo Orinoco.
Los vecinos criticaron el boulevard Bolívar como un disparate de la administración pasada que rompe con la característica visual y urbana del centro histórico y exigió responsabilidad y reparación de daños causados a numerosas viviendas.
Durante el Foro sobre el Casco Histórico de la ciudad, instalado el 16 de julio (1986) con un discurso de Manuel Alfredo Rodríguez sobre la fundación de la ciudad, la arquitecta Mildred Egui, al abordar el tema de la conservación puso al descubierto las malas intervenciones en las edificaciones no obstante contar con un marco legal amplio. El arquitecto Graciano Gasparini la secundó alertando que deben evitarse a toda costa intervenciones temerarias, casi siempre inferiores en calidad a lo que se destruye porque el diseño de sustitución es por lo general pobre y mediocre. Puso como ejemplo de intervenciones temerarias la remodelación de la Plaza Bolívar y el boulevard Bolívar.
Desde el Norte de México hasta el Sur de los Andes son innumerables los centros y sitios históricos que nos recuerdan la cultura precolombina, la presencia ibérica y la formación de nacionalidades hermanadas con un sinnúmero de problemas comunes. La ciudad de los monumentos y testimonios de piedras llena la historia de todo el pasado, un pasado que reúne todos los ingredientes para plasmar nuestra identidad.
No hay futuro sin pasado y el pasado es la base del futuro y si seguimos destruyendo, insultando, maltratando y denigrando nuestro testimonio del pasado, el futuro sólo nos reservará el merecido título de brutos e ignorantes.
La conclusión fue que hay que salvar a Ciudad Bolívar porque ella tiene condiciones históricas y arquitectónicas no solamente para ser declarada monumento nacional sino monumento de la humanidad. La solicitud ante la Unesco podría ser una realidad si a lo planteado desde hace casi 30 años se le impone una recia voluntad política.

domingo, 19 de mayo de 2013

María Eugenia Villalón



Este jueves por la tarde falleció María Eugenia Villalón, egresada de nuestro doctorado, excelente lingüista y profesora emérita de la Universidad Central de Venezuela. Nacida en Cuba, se radicó en Venezuela a mediados de la década de los años 70, donde vivió por cerca de 40 años. Ejerció funciones en la Universidad Nacional Experimental de Guayana, en Ciudad Bolívar, y fue una celosa defensora de los derechos de los pueblos indígenas.
El Centro de Antropología del IVIC, institución que la acogió como estudiante graduada hace llegar las más sinceras palabras de pésame a su compañero, Henry Corradini, sus familiares y amigos. Horacio Biord Castillo, jefe del Centro de Antropología y Rafael Gassón Pacheco, subjefe del Centro de Antropología. En Altos de Pipe, a los dieciséis días del mes de mayo de 2013.
Teresa Coraspe, a quién fue enviado este mensaje y por cuyo conducto me enteré, respondió:
“¿Qué puedo decirte, Horacio? Hace años trabajamos juntas en la misma oficina de la Dirección de Cultura del Estado, cuando la dirigía el poeta José Eugenio Sánchez Negrón, pero más vínculos tenía con Américo Fernández quien es amigo también de Henry Corradini. Claro, una gran trabajadora por las culturas indígenas del país. Gracias, Horacio, es lamentable. Teresa”.
Sí, realmente fui amigo de la antropóloga María Eugenia Villalón, Trabajamos juntos en 1986 como integrantes de la Junta Regional de Conservación del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación que me tocó presidir, formada además por el escritor Horacio Cabrera Sifontes, la sociólogo Rosalía Isea Dubuc y las arquitectos Elisa Rodríguez de Guedes y Mildred Egui Boccardo.
Esta junta dependía de la nacional, entonces presidida por el doctor Rafael Armando Rojas, adscrita a la Presidencia de la República.
Una de las tareas principales de la Junta Regional de Conservación del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, consistió en clasificar los monumentos históricos de la Región Guayana, así como las obras artísticas relacionadas o no con la historia pero con claro valor nacional.
Asimismo, la elaboración de un mapa arqueológico y paleontológico de la región, para lo cual el gobernador René Silva Idrogo y el Concejo Municipal presidido por Ligia Pulido de Macías ofrecieron colaboración.
Todos sus miembros de la junta veníamos trabajando activamente con la comisión técnica que se ocupaba del estudio de revitalización integral del casco histórico de Ciudad Bolívar. Estos estudios culminaron al año siguiente con una Ordenanza Municipal de 14 capítulos y 172 artículos sobre la protección de dicho centro histórico, apoyada en la recolección y elaboración de información histórica, cartográfica, socio-económica y urbana.
María Eugenia Villalón era también presidenta de la Asociación de Vecinos del Casco Histórico, quien pedía a la municipalidad ampliara su departamento de Ingeniería para darle cabida a profesionales especializados en materia de intervención y restauración de monumentos históricos.
Antes de radicarse en Caracas, María Eugenia Villalón escribió Aspectos de la organización social y la terminología de Parentesco E’ñapa, un ensayo sobre sus trabajos de varios años conviviendo con los panares del Alto Cuchivero junto con el artista plástico y fotógrafo Henry Corradine.
El ensayo, editado por la Universidad Católica Andrés Bello, está dedicado principalmente al análisis semántico-lingüístico de la terminología de parentesco e’ñapa a través del cual se manifiestan aspectos formales de su organización social.
En él, la antropóloga especifica los elementos y las distinciones conceptuales más significativas que constituyen la estructura semántica del código de parentesco e’ñapa, código íntimamente ligado a las normas que rigen el comportamiento diario de los individuos en el marco de la sociedad tradicional.

sábado, 18 de mayo de 2013

René Vhalis, 87

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Mapire es un lejano y ribereño pueblo del Orinoco de Anzoátegui, pero muy ligado a Ciudad Bolívar que le ha servido de plataforma urbana para el crecimiento de sus hijos y para la actividad comercial. De allá vinieron los Guzmán, los Seguías y también los Vhalis con una ardorosa capacidad para hacer fortuna. En Brasil vive o vivió un Vhalis, de muchos bienes y negocios productivos y aquí en Ciudad Bolívar René Vhalis y en Punta Cana su hijo Roberto campeón en el Gran Casino de Margarita séptimo Torneo de la América 2007. El premio fue de más de 90 mil dólares, tan jugador de gallos como su padre que en un tiempo fue navegante fluvial y luego metido de lleno en la política.
A René lo conocí en URD siempre al lado de Luis Miquilena y José Vicente Rangel, a quien apoyó cada vez que fue candidato presidencial. Lo apoyaba no solamente como activista sino con dinero.
René Vhalis resultó electo concejal junto con Germán González Seguías en la lista de URD (ambos en la gráfica) además de José Francisco Miranda (Fitzi). En esas elecciones del 7 de diciembre de 1958, los primeros concejales de la era democrática junto a Luis Felipe Pérez Flores, doctor Roberto Lozano Villegas, Miguel Bilancieri y doctor Jorge Huncal Ramírez, por AD. Este primer Concejo Municipal recibió en sesión como huésped de honor al poeta chileno Pablo Neruda.
René era amigo del doctor Diego Heredia Hernández, gobernador del estado. Ambos se asociaron para fundar El Globo, diario dirigido por Lorenzo Vargas Mendoza, quien vendió para ello las acciones que tenía en El Bolivarense, fundado por Brígido Natera Ricci. El diario editado en la avenida 19 de abril, circuló hasta que el gobernador fue sustituido por el ingeniero Leopoldo Sucre Figarella. Esto en víspera de la rotura del Pacto de Punto Fijo, por esa circunstancia, René Vhalis, no llegó a la Secretaría General de Gobierno pues había sido postulado por URD.
La salida de URD del Pacto de Punto Fijo ocurrió obligada por la posición del canciller Ignacio Luis Arcaya frente al problema de la Revolución Cubana. Esto dio lugar a la “guanábana”, nombre con el cual la oposición adjetivaba la forma como había quedado reducida la coalición gubernamental (AD-Copei).
Nacido el 16 de mayo de 1926 (está cumpliendo 87) al frente del Tucucimba, René nunca perdió de vista el Orinoco como vía para sus incursiones de negocio y jugador de gallos. Cuando comenzó a operar la Siderúrgica, René vio en el transporte fluvial una posibilidad de hacer dinero. Mandó a construir una lancha de una eslora muy superior a las que hasta entonces surcaba el río Padre y la bautizó con el nombre de “Ricardo Corazón de León”, como en su tiempo connotaban a Ricardo Primero, rey de Inglaterra y duque de Normandía.
El barco “Ricardo Corazón de León” viajaba de Ciudad Bolívar a Matanzas transportando a obreros de la Siderúrgica del Orinoco. Era, entonces, cuando desempleados llegaban a la planta a buscar trabajo con una patilla bajo el brazo.
Más tarde, cuando se agotaron las chalanas entre San Félix y Los Barrancos, René Vhalis se asoció con Enrique Nuceti y Luis Elías Gil, para adquirir el Cacique y el Coquibacoa del Lago de Maracaibo y estableció un servicio de Ferry que en 1979 pasó a manos de la Familia González.
René también experimentó la actividad ganadera, pero su fuerte fue siempre la pasión y afición por los gallos al lado de apostadores fuertes como Ramón Sambrano Ochoa, Pedro Alejandro Vargas. Sabino Landaeta y Rafael Casado.

viernes, 17 de mayo de 2013

Otros agravios contra el Casco Histórico



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Otros agravios contra centro histórico de Ciudad Bolívar son éstos que enumero empezando con esta 4x4 rodando por la escalinata de estilo romano que enlaza la calle Boyacá o antigua calle La Pica.
Asimismo la Plaza Bolívar ha sido objeto de intervenciones temerarias de gobernantes de turno. El pavimento se lo han cambiado tres veces. Primero tenía mollejones verdes. Luego los suplantaron por mosaico. Durante la gestión de Rafael Sanoja Vallares, prefirieron el granito pulido y durante la gestión de Alcides Sánchez Negrón el granito lo sustituyeron por un artificio de bomanite liso y bomacrón tratando de sugerir la realidad del pasado, pero que ha resultado con el tiempo un pavimento poroso y sucio indigno de una plaza monumental como la que nos dejaron los gobernantes del siglo diecinueve.
Se pretende que la Unesco declare al Casco Histórico Patrimonio Cultural de la Humanidad (Ahora no se habla de casco o centro histórico sino de paisaje incluyendo el Orinoco y la ribera sur de Soledad), pero poco se hace en obras de revitalización. Más es lo que se invierte en publicidad en medios impresos y radioeléctricos, libros, afiches, pancartas y congresos. Nada o escasamente se hace por revitalizar el centro urbano con obras ambientales, reconstrucción y restauración de las casas en ruinas, por una buena disposición y rigurosa recolección de la basura, arreglo de las calles con cemento y no con asfalto como se hizo en calle La Concordia, mejor distribución de postes y cableados.
La manía ignorante de pintar las estatuas y piedras monumentales. Así la estatua del Libertador en la Logia Asilo de la Paz la pintaron de verde y lo mismo hicieron con la estatua de Sucre en le Plaza de Los Báez. En una piedra monumental que bordea la avenida 5 de Julio instalaron una Cruz de Malta y algunas piedras del zanjón la pintaron de blanco, lo mismo que Petroglifos del Río Candelaria.
A esta ciudad que frente a Ciudad Guayana se le ha trazado el rol de Ciudad Cultural, Histórica y Turística, se le da la espalda cuando de parques y museos se trata. Así el Parque El Zanjón diseñado como Parque de Aventuras quedó inconcluso desde que el gobierno de España retiró su cooperación por pretender los gobiernos desde 1990 en adelante querer introducir la arquitectura moderna de alto contraste en el casco histórico. Al Museo de Ciudad Bolívar y al Museo Histórico de Guayana se le ha dado la espalda, lo mismo que al Museo Etnográfico de Guayana y al proyectado Museo de Ciencias.
A la Piedra del Medio que por monumento natural la despojaron de la torre del antiguo telégrafo, ahora el Comando Naval le colocó un faro para guiar las embarcaciones que durante más de cien años jamás lo necesitaron. El radar de los navegantes del pasado como que era más eficaz que los de la moderna tecnología cibernética. Muy bien el faro, pero lo que molesta la forma o disposición antiestética y antinatural.
Las lagunas de Los Francos y del Medio devorada por la bora porque hasta ahora no ha habido presupuesto para construirle las compuertas que la comunican con el río.
Ciudad Guayana y Guri ostenta esculturas eólicas de Alejandro Otero, quien dejó todo un proyecto para un faro antorcha al final del Paseo Orinoco. La maqueta está en el Museo Soto aguardando que algún gobernante la haga realidad.
La Casa Agosto Méndez, frente al Palacio Legislativo no ha podido ser restaurada a pesar del ofrecimiento del gobierno, en cambio hay presupuesto para obras de menor interés para la actividad cultural.

jueves, 16 de mayo de 2013

Agravios contra el Casco Histórico

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El Concejo Municipal y la Alcaldía tienen que actuar sin contemplaciones y con mano fuerte para frenar el deterioro del Centro Histórico de Ciudad Bolívar. El que exista una Ley Nacional del Patrimonio Cultural no excusa que se aplique rigurosamente la Ordenanza de 1987, pues ella no colide sino que coadyuva a la Ley Nacional. No es posible que el centro urbano cuya conservación marca la hora de la independencia de Venezuela se continúe deteriorando.
Existe toda una lista de agravios y desatinos. En el 2000, millones de bolívares otorgados por el Fides para revitalizar el Casco Histórico de la ciudad fueron utilizados alegremente para pintar las fachadas de las casas al capricho de algún arquitecto que añoraba el Saladillo de Maracaibo, mientras muchos de esos inmuebles se hallaban y se hallan por dentro en estado de ruinas, tratando de engañar así a los asistentes de otros países al llamado Congreso Cultural del Orinoco. Pintura industrial de acabado chocante que no tiene que ver con la memoria histórica y que de ninguna forma soporta el material primitivo de piedra y mezcla mulata con que fueron construidos esos inmuebles. Ahora en el 2013 se repite lo mismo.
La Oficina de Patrimonio, dependiente del ejecutivo, viene otorgando permisos o tolerando a los comerciantes que progresivamente derriban o queman las casas antiguas del Casco Histórico para construir zapaterías, y tiendas de mercancía seca. Ejemplo: la casa de El Sordo, casas de la cuadra Blohm, Casa de Italia, Casa del Royal Bank, casa del Politécnico Bolívar.
Cada día son numerosas las casas con la cola de los aparatos de aire acondicionado saliendo por muros y ventanas inundando las calles, lo mismo que inmuebles intervenidos con rejas de hierro y puertas Santamaría.
La Ordenanza de Protección del Casco Histórico prohíbe vallas, pancartas y afiches dentro del perímetro, pero cada día son más y peores las que se ven sin autoridad que le ponga freno.
El teatro moderno del arquitecto Oscar Tenreiro, adosado a un inmueble histórico del siglo diecinueve, empezó mal y por inconcluso se ha vuelto un escombro. Mucho más útil y barato habría sido continuar el Centro de las Artes iniciado en 1980 por la gestión de Alberto Palazzi en los predios del Jardín Botánico.
El proyecto del arquitecto Natalio Ávila de construir un Boulevard a lo largo de la calle Bolívar para unir el Casco Histórico con la ciudad moderna, resultó un descomunal adefesio con todos los defectos que ya conocemos
La Plaza Farreras, que data de principios del siglo XX, transformada en un vulgar estacionamiento que sirve a la vez para lavar y pulir carros, además de la contaminación buhonera.
El Parque doña Menca y Raúl Leoni del Jardín Botánico, fue convertido en un vivero y cultivo de peces alimentado con el agua potable de los habitantes del Casco Histórico de la ciudad, por cuya causa sufren racionamiento del servicio de agua.
El estacionamiento construido durante la gestión del gobernador Edgar Vallée Vallée al sur de la calle El Porvenir para evitar que los comerciantes continuaran utilizando la Plaza Farreras como parqueadero, ha sido utilizado para otros fines, desvirtuado del esquema original propuesto por su fundador el doctor Leandro Aristeguieta.
Las riberas del Orinoco las han convertido buhoneros y comerciantes en una costanera receptoría de basuras, vasos y potes de cerveza aparte de la contaminación de las cloacas que desembocan en ella.
La tala feroz desatada contra las Ceibas, árbol por naturaleza emblemático de la ciudad, sin detenerse a pensar que existe un acuerdo del Ayuntamiento que declara patrimonio municipal los árboles de Ciudad Bolívar.

miércoles, 15 de mayo de 2013

La preocupación de Soto por el Casco Histórico de Ciudad Bolívar.



El pintor Jesús Soto, en agosto de 1973, haciéndose eco de un acuerdo de la Convención de Escritores que pidió a la Municipalidad ponga coto al deterioro del patrimonio artístico e histórico de la ciudad, formuló una declaración a la prensa en la que propuso al Congreso de la República salvaguardar el interés arquitectónico de Ciudad Bolívar mediante una Ley.
Ya Julio Febres Cordero, en artículo publicado en El Nacional, proponía una legislación especial para cuidar el aspecto de la ciudad y conservar en el espacio de sus antiguas construcciones la hora de la independencia en la que la ciudad jugó papel principal. Conservándose el casco urbano, tendido desde la cumbre de la fortaleza “El Zamuro” hasta los labios del río.
Soto, quien viajaba por ciudades de Europa, se daba cuenta de lo importante que es esto para la capital bolivarense y juzgaba y comparaba con sorpresa cómo Ciudad Bolívar aún conserva en buena parte la unidad arquitectónica de estilo colonial.
“Yo sugerí en una época, creo que en 1957, la creación de una especie de Consejo de Conservación como existen en otras partes del mundo. Años después cuando volví a Venezuela invitado por Alberto Consalvi, insistí en la conservación de la arquitectura de la capital bolivarense, pero nada se ha logrado, la ciudad tiende a deteriorarse y modificarse en todo su valor artístico e histórico”.
Soto reconoció que es algo difícil, pero afirmó que no es imposible. Así como se ha podido restaurar la Casa donde se editó el “Correo del Orinoco” y la Casa de San Isidro donde vivió el Libertador, así mismo con un plan de trabajo sin interrupción se puede estimular en el bolivarense la necesidad de cuidar su ciudad en vez de dejar que se destruya.
Debería pensarse de una manera más colectiva y trabajar en un equipo de conocedores en el campo de la restauración para salvar la ciudad y no tener que lamentar de aquí en 30 años de haber contribuido a lo irreparable. Ciudad Bolívar tiene bastante espacio alrededor para que la imaginación de los arquitectos y los constructores puedan desarrollarse sin menoscabo de la vieja ciudad.
Es posible que el bolivarense no se dé cuenta de lo que sucede en la ciudad porque lo está viendo a diario, pero el que viene de afuera y cuantos como yo viajamos, sabemos lo que significa para un pueblo  un testimonio cultural sin precedente.
Sugería Jesús Soto la necesidad de un Consejo de Conservación, para proteger el patrimonio de viejo estilo de Ciudad Bolívar, con facultad de vetar a cualquier empresa y ante el Concejo Municipal al momento de decidirse la transformación de las casas de la ciudad. Este Consejo que debe encargarse de promover la restauración de todo lo que hasta ahora es posible salvar, debe hacerse conforme de una legislación especial distada por el Consejo Nacional.
La Convención Nacional de Escritores que terminó sus jornadas de trabajo en esta ciudad, acordó pedir se ponga coto al deterioro artístico e histórico de algunos lugares de Ciudad Bolívar.
La petición fue hecha al Concejo Municipal instándolo impida el deterioro poniendo en práctica las Ordenanzas respectivas ya que algunos lugares artísticos e históricos como plazas, esquinas, están siendo desmantelados por personas quizás no mal intencionadas pero sí desprovista de sensibilidad en cuanto a lo que representa este acervo histórico-cultural y las posibilidades que ofrece al turismo.
Asimismo acordó la Convención solidarizarse con el gremio de periodistas que ha pedido al Presidente de la República el Museo de la Prensa con sede en la casa donde se editó el Correo del Orinoco.